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Shin Ryujin y Lee Chaeryeong fueron mejores amigas desde que tenían memoria, literalmente.

La pequeña Ryujin de unos cinco años de edad jugaba muy entretenida con los bloques que su profesora le había dado por terminar rápido sus actividades, hasta que escuchó unos leves sollozos que la pusieron en alerta. Desde que su hermanita Yuna nació ella era muy responsable y siempre estaba atenta a cualquier ruido. La castañita se levanto con cuidado, sacudiendo el polvo de su overol. Siguió el ruido, hasta que llego a una de las mesitas, encontrando a una de sus compañeras, cubriéndose el rostro mientras hipaba. 

─¿Por qué lloras? ─preguntó Ryujin. 

Chaeryeong alzó su mirada, limpiando el rastro de sal en su carita, haciendo que su ojitos se viesen más hinchados. 

─No encuentro mi color amarillo ─explicó la pequeña Lee, tratando de calmarse porque le daba vergüenza llorar frente a extraños. ─Y ahora no puedo pintar mi solecito y sera un día muy triste ─señaló el dibujo sobre la mesa, haciendo un pucherito, ella no quería un día triste. 

Ryujin tampoco quería un día triste. 

─Yo tengo uno en mi bolso ─dice Shin, y sin esperar salió corriendo hasta el estante donde guardaban sus maletas. La niña se puso de puntitas, hasta alcanzar su mochila de princesitas, y regreso corriendo a donde estaba la otra. 

─¡Toma! ─Ryujin alzó el color victoriosa luego de abrir su mochila, luego su lapicera, y encontrar el color entre los demás. 

Chaeryeong recibió el lápiz con una sonrisa feliz. 

─Gracias ─murmuró. 

Ryujin vio como la niña pintaba nuevamente, y sonrió por eso. Su amiga era muy bonita, porque ella sería su nueva mejor amiga. Ryujin no le prestaba su color favorito a las niñas que no eran su mejor amiga. 

El lunes cuando las niñas volvieron al jardín, Chaeryeong se acercó a Ryujin, mirando al suelo mientras jugaba con sus manitas, ya que llevaba su cabello atado en dos coletas y no podía ocultarse entre este.

─Vamos Chae, Ryujin no muerde ─alentó su maestra.

Ryujin sonrío, gruñendo como un gatito. Lee se asustó, pero luego soltó unas risitas por la gracioso que había sido.

─Ten ─la menor le tendió una bolsita. Ryujin abrió su manitas curiosa, recibiendo el paquetito. ─Son galletas para ti, por prestarme tu color ¡Muchas Gracias! ─la pequeña hizo una reverencia.

Ryujin quería regalarle algo a Chaeryeong para pedirle que fuera su mejor amiga, a veces tomaban la merienda juntas, pero Lee no le hablaba mucho, y las mejores amigas hablaban mucho. Además, ella quería ser como Minjeong y Jimin que tomaban la siesta juntas y compartían su mantita.

Durante esos días su abuela había venido de visita, trayendo consigo unos peluches que la mujer había tejido; uno para Ryujin y uno para Yuna. 

El de Ryujin era una bonita osita, que tenía un vestido de flores, y dos lazitos en cada oreja. Shin pensó que a Chaeryeong le gustaría, así que lo guardo en su mochilita.

Ryujin observó como Chaeryeong terminó su tarea y ahora podía ir a los lugares de juego, así que se apresuró a rellenar las vocales con los papelitos de colores; recibiendo felicitaciones de su profesora y el permiso de ir a jugar. 

i wanna be your girlfriend ─ yejisuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora