Muzan Kibutsuji.
Por mucho que busquen el nombre, no encontrarán más que sus famosas obras de arte, su manifestación erótica del Shibari. Es una antigua destreza japonesa que consiste en amarrar a alguien. Suena fácil, pero es tan complejo como la imagen final. Son nudos y ataduras únicas, imposibles de recrear, aprisionan la suave carne de la criatura junto a un estimulante frote en la piel. Mientras más se mueve, más dolor provoca.
A través de los años, el increíble y misterioso fotógrafo ha estado de bajo perfil, las ataduras en cada imagen son magníficas, pero sus modelos terminaban opacando un poco, según él. Algo lo inquietaba y nunca terminó satisfecho de sus sesiones fotográficas.
¿Qué faltaba? ¿Otro tipo de cuerda? ¿Más elevado? ¿En el suelo? ¿Posiciones más obscenas? ¿o más "puras"?
Muzan Kibutsuji carecía de musa.
Por mucho que Buda lo haya bendecido de talento, la inspiración era lo ausente en su ser.
Entonces, cuando ya estaba por tirar sus artículos de fotografía a una bolsa de basura, en su estudio, dentro de su departamento, alguien toca el timbre. Por milésimas de segundo ignoró ese molesto ruido, pero su sangre de artista pervertido lo abofeteo más duro que paliza de transformer. Suspira, liberando estrés, y decide atender.
Al abrir la puerta, se encuentra a un joven de cabellos oscuros con reflejos burdeos y alborotado con elegancia, una amplia frente que no teme revelar una peculiar cicatriz, ojos de un extraño rojizo, iluminados por un noble río de inocencia, ocultando la lujuriosa y salvaje marea de lujuria, mejillas redondas y limpias, sin imperfecciones naturales, nariz respingada, labios carnosos y perfectamente cuidados, lisos a simple vista, un hermoso mentón varonil, orejas perfectamente simétricas adornadas de unos característicos aretes hanafuda que ayudaban a lucir su definido y largo cuello, con la manzana de adán expuesta; el chico es alto, de buen porte. Es malditamente atractivo. Esa belleza natural iluminó los ojos de Muzan.
El fotógrafo perdió la noción del tiempo por culpa del muchacho. Analizó con detenimiento sus facciones... no... lo distrajeron perversamente.
¿Será que Buda lo escuchó? Ah, Buda, eres un loquillo.
—Buenas tardes— saluda el joven con una modesta sonrisa — ¿Usted es Muzan Kibutsuji?
Tardó sus segundos en recordar su propio nombre.
¿Muzan Kibutsuji? Ah, su máquina, sí, soy yo... pedazo de zurumbático.
—Con él— responde aparentando indiferencia — ¿se te ofrece algo?
Antes de continuar, el chico busca en los bolsillos de su pantalón un papel y lo deja a la vista del hombre, éste lo mira y un montón de preguntas rondan por su cabeza, pero la principal es "¿En qué momento lo mandé a hacer?"
—Usted publicó este anuncio. Busca a una modelo para sus fotografías— desvía la mirada, un poco avergonzado —. Es un honor conocer a Muzan Kibutsuji.
—¿Conoces mis obras?
—Por supuesto. Me encantan. Algo provocan en mí que las adoro y, cuando noté que dejó de frecuentar sus obras en las revistas y páginas de arte y fotografía, sentí una leve inquietud. Entonces, esta mañana, mientras trabajaba, encontré este anuncio en el periódico, llamé al número que está ahí y me dieron su dirección. Usted es una persona muy misteriosa, no me sorprende que no haya revelado sus datos de contacto ahí.
Vaya chiquillo tan parlanchín.
Muzan toma el anuncio y le echa una última ojeada, se lo regresa al joven y suspira.
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KibuTan Week 2020 (MuzanxTanjiro)
Hayran KurguPrimera Week que participo y comparto. Una de mis tantas parejas cracks favoritas. Si gustas, lee. Esto está hecho con amorsh. La idea es escribir y dibujar la temática.