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───Ya te lo dije

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───Ya te lo dije. La cantina cerró. ───Volvió a repetir.

───TaeHyung, si vas a mentirme mejor no me digas nada. ───Dijo cansado.

Viendo la frustración del rubio por las terribles excusas que le había dado desde que volvió con el, se sintió decaído con sigo mismo. No sabría como explicarle que fue, literalmente, apresado por un hermoso chico que salió de la nada de aquel lugar.

Aunque se lo había buscado, porque por algo estuvo ahí.

───Hyung, no ocurrió nada, ¿Si?. Simplemente no me dio tiempo de traerte el chocolate. ───Alzó sus hombros.

───Si la cantina estaba cerrada cuando llegaste: ¿Por qué tardaste más de media hora? ───Preguntó con sarcasmo. ───¿Qué?, ¿Te quedaste contemplando el diseño del lugar?

Lo admitía, el mayor supo como joder su pésima coartada y ahora no sabía que responder para excusarse.

───Yo. ───Pausó momentáneamente. ───Mierda.

Seokjin soltó una risa ganadora para acercarse más al castaño y entrecerró sus ojos, como si quisiera inspeccionarlo.

───Ahora me dirás la verdad, Kim TaeHyung. ───Sentenció.

Poner otra excusa no se podría ver más mal que antes, pero ya para que serviría. Suspiró rendido y desvió su mirada, no sabiendo como empezar.

───Bueno vale, sí, si ocurrió algo. ───Confesó. ───Solo que parece surrealmente tonto si te lo digo.

Chilló cuando la diestra del mayor chocó contra su cabeza, golpeándolo levemente, pero con rigidez. Guió su mano en dirección al reciente golpe para sobarse aquella área en busca de calmar el dolor.

───¡Seokjin! ───Reprochó. ───¡¿Qué demonios?!, ¿Y eso por qué?

───Porque cada vez que te pasa algo debo ser yo quien te presione a decirme. ───Alzó su ceja con recelo. ───¿Dónde está nuestra confianza entonces?

Sintiéndose mal por las palabras del susodicho, lo miró fijamente y acarició su mejilla con su dedo índice, culposo de la situación.

───Perdóname, hyung. ───Abultó ligeramente sus belfos. ───Es que no me ocurre nada interesante y estoy realmente desacostumbrado a contar las cosas que me ocurren. ¿Ya?

Aceptando las leves caricias del castaño, recostó tenuemente su cabeza cuando el falange que lo tocaba se volvió la palma ajena.

───Cuando estábamos en la Universidad el día de ayer mentí. ───Murmuró. ───No fui a la cantina, fui a la diminuta posada que descubrimos hace un año. ───Admitió.

Con confusión, abrió sus ojos lentamente para verlo, sin querer moverse de donde estaba.

───¿Qué hacías ahí? ───Inquirió.

Adiós / KookTae.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora