NO ESTAR ACOSTUMBRADO

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'No puedo reprimirlo'.

El desayuno regresa con tres o cuatro arcadas y un par de toses estremecedoras. Peter mira el contenido de su estómago, jadeando por aire, las lágrimas rodando por su rostro en ríos, y maldice su incapacidad para dejar de ser débil. Detesta haber elegido el nombre de su tío... Fue una pésima elección.

Con la garganta ardiendo y la cabeza palpitante, se pone de pie y se tambalea hacia su bandeja volcada, totalmente decidido a limpiar el desastre que ha hecho. Todo lo que ha hecho en su tiempo en el hospital es vomitar y consumir recursos valiosos, y ahora se las arregló para salpicar avena por todo lo que parece su soporte intravenoso (sus ojos están demasiado borrosos para que pueda ver con claridad).

Y luego hay manos en su espalda una vez más, cálidas, delicadas y suaves, guiándolo lejos de la bandeja. Una voz suave canta una suave canción de cuna en su oído. Una canción que May le solía cantar hace años atrás.

Peter inconscientemente se inclina hacia el calor, sollozando silenciosamente mientras el vómito hace mella en su cuerpo.

Es hora de descansar.

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Jane no sabe qué hacer cuando el niño salta de su cama, le arranca la vía intravenosa y vomita unos cuantos galones de lo que sea en la papelera.

No sabe qué hacer cuando se derrumba, sollozando.

Pero sabe lo que solía hacer su madre y eso le funcionó bastante bien.

Benjamín hace un débil intento por ponerse de pie, trata de caminar hacia donde está su desayuno. Parece que va a intentar limpiarlo él mismo, llorando, enfermo y aterrorizado, y ahí es donde entra Jane.

Con cuidado, deja su teléfono en la mesilla de noche y, lentamente, para evitar asustar a Benjamín, se abre paso a través de la plataforma intravenosa volcada. Hay líquido claro por todo el piso, derramado de bolsas cuidadosamente llenas. El rojo se mezcla con el desorden. El olor a bilis llena el aire.

Jane toma una respiración profunda, se endurece y se arrodilla en el suelo junto a Benjamín mientras él solloza, tratando de ignorar el fluido frío que empapa las rodillas de sus pantalones. No es difícil averiguar a dónde ir desde allí: una mano en su hombro, otra en su costado para guiarlo lejos del bote de basura y hacia un parche de piso relativamente limpio. Benjamín va sin luchar, dócil y tembloroso en sus manos.

No queda fuerza en su cuerpo. No queda nada con lo que luchar.

Rompe el corazón en sentido figurado de Jane.

En silencio, tararea una canción de cuna. Es muy genérica, pero las lágrimas de Benjamin adquieren un nivel completamente nuevo, pasando de sollozos a lamentos que perforan el aire como cuchillos.

Es malo.

Incluso podría ser peor de lo que pensaba.

"Oye, estás bien". Susurró Jane, pasando una mano por el cabello de Benjamin. Ben pasa los dedos por la tela de la chaqueta de su traje.

Todo su cuerpo tiembla.

"Estás bien, cariño, estás bien. Todo va a estar bien".

Un gemido desgarrador se abre camino a través del cuerpo de Benjamin. Se acurruca más en el estómago de Jane, apoya la cabeza contra su hombro y toma un suspiro tembloroso.

'Está tratando de calmarse'. Piensa Jane con tristeza. 'Está intentando detenerse'.

"Tienes permitido llorar, Benjy. Tienes permitido llorar".

SOLO CONOCES LA MASCARA | SPIDER-MAN MCUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora