night | 07: the beast inside.

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Sungsoo tuvo que reconocer que su estrategia de prestarle su ropa a Neo había resultado contraproducente. No porque no la devolvieran o algo así, sino que ahora debía esperar más hasta la próxima vez que regresaran. Ahora, sumados a esos máximo cuatro días que Neo normalmente es capaz de aguantar con esfuerzo, estaba la tontería de tener algo que conservara su aroma por un tiempo. Ahora, básicamente la iban a visitar una vez a la semana, casi que solo para intercambiar las prendas cuando el olor finalmente se disipaba y no eran suficiente para calmar a Neo.

Era la cosa más extraña del mundo. Sin embargo, quería que volvieran a necesitar estar ahí constantemente. Le gustaba cuando la gente la visitaba, el hecho de tener a alguien yendo a verla –dándole esa clase de atención–, y su compañía al final no era demasiado desagradable. Era hasta cómico el estar con ese atípico vampiro y su medio kinky murciélago.

Por eso esta vez, cuando aparecieron y –después de que Neo diera su clásica vuelta de celebración por haber llegado a su departamento– Jaehyun le entregó su blusa para recoger cualquier otra cosa con su olor, ella negó.

—Nop. Quiero que vengan directamente a pasar el rato aquí —dijo con seguridad, firmeza, viéndolo a los ojos por tiempo récord, siendo esta probablemente la primera vez que él no tenía su interés puesto en otra cosa.

No sabía si sus ojos le mentían descaradamente, pero Sungsoo vio un ligero tinte rosa cubrir poco a poco tan solo las puntas de las orejas del ser inmortal, y escogió creer que era real. Sonrió para sí misma cuando él nuevamente desvió la mirada, centrándola en aquella repisa en la que usualmente estaba mientras se hallaba en ese departamento.

—¿Por qué querrías que vengamos a pasar el rato? —le cuestionó con un tono que se sintió de alguna manera medio acusatorio unos poquitos minutos después, cuando había terminado de tranquilizarse. Ya estaba de nuevo con esa expresión estoica, helada, casi ruda. Sungsoo no podía negar que era decepcionante todavía no haber logrado que él se dejara llevar a su lado.

Si ella no veía punto en mantener las apariencias, no entendía por qué Jaehyun debería.

Sungsoo se olvidaba de su verdadera naturaleza.

—Porque siempre estoy sola aquí. Mis amigos me tratan como a una mascota compartida y creo que me gustó que algo me idolatrara como Neo parece hacerlo —respondió sinceramente. No tenía nada que perder. Se supone que de todas formas el murciélago seguiría necesitando de su aroma, así que igual estaría atado a ella. No importaba si no le gustaba lo que dijera—. Quiero seguir viendo a Neo, y que Neo me siga viendo.

—Estás hablando como si esto fuera el juicio por la custodia de Neo —puso los ojos en blanco, cruzando los brazos sobre su pecho y repiqueteando con el pie en el suelo para incluso dejar más claro que estaba allí en contra de su voluntad, impaciente. Sungsoo no diría nada sobre lo grandes y fuertes que se vieron sus brazos con la acción, ni de lo atractivo que se veía aunque no mostrara emoción alguna más que el desagrado.

—Puede serlo.

—No lo creo. Neo es solo mío.

—No me parece que alguna vez vayas a ganar esa discusión cuando literalmente Neo escapa de tu casa para venir a la mía —alzó una ceja desafiante, volviendo a conectar miradas con esos abrasantes ojos. Aún si quemaban, no hubo nada que pudiera hacer para alejarse de ellos. Y, en menos de lo que le tomó el darse cuenta, estaba como atrapada. Si no se le hubiera nublado tanto y tan rápido la mente, se hubiera preguntado si ese era un poder de vampiro o algo parecido, porque la palabra "hipnotizante" quedaba corta.

No pudo mantener los ojos abiertos.

Para cuando recuperó la consciencia, no estaban por ningún lado ni Yoonoh ni Neo. Asumió –porque no recordaba a la perfección– que se había terminado desmayando. Había necesitado demasiado tiempo para recuperarse y Neo ya se había satisfecho antes de que despertara, por lo que Jaehyun lógicamente se fue. Al momento en el que iba a comenzar a insultarse a sí misma por haber sido tan estúpida y directa con sus palabras, se dio cuenta de que únicamente habían devuelto la blusa que perdió su olor. No se habían llevado nada.

Volverían pronto.


Jung Yoonoh cerró la puerta del baño y se echó un vistazo en el espejo, para nada sorprendido cuando fue recibido por esa pálida tez y ojos vacíos. Era parte de su rutina. Todas las mañanas lo primero que hacía –así como lo último todas las noches– era ver su cara, y ver lo muerto que estaba. Lo muerto que se veía. Luego el resto de su rutina la hacía casi en automático, apenas capaz de distinguir si se estaba moviendo o no.

Así era educado un buen vampiro. Estaban acostumbrados a no relacionarse demasiado con sus alrededores, con sus actualidades, porque por sus periodos de vida tan largos las cosas pasaban en un santiamén. Si te involucras demasiado, el sentimiento de pérdida es devastador cuando tienes que dejar atrás lo mortal.

Era la típica forma de ser de un vampiro.

El único lazo, el único vínculo puro al que valía la pena entregarse, era al amor entre dos vampiros. La meta final era la de la perfecta eternidad junto al amor de tu vida, a tu otra mitad. Cualquier relación distinta, donde uno de los involucrados no fuera inmortal –así fuera de otra especie–, era absurda. El vampiro resultaba naturalmente incapaz de confiar en los demás como estrategia, para no salir lastimado.

Jaehyun solo tenía a su "familia", su clan, y por lo menos actualmente no existía mujer de su especie que le llamara la atención. No tenía con quién anhelar esa eternidad perfecta. Únicamente se conformaba con relacionarse con sus amigos, con su estúpida mascota que solo lo metía en aprietos. La vida de un vampiro que no ha conseguido su meta solía decirse que pasaba medio borrosa hasta que así fuera, y Jaehyun estaba seguro de que no la había encontrado aún por la forma en la que ni siquiera le importaba mucho su día a día.

No le veía tanto sentido.

Cuando regresó a su habitación, que llamó a Neo y no hubo siquiera un indicio del murciélago, maldijo a todo lo que se le cruzara por la mente porque sabía que una vez más había llegado una noche de esas. Sintió a la perfección cómo sus ojos quemaban de rojo, cómo sus encías dolían de la sed. No salió a buscar a su mascota sino hasta que se aseguró de haber bebido la suficiente sangre como para que el impulso por morder a cierta universitaria boca suelta de piel bronceada no fuera tan fuerte. Siempre estaba ahí, mas había notado que de esa forma era más sencillo resistirse.

Odiaba a Neo por hacerlo pasar por la tortura de verla sin poder tocarla.

Night || Jung JaehyunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora