NorEmma

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Norman Minerva caminaba tranquilamente por los pasillos de la preparatoria «Lambda» su turno como director de la escuela había terminando, por lo cual luego de empacar se dirigió al laboratorio de biología y en el camino se encontró con el profesor Ray Gracefield.

—Buenas tardes, Ray

—Buenas tardes, Hittler —le saludo serio — ¿la antena?

—Exactamente ¿vas a casa?

—Sí, estoy harto de estos mocosos, les voy a partir sus jetas.

—Si tu les das castigo a tu modo me ahorraría bastante trabajo —Norman giraba la cabeza cansado —

—Tsk —chasqueó la lengua molesto — mocosos

Norman esbozó una pequeña sonrisa por la poca paciencia de su compañero, de verdad que desde que su mujer había estado con retiro por maternidad estaba mas irritado que de  costumbre.

—¿Como está Anna?

—¿Eh? ¡Ah! Muy bien, gracias por preguntar —Ray miró al suelo con una pequeña sonrisa— se quedó con la bebé

—¿Es la tercera? —preguntó Norman asombrado —

—¡La cuarta! —expresó Ray con orgullo — dos niñas y dos niños

—Pues te lo dije cuando nació pero reitero mis felicitaciones

—Gracias, Norman —Ray empezó a caminar hasta que —

—¡Oye Ray!

El azabache volteó en dirección al interlocutor del llamado quien sonreía maliciosamente.

—Ahora mas tarde pasa por casa ¿ok?

—¿Y eso como para que? —preguntó él bufando —

—Para regalarte un televisor —Norman empezó a reír — se nota que no tienes en que matar el tiempo

Norman reía mientras Ray, mas rojo que el cabello de su cuñado, solo lo miraba con odio y empezaba su caminata a su hogar, mientras el albino se movía por los solitarios pasillos hasta llegar a una gran puerta de madera con unas pequeñas ventanas de cristal, se asomó y allí estaba ella, tan concentrada como siempre ¡que linda se veía con esa bata!

Emma estaba concentrada mirando por el microscopio y anotaba en una libreta sus hallazgos, Norman se preguntó que estaría investigando ya que sus facciones era un poema para quienes la conocían, sus labios estaban finamente apretados en una línea y sus ojos se notaban sorprendidos mientras que el sudor bajaba de sus cabellos naranjos hasta su cuello —a pesar de que el aire acondicionado estaba encendido —

Decidió entrar, averiguar que pasaba.

—Buenas tardes, Emma

—¡Oh, Norman! —ella volvió a su típica y hermosa sonrisa — no te sentí llegar

—ya lo veo, estabas concentrada — él la abrazó— ¿que investigas? ¿Una cura para los amargados? Estoy seguro que Nat la compraría para Ray

Emma soltó unas fuertes carcajadas, no era que ella era la mas fina de las damas y Norman se sentía bien con ello, no cualquiera puede presumir que su esposa y él compiten a ver quien come mas filete asado.

—No, Nat tendrán que esperar por esa cura, estoy haciendo un análisis de sangre

—¿Y quien fue el “afortunado” que dejó que le chuparas la sangre?

—Yo misma —sonrió— es que últimamente me había estado sintiendo mal y entonces...

—¿¡Estas embarazada!? —preguntó sorprendido —

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