Capítulo 8: Caos

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Ese día fue la primera nevada del año. En otras circunstancias, se verían a niños en la calle jugando en la nieve y disfrutando de la nueva estación, los adultos llenos de nuevas preocupaciones por las cosechas y la búsqueda de leña, era el ciclo habitual. Un ciclo que se vio interrumpido súbitamente, las risas de los niños ausentes, las calles desiertas, las preocupaciones banales de antes ahora reemplazadas por el miedo a morir.

Todos habían visto al hijo menor del jefe de la aldea estar en su hogar en compañía de su familia, su hermano, una vez salió de su estado catatónico las primeras palabras que dijo indicaban justamente eso.

"Él estaba en su cuarto. Estaba dormido en su cama"

La idea de que había una bestia capaz de meterse a sus hogares y llevarse consigo a los más vulnerables del grupo reforzó el pánico entre los aldeanos, la madera que antes se usaría para fogatas ahora se usaba para tapar ventanas y puertas, nadie caminaba solo por la aldea, los guardias aumentaron sus rondas.

Fue ese mismo día cuando otro descubrimiento aterrador hizo que los habitantes no solo temieran de sus alrededores, sino también de ellos mismos.

En otro lugar se encontró otro cuerpo, esta vez era la hija adolescente de la Tía Ma. Por el estado del cadáver había muerto casi al mismo tiempo que el hijo menor de los Shang. Los gritos de la señora Ma despertaron a toda pobre alma que siguiera dormida, todavía atrapada en un mundo de ensueño y ajena del peligro inminente en el que se encontraba.

"¿Dos bestias? ¿Será la misma?"

"¡NOS VAN A MATAR DE UNO A UNO HASTA QUE NO QUEDE NADIE!"

"¡HUIR ES NUESTRA MEJOR OPCIÓN!"

El salón donde se estaban realizando las discusiones se encontraba repleto de personas, cada una dando sus propias teorías y posibles soluciones al problema. En la tarima, sentado y observando el caos que se desarrollaba estaba el Jefe Shang. Después de dar las órdenes por escrito para incrementar la seguridad de la zona, no se había pronunciado al respecto. Haber perdido a su hijo de forma súbita y brutal lo habían dejado mudo, y si antes era difícil adivinar lo que estaba pensando, ahora era imposible hacerlo.

Shang Qinghua estaba en un rincón del salón, Meng Zixun a su lado. Ambos jóvenes con la certeza de que algo debía haber pasado con la abuela el momento en que dejaron su hogar la noche anterior. Pasar del momento de calma que apenas empezaba a asentarse en la aldea a regresar con mayor fuerza al terror, solo significaba que la barrera estaba débil.

Lo suficientemente para que la bestia se diera el lujo de matar a dos personas en una misma noche.

"Jefe Shang, regresamos de examinar la escena" fue lo primero que anunciaron los rastreadores cuando entraron al lugar, el resto de los aldeanos quedándose en silencio esperando las noticias.

"Encontramos el mismo par de huellas que las vistas en la muerte del señor Han, pero también encontramos otra evidencia en el caso del- del pequeño Shang" los ojos nublados del líder de secta parecieron adquirir un poco de luz al escuchar eso.

Para un hombre que acababa de perder a un ser amado, la única luz que podía aparecer en sus ojos era aquella nacida por el deseo de venganza.

"Había, había huellas humanas. Dos pares, unas pequeñas seguramente las del pequeño Shang y otras más grandes pertenecientes a un adulto. Las huellas...partían de la casa del Jefe Shang hasta el sitio donde fue encontrado el cuerpo"

Unas milésimas fueron necesarias para procesar esa información, otros más para pensar qué decir y finalmente llegaron los gritos.

"¿ALGUIEN SE LLEVÓ AL NIÑO HASTA LA BESTIA?"

A red dot in the darkness (Moshang)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora