¿Que harías si luego de una fiesta tu vida cambia para mal?
Esa noche a Amber le pasaron muchas cosas que nunca se le borraran, pero... ¡ahí no termina! La cosa sigue cuando cree estar rodeada de gente normal y fiel con ella.
Secretos oscuros apare...
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Capitulo 6 ♣
—¿Amber? —Alex agita su mano enfrente de mi rostro, sacándome de mis conclusiones.
—¿Tiene familia? —necesito saber si dijo algo.
—No sabemos, sé que tiene una hija, pero nunca la vimos, nunca habla de eso —mejor así.
¿Por qué no me dijo que tiene un club de alcohólicos anónimos?
Pero si se trata de eso, ¿Por qué Alex me dijo que guardara el secreto?
¿Y por qué este lugar está situado en los peores barrios?
¿Serán todos de mi edad?
Tantas preguntas y yo sin respuestas...
—Mis amores, entren, todos los están esperando —la siliconada y sus apelativos abren la puerta y nos invita a pasar.
—Algún día tienes que decirle que deje de decir esas cosas —lo miro extrañada.
—¿Qué? ¿Por qué yo? —yo no soy quién para decirle eso, que lo haga él.
—Porque eres la única chica aquí, y nosotros, los chicos, no nos atrevemos a decirle algo así. No queremos arruinarle su felicidad.
—Claro, yo tengo que tomar el papel de la mala y decírselo —¿Cómo que son todos hombres? Ósea que ahora somos dos mujeres aquí.
—Por favor, algún día hazlo —me suplicó.
—Está bien, ahora entremos —quería ver que había adentro.
Cuando mi pie derecho que tiene las tiras del zapato desatadas, cruza el marco de la puerta, mis ojos no se acostumbran a lo que ven.
¡NO-PUEDE-SER!
Estoy paralizada, así que por eso son los más ricos del país.
—Bueno Amber, bienvenida al mundo de tráfico de armas —Alex parecía feliz.
¿Esto es lo que estás haciendo...? Pensé que eras una persona correcta.
Me mareo un poco y me empieza a doler la cabeza.
—Amber, ¿Estás bien? —Alex se detiene frente a mí y lo veo borroso.
—No me siento bien —me comienza a faltar el aire y me desespero.
Veo que Ashley se acerca, pero mis piernas no resisten, caigo al suelo con una oscuridad profunda.
Siento que Alex me habla, pero no entiendo nada, no puedo abrir mis ojos. Me carga en brazos y comienza a caminar. Ya no escucho el murmuro de la gente, sube las escaleras y me aferro a sus brazos. Son tan fuertes...
Me muevo despacio, todavía me duele un poco la cabeza, mi cuerpo está cubierto con algo suave y de favorable olor, abro los ojos, son sabanas rojas. Que manía con el rojo que tiene este lugar.
