CAPÍTULO 09 | Así era yo

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AARÓN

Estaba a punto de desmayarme y, sí, también estaba aterrado.

No sabía qué era lo que estaba haciendo.

Muy en el fondo era una forma de escapar. Me estaba ahogando, la fiesta iba de mal en peor y ella seguía ahí. Todos ellos me miraban, se reían de mí por la mala broma de Britt. Se había pasado pero eso a nadie le importaba. Yo sólo quería irme, volver a casa y fingir que nada había ocurrido. Siempre funcionaba, al menos durante unos días hasta que tocaba volver a clases y, por ende, verla otra vez. Y que ella siga riéndose de mí, de lo ingenuo y manipulable que fui y seguiré siendo.

Ni siquiera sé qué me hizo pensar que 00:00 era un escape.

Podía sentir que todo mi cuerpo estaba temblando, me costaba caminar e intentaba evitar cualquier tipo de contacto. Me limité a avanzar cabizbajo mientras seguía al hombre hasta una calle a oscuras en la que no había más sonido que el de una camioneta negra que nos esperaba con las puertas traseras abiertas. Me detuve al verla, no pude evitarlo. Mi corazón también se detuvo, creí que iba a caerme justo ahí. No me sentía capaz de seguir avanzando porque entender que de verdad estaba yendo a algo como 00:00 me golpeó con fuerza. Sentí que mis ojos comenzaban a picar pero me tragué mis sentimientos, bloqueé mi mente y pude hacer que mis pies siguieran avanzando al menos hasta estar a la misma altura que el resto.

Ni siquiera hizo falta que Richard nos lo indicara, todos entendimos muy bien lo que teníamos que hacer. Eso o simplemente seguimos a la chica de cabellera oscura cuando se animó a dar el primer paso. Entré a la camioneta, fui uno de los últimos. El espacio era grande, las paredes eran grises y había solo una pequeña, por no decir diminuta, ventana cuadrada. Me dejé caer en una de las esquinas, me sentía como un zombi. No tenía idea de cuánto tiempo iba a poder seguir de esa forma, avanzando sin hacerlo, respirando mientras sentía que me ahogaba.

Entonces cerré los ojos. Mi cabeza se echó hacia atrás y chocó con algo, produciendo un sonido en seco. Todos estaban en silencio así que me pareció el ruido más estúpido y cobarde del mundo, por lo que intenté disimularlo con una mueca.

—¿De verdad creías que iba a salir... contigo?—comenzaron a repetirse las palabras de ella, Britt volvía a estar parada frente a mí alzando el móvil con nuestros chats. Entonces dejó que todos los leyeran, pasó la pantalla frente a quienes nos rodeaban y ellos ni intentaron apartar la mirada o disimular. Mis palabras. Mis sentimientos. Había sido sincero con Britt cuando me había escrito para salir y ella estaba tragándose todo eso con crueldad—. Eres patético, Aarón. Sólo mírate. Estás pálido, vas a llorar y apuesto lo que sea a que todavía eres virgen.

Tragué saliva. Un grupo de bastantes personas nos rodeaban, comenzaron a reírse. Esperé y rogué para que alguien llegara, para que sea quien fuera, algún desconocido o quizás una de esas chicas a las que ayudaba en clases, apareciera para intentar ayudarme sacándome de ahí o defendiéndome. Pero fue ridículo porque nadie iba a hacerlo. Yo lo sabía, lo tenía claro. Estaba solo. Britt iba a reírse, podía burlarse e incluso golpearme, era capaz de hacer lo que deseara conmigo porque yo no iba a detenerla por el miedo y tampoco alguien iba a impedírselo.

¿Era mi culpa por permitirle hacerme eso?

Entonces avanzó un paso hacia mí, cortó el espacio entre nosotros y estiró su mano. Retrocedí sin poder evitarlo.

Las risas se volvieron más fuertes. Britt volvió a echarse hacia atrás. Sonreía de la peor manera que en mi mente había llegado a imaginar jamás.

—Te lo dije—dijo entonces—. Eres un infante. Madura ya, idiota.

Se giró, dispuesta a irse. No dije nada, no podía moverme. Incluso cuando las luces se apagaron podía oír las risas de quienes aún me rodeaban. Las escuchaba, las sentía, las odiaba y aún más, pero no podía detenerlas.

00:00Donde viven las historias. Descúbrelo ahora