El destino

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El calor de aquella casa crecía cada vez más, sentía su piel arder y incluso en alguna parte de su brazo no sentía nada.

El gritó de aquella mujer que corrió hacia él, tomándolo en sus brazos con fuerza y arrinconandolo contra la esquina de la habitación. Hacia demasiado calor y lo arrullos de la mujer lo hicieron calmarse.

La respiración agitada lo hizo animarse a mirar por encima del hombre de la joven, un hombre.

∆○El Destino○∆

ςαρ ²

—Auron!

Sobresaltado abrió los ojos y levantó su torso de aquella cama junto a una ventana, que dejaba ya ver los primeros rayos de sol salir.

Miro a su lado viendo al chico de gafas parado junto a su cama. Mangel, el octavo héroe, sin duda era uno de los mejores como alarma, siempre que tenían reuniones tan temprano, el era el encargado de despertar a la mayoría de sus compañeros.

El joven de la cinta azul en la cabeza  posó su mano la cabeza del menor y sacudió un poco está dando un "buenos días" con suavidad, para luego salir de la habitación para el que el otro se alistase.

sus pies tocaron el frío suelo blanco y se quedó allí unos segundos, viendo sus pantuflas al lado de sus pies.

Soltó un largo bostezó y se levantó por fin de aquella cómoda coma, estiró su cuerpo mientras casi de forma automática, se dirigía hacia el pequeño baño de la habitación.

Cepillo sus dientes y lavo su cara para despertase un poco, limpiando también las lagañas que tenía en sus ojos. Se miró unos segundo al espejo y peino como pudo su cabello.

Se cambió con si vestimenta de siempre y atando sus zapatillas miró un poco su brazo, su sudadera blanco estaba remangada hasta su codo, dudo unos segundo, pero finalmente decido no tenerla remangada, tapando su brazo por completo, termino con sus zapatillas y tomó su mochila saliendo de su habitación cerrando la puerta de está.

Bajó aquellas escaleras y camino con apuro hacia el comedor, encontrándose ya sus compañeros listos para partir. Justo a tiempo había llegado.

Al salir del pueblo y trotar un poco, el sol ya estaba un poco a elevado y gracias a su salida temprana, el calor no sería un problema.

Las pezuñas de los caballos sonaban por el camino de tierra y el burro de Fargan no paraba de emitir sonido cada cierto tiempo.

—Recuerdenme para que es esta reunión—dijo Rubius algo adormilado.

—Bueno, es para finalizar el acuerdo de venta entre Karmaland y el pueblo del sur—respondió el cuarto héroe, Luzu—Además tendremos acceso a sus cuevas y podremos movernos por allí en caso de que algo ocurra en nuestro pueblo.

—Vale...por qué no podíamos ir en Chocobo?, hubiera sido más rápid—Se quejo Fargan.

—Porque los chocobos son solo para misiones importantes—contesto Willy volteando un poco su cabeza hacia tras, viendo a los demás—Auron no comas esa fruta, no está madura.

El mencionado soltó la pequeña manzana que se estaba por llevar a la boca, dejándola caer al suelo sin más y frunció un poco el ceño, pero luego lo relajo al ver el cartel de entrada del pueblo del sur. Era magnífico.

Fueron recibidos como de costumbre y llevados hacia la alcaldesa de aquel pueblo vecino.

Sentados en aquella mesa Vegetta hablaba con la mujer que gobernaba el pueblo y a su parecer fue demasiado rápido, después de todo solo les faltaba firmar unos papeles y finalizar el acuerdo y así fue.

La mujer los invito a quedarse en el pueblo como celebración por el trato y con la finalidad de que los nueve héroes conozcan mejor aquel lugar.

Y así lo hicieron.

Junto a Rubius y Lolito, se sentaron a una pequeña posadas donde comían plácidamente, el pueblo no era tan grande, no había mucho que hacer allí, pero sin duda su comida era una de las mejores que aquellos tres habían probado.

El de mechón de fuego miró a los lados llevándose otro bocado de la pasta a la boca, se sentí raramente observado, aunque no allá nadie allí mirándole, la sensación de que le miraban a él y sus amigos estaba precente.

—Auron, estás bien?

—Sí, a quien estábamos buscando?

Miro a sus amigos, que ahora miraban a su alrededor buscando aquello que le tenía tan distraído al menor, este rió un poco y negó con la cabeza para seguir comiendo, mientras escuchaba las ocurrencias de sus dos colegas.

Pagada la comida, caminaron por el pueblo mirando las tiendas abiertas y comprando alguna que otra tontería, solo para tener un pequeño recuerdo de este día, hasta que al de pelo naranja le llamo la atención una tienda en particular.

—"Pociones, magia, libros y encantamiento..."—Leyó en voz alta el chico y miró a sus amigos—Súper! sabrán de una manera para conseguir reparación más rápido?—comento riendo mientras entraban al lugar.

—Bienvenidos a la tienda, les puedo ofrecer algo?

Una joven de pelo castaño se asomó al sonar la pequeña campanilla, anunciando la llegada de personas al lugar, salió del pequeño mostrador y se acercó a los héroes con una sonrisa en los labios.

El peli blanco iba a hablar pero se vió interrumpido por la muchacha.

—Sí no necesitan nada es particular, pueden pasar a qué lea las manos, hoy es un día especial y es gratis

—Ostras! es gratis, no veo problema—Hablo con entusiasmo Rubius, quien siguió a la chica.

Lolo miró a Auron, quien ya estaba pegando a una de las estanterías ojeando un libro viejo, posiblemente lo compraría.

El lugar aunque tuviera cosas viejas, se notaba lo cuidado y ordenado que estaba, los libros en condiciones de vejes aún se podían leer en aquellas hojas ya antiguas y los objetos, estaban en condiciones perfectas para seguir siendo usados. Era un lugar perfecto para aspirantes a hechiceros.

Pasado algunos minutos un alto híbrido de oso salió con una sonrisa en sus rostro y comenzo a hablar al de cabello largo sobre su predicción.

—Usted...?

—No gracias, no estoy interesado—dijo Auron mirando a la chica

—No se preocupe—la joven miró de arriba abajo a el héroe y rió un poco—las quemaduras son difíciles de quitar, no lo cree?

—Disculpe?

—A veces es mejor olvidarse de que existen esas marcas, no lo crees?—continúo con voz suave la muchacha que ahora miraban la estantería- Pero es una pena que el destino te las dejará a ti.

—No se de qué quemaduras....

—Auron! ya nos tenemos que ir, corre!

El gritó del noveno héroe lo hizo fruncir el ceño hacia la mujer, quien lo miraba sonriendo, dejo el libro en su lugar y camino rápido hacia la puerta del local, saliendo de este y casi corriendo se dirigió hacia sus amigos.

∆○El Destino○∆
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