¿Pelea? - VeneArg

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💥Activo: Venezuela
💥Pasivo: Argentina
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Ambos venían de una agradable salida con amigos, caminaban agarrados de la mano por la gran avenida y hablaban de forma escandalosa. Nada resultaba una novedad.

Llegaron al departamento que compartían, no era un penthouse ni estaba ubicado en el mejor barrio pero, con tal de vivir juntos, no había quejas.

Cruzaron el living y llegaron hasta su habitación, solo había una cama matrimonial, unas persianas a la izquierda que hacían su mejor intento de bloquear la luz y un televisor medianamente moderno.

Venezuela se había tirado rendido al colchón, tapando su cara con el antebrazo, escuchando como el argentino se desvestía para ponerse algo más como y de paso, comentaba algunas cosas de la salida.

—Que ladilla— soltó harto el venezolano por el escándalo de sus vecinos. Se levantó enojado y abrió la ventana para gritar aunque, al fin y al cabo, no serviría de mucho —Mueranse manga de raya'os—.

—Yo no te entiendo— rió incrédulo el albiceleste —Vo' también jodes a todos y nadie te grita, pareces un loquito— gesticuló con su manos lo último.

—Celestito mi vi'a, lo ultimo que falta es que tú también lo pongas a uno arrecho—.

—Nene, que vengas con el culo dado vuelta no es problema mío— dijo cruzándose de brazos, parado todavía al costado de la cama —Yo no me voy a bancar a un grandote berrinchudo—.

—Oigalo a éste— espetó sorprendido—¿Que tú te crees mi padre o qué?—.

—Por suerte no lo soy, cuando te pones así en pendejito sos infumable—.

Y en el momento que desvió su mirada por molestia, el venezolano lo estampó contra las puertas del placard, apretándolo entre sus brazos y su pecho.

—Güevón a mí no me insultes— habló intimidante.

Argentina no respondió, puso su mejor cara de indiferencia y tuvieron un duelo de miradas un par de segundos.

—No hace falta que lo haga, como se nota que andas alteradito— rodó los ojos —¿qué? ¿Me venís a apurar?—.

Al ver que no recibía respuesta, colocó su delgada mano en el pecho ajeno hasta lograr apartarlo de forma brusca, empujándolo lo suficientemente fuerte para que las piernas del tricolor se golpeen un poco contra la cama y se destabilice** por un segundo.

—Déjame en paz coño— sentenció.

—Hacete culiar gil— dijo dándose vuelta para ir al living.

Oh, Argentina era un experto en ponerle los nervios de punta al veneco.

Este último, lo tomó de forma brusca de la nuca y lo atrajo hasta él.

—Soltame— volvió a hablar el albiceleste, claro y fuerte, con la adrenalina recorriendo cada rincón de su ser.

—Te dije que te calles la boca—.

—Vos a mí no me vas a decir que hacer— llevó su mano libre hasta el cuello del venezolano, obligándolo a caer sentado en la cama.

Lo que empezó con un simple forcejeo terminó en una pelea. Ninguno de los dos podía tomar el control sobre el otro. Tenían algunos rasguños y golpes que más tarde se tornarian de colores violáceos.

No fue hasta que el tricolor se tomó un segundo de más para respirar y Argentina aprovechó para inmovilizarlo, con los brazos sobre la cabeza y sus piernas albicelestes al rededor del torso, evitando cualquier movimiento brusco que quiera hacer.

ONE-SHOTS [C.H.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora