"Todo lo que quieres hacer, cariño."

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Sonrió mirándose en el espejo de su habitación para terminar de asegurarse que todo estuviera perfecto. Su conjunto consistía unos jeans ajustados, unos botines con una camiseta verde olivo que por su cuello en v dejaba a la vista sus clavículas, por encima usaba una chaqueta deportiva morada con un apellido muy distinto al suyo en la espalda. Jamás había sido un fanático de ese estilo de chaquetas, le hacía sentirse como el cliché de los jugadores de fútbol en las películas románticas sobre adolescentes.

Pero era la chaqueta que él le había dado.

Guardó su labial en tono nude, usualmente prefería tonos vibrantes u oscuros pero lo había adquirido por él, no le gustaba que usará colores muy llamativos en sus encuentros.

Una vez que estuvo listo se puso en marcha, tomó las llaves de su auto y manejó hasta aquel hotel al que visitaba por lo menos una vez cada semana. Al llegar le echó un vistazo a la hora en su celular, aún faltaban diez minutos para la hora acordada pero conocía a aquel hombre tras tantos meses viéndose, le gustaba que llegara a tiempo y él le daba aquel gusto.

Caminó hasta el bar del hotel, recibiendo algunas miradas de hombres y mujeres, incluso había personas a las que reconoció pero ignoró por completo como estos intentaban acercarse a él para charlar. Esa noche era monopolizado por el hombre poseedor de unos tormentosos ojos morados, no tenía razones para hablar con alguien más.

Tomando asiento en la barra del bar pidiendo un martini que le acompañaría en su espera. Mientras que el bartender lo preparaba dio una mirada nostálgica al bar recordando su primer encuentro con el empresario.

Nie HuaiSang tenía dos empleos; uno era como artista plástico, podía hacer casi de todo lo que involucrará el arte y sus manos pero no por eso el trabajo era bien remunerado. Por eso había tomado su segundo empleo, que se trataba de causar placer en quienes estuvieran dispuestos a pagar. No se sentía avergonzado de prostituirse, era un trabajo honesto y siempre pedía respeto por parte de sus clientes, si estos llegaban a ignorar su lista de "No" ahí mismo terminaba el encuentro y estos se ganaban una buena paliza sin recibir su dinero de regreso. Tenía una fuerte política de "No reembolsos".

Aunque ya tenía sus clientes regulares a veces era necesario buscar más, por eso una noche que el negocio había estado lento asistió a un hotel donde escuchó que había una convención. No supo ni le importaba de qué era la convención, el solo estaba en el bar para ver si podía conseguir algún cliente. En el bar se encontró a colegas, aparentemente las convenciones eran lo mejor para el negocio siendo que los empresarios buscaban un rato de diversión y placer tras tener que encargarse de tratos demasiado estresantes.

Ahí fue la primera vez que le vio, Jiang Cheng, vicepresidente y heredero de la famosa empresa Yunmeng Jiang. El hombre vestido con un traje morado combinado con negro se había acercado al bar con la simple intención de beber para distraerse de todos sus problemas, HuaiSang simplemente tuvo la suerte de estar sentado a su lado y escucharle maldecir sobre un tal Wen Chao. HuaiSang, como la persona curiosa que era, se acercó para preguntarle si estaba bien. Aún recordaba la expresión de sorpresa en el rostro de aquel hombre que unos instantes antes había tenido su ceño fruncido, como si no hubiera esperado que algún extraño se preocupara por él. HuaiSang le escuchó con atención, sería malo en su trabajo si no supiera escuchar, y también le aconsejo en lo que pudiera. Le dejó claro desde el principio cuál era su profesión, Jiang Cheng parecía haberse conmovido que alguien le escuchara que le invitó a su habitación en el hotel. Ambos habían creído que sería algo de solo una noche sin saber que se convertiría en una experiencia regular.

—HuaiSang.

El azabache salió de sus pensamientos, volteando para encontrarse con el protagonista de sus pensamientos.

Todo lo que quieres hacer, cariño - (ChengSang)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora