🎲 | | Cuando la esperanza desaparece, llega la desesperación, y con ello, actúas sin darte cuenta de lo que haces, buscando una forma de encontrar una salida de la oscuridad.
Pero, ¿Que pasa cuando la forma en la que encuentras la supuesta luz te...
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Las respiraciones agitadas y los corazones palpitantes y desesperados se habían vuelto algo común en la academia desde que empezó el caos.
Llantos, gritos, desesperanza, lo contrario a lo que se supone que esa academia debe darte, ese lugar no volvería a ser el mismo, no importaba cuanto esfuerzo le diera cada una de las alumnas por volver a traer sus sueños de vuelta, era imposible.
Los pasos apresurados resonaban entre el amplio bosque, de vez en cuando deteniéndose a tomar un descanso, el cual no duraba demasiado, debían ir y esconderse lo antes posible, ya sabían que les esperaría una vez que Akko las encuentre.
Chariot estaba cansada, cansada de todo esto, de todo lo que estaba pasando, solo quería terminar con todo de una vez por todas, descansar, dormir en paz, pero tenía algo más importante que hacer, tenía muchas cosas más importantes que hacer que eso, debía protegerse, proteger a sus alumnas, proteger la academia como no había podido hacerlo.
Se detuvo en medio del camino, respirando desesperadamente por aire, mientras que las demás imitaron su acción. Era suficiente, sus fuerzas se habían agotado.
— ¿Y ahora? — preguntó Amanda en un tono sumamente suave y bajo, que cualquier persona que la conociera bien en la academia sería incapaz de reconocerla —. No tenemos donde ir, donde correr. Si seguimos en este bosque no pasará mucho hasta que alguna criatura nos encuentre y alerte de nuestra posición.
— Yo... No lo sé — respondió Croix que, por primera vez en mucho tiempo, empezaba a reflexionar sobre todo en su vida, por si las dudas, no sabía cuándo llegaría su final, y lo más probable es que fuera pronto —. Debemos encontrar un lugar donde escondernos hasta que llegue ayuda, así podemos-
— ¿Ayuda? — dijo Chariot, incrédula — ¿¡Ayuda!? ¡Nadie vendrá a ayudarnos! ¡Todos los caminos se han bloqueado, todas están en nuestra contra! ¿¡Que se supone que haremos aparte de esperar a que alguien nos ayude!?
Chariot había estallado en cólera, estaba furiosa, molesta por los pensamientos esperanzadores de su amiga. Molesta porque sabía que nadie vendría a su rescate, nadie lo haría y nadie sabría si quiera de la existencia de ella y sus alumnas y, si lo hacían, probablemente ya sería demasiado tarde como para salvarlas de sus infiernos.
Diana miró al grupo entero, luego así misma; su ropa rasgada, echa pedazos, llena de barro y suciedad, restos de agua y madera, pasto incluido. Era un desastre total, pero no tanto como lo estaba su cabeza, su mente sí que era un caos, y ya sentía que en algún momento colapsara por completo.
— Chariot... Chariot tiene razón — admitió la Cavendish con tristeza mirando al resto —. Nadie ajeno a la academia sabe lo que está pasando, ni siquiera Andrew. Nadie sabe el peligro en el que estamos y en el que todos están. Lamento decirlo, pero Chariot tiene razón, si nadie lo sabe, nadie vendrá.
El resto se miró entre sí. Caras sorprendidas, intercambiando miradas nerviosas y llenas de inseguridad. Sabían que Diana había dicho algo completamente honesto, y que lamentablemente tenía razón, como siempre, como casi siempre.
