Cuando Abril dijo que sí, fue el momento más feliz de mi vida. Hasta ese entonces, la única vez que yo había sentido algo medianamente cercano a lo que sentía con ella, me rechazaron, ni siquiera me dieron la oportunidad.
Pero esta vez, estaba siendo distinto. Yo era el mismo, todo a mi al rededor era lo mismo, pero nada era como antes, porque yo estaba con ella y mi universo se sentía completo.
Con el pasar de las semanas y los meses, todo iba espectacular. Habíamos tenido altas y bajas, pero el amor que nos teníamos, sobrepasaba cualquier problema y lo resolvíamos.
Después de medio año de relación, yo entré a la universidad, por lo que ya no podía ir a verla tan seguido, aunado a eso, conocí mucha gente y ella comenzó a sentirse insegura al respecto. Comenzamos a tener demasiados problemas. Y terminamos un año después de empezar. Sin embargo, seguimos viéndonos, seguíamos queriéndonos.
El tiempo siguió transcurriendo, y ella comenzó a salir mucho, y, en ese tiempo, yo era demasiado inseguro, porque tenía miedo de perderla, de que conociera a alguien más, a alguien mejor, y decidiera dejarme totalmente. Me volví en exceso celoso, y como cualquiera, ella se hartó. Yo cegado por mis celos, creí que ella tenía la culpa, pero no veía lo incómodo que resultaba para ella en ese momento y cuando me dí cuenta de mi error, era inmensamente tarde.
Terminamos, solo así, ninguno dijo adiós o hasta luego, nada. Solo, dejamos de hablar, un día, ella ya no respondió y yo ya no escribí. Porque sabía que ella merecía descansar de mi.
En ese momento, no entendía porque se había ido, solo sabía que me dolía y que me preguntaba: ¿por qué te vas? ¿Por qué me dejas con todo esto que siento por ti? Pero no veía, que fui yo mismo quien la alejó de mi.
Pasaron 3 años, yo he tenido otras relaciones, al igual que ella. Pero no he podido sanar, no la he podido olvidar, no la he dejado de querer.
Yo sé que ella ya no siente nada por mi, que yo para ella, volví a ser alguien más en este planeta, pero quisiera que no fuera así. Daría lo que fuera por volverlo a intentar, por hablar con ella y decirle:
"Hey, ahora sé lo que se sentiste. No te culpo por nuestro rompimiento y espero pueda perdonarme por ser tan tonto."
Y quisiera que alguna ceniza de lo nuestro que aún permanece en el fondo de su corazón haga chispa y vuelva a encender la llama de lo que sentía por mi, porque el fuego de mi amor por ella, sigue intenso y abrigador, esperando por su retorno.
Fin