윤민; Park Jimin es un chico no vidente que llega desde Londres a Seúl por un intercambio de colegio, ahí conoce a lo que piensa que son dos personas.
Min Yoongi, un Alfa ex-jugador estrella del equipo de básquetbol, agradable en todos los sentidos, t...
❰Llevo el rencor de la luna en mi pecho Siento tu odio, siento tu amor También veo la realidad Mi corazón y mi alma ya fueron prometidos❱
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Paso a paso, calada tras calada del tubo blanco, Yoongi llegó a su casa dando un último suspiro antes de tirar al suelo su cigarro y pisarlo, así por fin acortar la distancia de por medio y pasar el umbral.
—He llegado. —anunció medio fuerte con su voz naturalmente ronca, cerrando atrás de la puerta, se sacó casi inmediato los zapatos dejándolos a un lado mientras se ponía sus pantuflas.
—¡Hijo!
Una Alfa de cabellos azabache y piel bronceada llegó hacia él. Yoongi inconcientemente sonrió y la estrechó entre sus brazos cuando ella se lanzó hacia él. Casi, casi median lo mismo.
Bendito estirón de medio verano.
—Hola mamá. —saludó cariñosamente a su progenitora.
—Te he dejado comida en el horno, iré al trabajo, al parecer a Misung se le complicó lo de los papeles. —besó sus mejillas con calidez.
—¡Mamá! —gritó con vergüenza el adolescente, la señora solo rió jalando su mejilla, las mismas que se ponían coloradas pesé a los años.
—No seas escandaloso, Yoonie. —le dió un suave golpecito en la punta de su nariz. —Mamá solo quiere fastidiar un poquito más a su bebé. —sonrió delante y Min gruño.
—Eres tan injusta, no soy un bebé. —ella volvió a reír.
—Siempre serás mi bebé, mocoso mal agradecido. —besó su frente y salió de la casa. —¡No olvides que aprecio gruñón!
—¡Yo igual te amo, mujer rara! —la risa de ella desapareció con la lejanía y Yoongi tambien se rió.
Subió las escaleras y entró a su cuarto en silenció, tiró su mochila, cambió sus ropas a unas más ligeras y finalmente salió de ahí con un cuaderno a su lado.
"Matemáticas avanzadas" se podía leer en la tapa, aunque en realidad no eran lo que se decía ser, al contrario, era un libro de ejercicios demasiado fácil. Se sentó cómodamente en la silla, sacando un plato de pescado, arroz y verduras. Comenzó a comer con cuidado mientras ejecutaba cada ejercicio, cabe decir que era lo único que tenía que hacer.
Y pesé a eso no pudo, suspiró tirando a un lado el libro cerca del ejercicio setenta y uno, estaba demasiado sencillo como para romperse la cabeza pensando y de todos modos ya había adelantado sesenta y cinco ayer. Hoy seguramente no tardaría ni una hora en terminar los otros veintinueve.
Abandonó su tarea y se dedicó a pensar en algo que su cerebro sí estaba dispuesto a colaborar. ¿Por qué el pecoso no puede reconocerle? Y ¿Es correcto seguir con esto? Como respuesta a la una, no tenía idea, y la segunda no, definitivamente no lo era y debía decirle la verdad sobre Suga. Pero tenía curiosidad, además no era tan imbécil como para no darse cuenta que seguramente Jimin cerraría el lo-que-sea que había desarrollado hacia Suga.