"Donilda"

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“No sabía que estaba embarazada

—Lo siento señora Ratri -dijo el doctor con pena- usted no podrá quedar embarazada

Gilda asintió en silencio, su rostro estaba neutral y eso lastimaba a Don, odiaba que su esposa se guardara el dolor para ella sola, se acercó a ella y la abrazó, esta soltó un sollozo que el moreno fingió no escuchar.

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—Entonces no podrá salir embarazada ¡pobre Gilda! -dijo Sherry triste-

—Sí, es una verdadera lastima -dijo Emma cargando a su hija y de Norman😍-

—Eso mismo opino -dijo Phil cargando a su pequeño hijo- (xfavor no comente diciendo Dios Phil...me resulta incomodo lo siento)

—Sí, Gilda y yo de verdad queríamos un hijo -dijo Don desanimado-

—¿Por qué no adoptan?

—Ray tiene razón -dijo Anna acariciando su vientre de 6 meses- así Gilda se ahorra todo este sufrimiento del embarazo

—¿No la estas pasando bien, cuñada?

—¿Quieres que te parta la boca, cuñado? -le dijo Ray a Norman, nadie se burla de Anna -

—No lo se, creo que lo mejor sera esperar  a Gilda se le pase la depresión

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Mas tarde esa noche los Ratri  se acostaron a dormir, Don abrazó a Gilda.

—No estés triste amor -le besó la frente- aún podemos adoptar

—Lo se pero -ella estaba triste- quiero un hijo propio

—Lo se Gilda, pero por ahora nada se puede hacer

Gilda se le quedo mirando a Don y se acercó juntando sus labios con los de él, Don la abrazó, demostrándole una vez mas a Gilda que ya no era el mismo chico débil de su niñez, era todo un hombre y Gilda lo sabía de sobra. Esa noche como forma de desahogo hicieron el amor sin usar condón y como todo buen cliché, algo paso esa vez, una pequeña gota de vida creo un ser viviente dentro de la peliverde, pero ella no lo sabía, ni lo sabría aún.

Los días siguientes fueron para Gilda y Don muy ajetreados, después de esa noche Gilda había decidido que quería adoptar así que Don habló con Isabella, mamá de Ray, y  directora del orfanato para programar una cita, la Pelinegra estuvo de acuerdo y juntos planearon ir a conocer a los niños del lugar.

Los tramites de adopción no era rápidos ni fáciles, debían tener citas frecuentes a ver si los niños se amoldaban a ellos y cosas así, todo iba de maravilla salvo por ciertos mareos de parte de la esposa del moreno.

—Gilda ¿esta bien?

—Sí-í -se sostuvo de él- creo que toda esta agitación que hemos tenido me esta agotando mucho y por eso mis mareos

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