Día 4: Reincarnation

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Conviértete en Rey Demonio.

Tu cuerpo me pertenece.

Silencio, Tanjiro.


—Doctor, son las voces, de nuevo— llora un joven —. Es él... me está hablando... no quiero ser un demonio, doctor.

—Nadie te convertirá en demonio, Tanjiro. Mientras estés aquí, bajo mi cuidado, nada saldrá mal— promete el hombre mientras abraza a su paciente.

Muzan Kibutsuji es un reconocido psiquiatra en Japón y el resto del mundo. Ha atendido casos de lo más extraños en su carrera y todos con resultados satisfactorios. Sin embargo, hoy se encuentra con uno de los más complejos, un chico con esquizofrenia.

Tanjiro Kamado nació sano y bendecido con maravillosos dones, posee un increíble talento artístico, dibuja, escribe y es capaz de tocar cualquier instrumento. Es inteligente, aprende y se adapta rápido. Dueño de una fascinante sensibilidad que lo hace una persona única. Lamentablemente, su esquizofrenia le ha jugado chueco. Desde que nació demostró comportamientos extraños, podía estar jugando como cualquier bebé, pero en segundos, miraba al techo o a un punto fijo por horas; a los dos años, la edad donde los niños descubren sus emociones, Tanjiro experimentó una increíble bipolaridad, jamás fue violento, pero sí agresivo y eso lo hacía sentir mal, pues el amor de sus padres es lo que lo mantenía en órbita. Ya en el jardín de infantes fue cuando su orientador lo envió a terapia para controlar su extraño comportamiento, donde le diagnosticaron un simple síndrome de bipolaridad. Sus padres no se convencían y acudieron con otro profesional, ahora padecía autismo. Su madre, más perceptiva, intuía de una posible esquizofrenia porque sus primos padecieron de eso y lo más probable es que su adorado hijo también.

Efectivamente, era esquizofrenia.

En el transcurso de los años, Tanjiro desarrolló distintos escenarios mentales y aparecieron personajes ficticios como: Tanjiro el caza fortunas: escapaba de casa buscando tesoros, Tanjiro el violinista en el techo: subía al techo de su casa para tocar el violín toda la noche, Tanjiro el sanador: Recogía animales muertos para "revivirlos", ya sea por cirugías clandestinas o rituales, Tanjiro el caza demonios: grita a los cuatro vientos que vengará a su familia asesinada por el padre de los demonios, a quién no sabe su nombre. Finalmente, el más complicado de todos, Tanjiro el próximo Rey Demonio: Una voz que lo persigue a cada momento, tentándolo con la idea de convertirse en Rey Demonio, lo obliga a callarse y obedecer sus oscuros caprichos, desde golpear a sus hermanos menores hasta asesinar gente inocente; vaya que luchaba para evitarlo, Tanjiro siempre salía victorioso, pues su voluntad es superior, jamás dañó a alguien, pero de a poco fue perdiendo el control, ya no aguantaba, estaba cansado.

El equipo de psiquiatras decidió internarlo apenas cumpliera los dieciocho, la mayoría de edad, pues cualquier locura que cometiera sería juzgada por la ley y no habría piedad ni en su situación mental. En la clínica estaría más seguro.

Eso creyeron.

Fue un año de mierda. Los ataques de Tanjiro se volvieron constantes, tuvieron que acudir a la medicina para calmarlo, incluso a la clásica camisa de fuerza, porque gritaba, lloraba, pataleaba, golpeaba y se autolesionaba. Extrañaba a su familia y la negligencia de los médicos sólo alimentaban al fantasma que acosa al chico. Adquiría fuerza y abusaba de su vulnerabilidad.

Tanjuro, su padre, hastiado de la situación, toma la osada decisión de contactar con Muzan Kibutsuji, el reconocido psiquiatra. No le importaba el precio, trabajaría en tres o cuatro lugares distintos para pagarle, se uniría a la mafia si fuese necesario, con tal que su querido hijo sea tratado como corresponde. Le expuso su caso, Muzan lo escuchó y leyó el expediente del chico, era un caso nuevo para su carrera y un gran desafío. Llegaron al acuerdo de hacer una visita para el diagnóstico y primera impresión, entonces calcularía el precio de su tratamiento y listo, era todo.

Muzan jamás imaginó que su carrera se vería perjudicada por aquel chiquillo. Quedó encantado apenas lo vio, la belleza natural y evidente sensibilidad lo hipnotizaron.

El doctor cambió las condiciones del trato con Tanjuro: Se encargará de Tanjiro, pero en su casa. No le cobrará nada a cambio que el padre permita que su hijo sea el material de estudio para Muzan y eso significa vivir con él.

Tanjuro aceptó.

Muzan sacó a Tanjiro de la clínica y se lo llevó a casa.

Comenzó disminuyendo la dosis de medicamentos. Aseguró la puerta y ventanas para que no escape. Los primeros días, Tanjiro se encerró en su habitación, se dedicó a dibujar en una croquera. Muzan le entregó pintura para que experimente en las paredes y el suelo. Manifestó su sentir. Fue una obra de arte. Magnífico. Ya con un poco de confianza, Tanjiro paseaba por la casa, contestaba las preguntas del psiquiatra e inició una relación de amistad con él. Los diálogos eran cálidos, dulces y lo hacían sentir bien. No era juzgado en ninguno de sus personajes. Muzan lo acompañaba al techo y tocaban violín juntos, le enseñó a tocar el piano, le enseñó anatomía disecando ranas; fue el primero en leer las historias escritas del chico, pues éste las guardaba o se comía las hojas por vergüenza. Lo acompañaba a buscar tesoros y le seguía el juego de ser un cazador de demonios.

Estaba manejando muy bien el caso... pero hubo algo que siempre lo hacía dudar de su profesión.

Eso era el fantasma de las alucinaciones de Tanjiro. Su nombre es Muzan Kibutsuji al igual que el psiquiatra.

Tanjiro, por mucho esfuerzo que hiciera, jamás recordó el nombre del Rey Demonio.

Muzan prometió cuidar de él porque, de alguna manera, se enamoró... eso o el peso de la culpa por lo que provocó en su vida pasada con el pobre joven.


Día 4: Reincarnation


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KibuTan Week 2020 (MuzanxTanjiro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora