Ambos cruzaron por un inmenso laberinto de pasillos, en los que Ochako se hubiera perdido si no fuera porque estaba siguiendo al hijo del rey. La mujer que seguía a Katsuki, pudo notar cómo sería vivir en ese lugar durante un periodo de tiempo... Y honestamente, no podría negar, que si llegaba a hospedarse allí, se quedaría mirando las vistas durante horas.
Su respiración dio fin, en el momento en que ambos atravesaron la sala de invitados para estar en frente de los actuales reyes: Mitsuki Bakugo y Masaru Bakugo, padres del hombre que le estaba acompañando en esos instantes.
Los que eran de más avanzada edad, se acercaron hacia los dos, y levemente curiosos por lo que se trataba su hijo entre manos, sin embargo ya tenían supuesto que la que iba vestida de pintor, trataría de hacer que lo le echaran a patadas la primera semana.
Una vez los cuatro estuvieron reunidos, ya que la sala era considerablemente grande, y tuvieron que caminar un poco hasta llegar a su único heredero y la chica que estaba a su lado, se miraron esperando a que Katsuki fuera el que, en esa situación, tomara la palabra.
-En fin... Básicamente quería deciros, que creo que he encontrado al artista idóneo para hacer los retratos del castillo. - Cuándo acabó de decir la frase se giró hacia el que se hacía pasar por hombre, y la miró durante escasos segundos. - Por lo menos tiene agallas para vérselas conmigo, así que debe de ser alguien realmente bueno.
Los reyes la inspeccionaron, Mitsuki pareció notar algo en ella, sus ojos se afilaron para poder verla con más detenimiento, Masaru se dio un ligero codazo, la madre del príncipe se giró hacia su marido quien al parecer había notado lo mismo que ella, y el castaño sonrió para que lo dejara pasar, a ninguno de los dos le importa realmente.
Y entendían los motivos de Uraraka.
Por su lado la mujer que llevaba bigote pensó que ya la habían descubierto de buenas a primeras, pero esas sospechas se esfumaron completamente en el momento en que ambos le sonrieron con amor y cariño. Se pudo relajar, su respiración también lo hizo, y el único que parecía ajeno a ésta situación era el rubio, quien no entendía la leve atmósfera de tensión de hace unos segundos.
-Nos retiramos. - Dijo Bakugo al ver que nadie añadía nada a la conversación. Le hizo un ligero ademán a Uraraka para que lo siguiera y ella se comenzó a deslizar detrás de él, arrastrando un poco los pies, patinando por los pulidos suelos de palacio.
-¡Querido pintor! - La voz de la reina de hizo presente justo antes de que se alejara mucho ellos. - ¿cuál es su nombre? - preguntó con una sonrisa.
-¡Florentino Bigotini! - fue lo que gritó con fuerza hacia ellos. - ¡Es todo un placer conocerles! - le parecía algo extraño, ya que ella y katsuki se habían quedado ahí parados, por lo que para que la llegaran a escuchar con claridad, tuvo que alzar la voz momentáneamente.
-El placer es nuestro, querida. - Los tímpanos de Uraraka no captaron correctamente la última vocal pronunciada por la pareja, por lo que se despidió con una reverencia, antes de seguir al menor de los Bakugo por el pasillo de laberintos.
Al cabo se algunos minutos, ambos se encontraron en su destino, Ochako aún no tenía idea de lo que se trataba. Miró a Bakugo para darle a entender que no tenía conocimiento de lo que estaban haciendo ahí exactamente. Quería saber.
-Esta va a ser tu maldita habitación. - Sus labios casi se movieron sólos, pero decidió explicarse mejor al ver el ovillo de duda y sorpresa en el rostro de la chica. - Cuando quieras, puedes venir y tendrás un lugar donde hospedarte. Pero sólo si demuestras que tienes buen potencial.
La miró al los ojos, el chocolate y carmín se mezclaron en una danza infinita, Bakugo no sabía cómo sentirse, por alguna razón completamente desconocida para él, estaba cómodo con la mujer que tenía un bigote pegado a la cara.
Y Uraraka... Se había quedado maravillada por la forma y color de los orbes rojizos la escaneaban, ella tenía la boca ligeramente abierta, estupefacta de poder verlo a él allí, parado frente a ella, ambos rodeados de ese aura tranquila en la que ninguno de los dos decía palabra.
Por supuesto, el hombre que la miraba a los ojos, no tenía la menor idea de que era una hermosa mujer, que por circunstancias de la sociedad medieval, había tenido que apañárselas para sobrevivir y conseguir un buen trabajo.
No sabía por qué, pero le hubiera gustado que la viera sin ese disfraz, aunque fuera con su antigua ropa de campesina, la que tenía guardada en una pequeña maleta que había arrastrado todo el camino.
La joven rompió el contacto al fin, ladeando la cabeza, desviandola lentamente hacia las paredes del pasillo.
No dejaba de detallar con asombro cada uno de los tapices, cuadros y... Prácticamente cada uno de los retratos, esperando poder estar a la altura de los grandes autores que habían dejado huella en ese enorme lugar.
Sí, porque a pesar de no dejar de tener agallas y atreverse a pisar esos terrenos disfrazada, se sentía pequeña.
Odiaba sentirse pequeña, vulnerable e incapaz.
Él se acercó un poco a Ochako, pudo descifrar en seguida los temores de ella, chasqueó la lengua y le puso la mano en el hombro. La pintora parpadeó un poco antes de volver a cruzarse con sus ojos, su mano era cálida y grande, las de ella eran pequeñas y a veces eran frías.
-Presiento que lo harás bien, no te preocupes... Florentino... - en el momento en que acabó la frase sonrió con levedad, sin embargo, ella lo notó.
-Gracias, Bakugo... Daré mi mayor esfuerzo... - ahora fue ella la que sonrió, de oreja a oreja, expresando con el arco que se había dibujado en su cara con lentitud, cada una de las sensaciones calidas y acogedoras que en ese momento lograba sentir.
-No hay problema, demuestra que tienes jodido potencial, ¿me oyes Cara de Bigitini? - A pesar de la había vuelto a llamar por ese ridículo mote, con su nombre falso, Bakugo realmente quiso que ella diera lo mejor de sí, él no mentía, y la sonrisa de esa fracción de segundo, sin duda era genuina.
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Retratos por encargo [kacchako]
FanficOchako Uraraka tiene que hacerse pasar por un hombre cada vez que va al castillo de los Bakugo... Ya que las mujeres en la edad media no tienen los prestigios como para pintar un cuadro o para escribir una hazaña... Se pone su bigote y túnica, hace...