Hace ya un siglo que comenzaron los llamados 'locos', 'maravillosos' o 'felices' años 20. Durante esta década, la moda, las ciudades, el cine, la música, el arte y la historia experimentaron transformaciones radicales, con realidades muy diversas según la región en la que nos enfoquemos. -Me agrada mi profesor de historia, dice lo que sucedió de una manera cruda, no como si fuera el tráiler de una película o como si narrara una novela dramática. Solo menciona las cosas como fueron y no como a la humanidad le gustaría que pasaran.
Estoy centrada escuchándolo mientras en mi mente recuerdo todo como si de una película se tratase...
Era 1921, París.
Un sótano húmedo, frío, pero con una gran historia y una hermosa vista.
Pintura, música y un buen vino.
Plumas y brillantes adornaban el cabello y la noche era más viva que el día.
Todos tomaban y bailaban como si la vida se fuese en ellos.
Melancolía y romanticismo se sentía en cada esquina de Francia.
París jamás estuvo tan viva...
Un papel choca con mi cabeza y me saca del trance, "esto ya parece un juego" pienso cuando veo de quien se trata, pues dos lugares detrás míos está Jonas con una sonrisa penosa y señalando el papel, lo veo directamente y me dispongo a abrir el pedazo de hoja que está en mi escritorio.

¡Hola Bianca!
Perdón por lo de la otra vez, realmente no te vi entre toda esa neblina.
¿Puedo invitarte un café para recompensarte?
Pd. Tienes unos ojos hermosos.
Guardo el papel en mi libro de historia, le doy una última mirada a Jonas y pongo atención a la clase, Jonas es un chico guapo, es alto, rubio, con unos bonitos ojos verdes como el bosque y una sonrisa coqueta pero inocente, es de esas personas que tienen una luz en la mirada, como si la vida les hubiera regalado un carisma casi angelical que hace que te enamores simplemente al contemplar su rostro.
La clase termina y automáticamente Jonas se para en frente de mí, dando tropezones y haciendo reír a un grupo de chicos que estaban cerca, me da una sonrisa y espera mi respuesta, yo arreglo mi escritorio y agarro mi bolso -Entonces, ¿Vamos por mi café? - 

Como lo había previsto, Jonas es un chico lindo, es amable y extrañamente caballeroso para un ser un chico de su edad, vamos a una cafetería a la Ciudad pues los dos concordamos que el café de la señora Renata no es el mejor.

Él me lleva a una pequeña cafetería que está ambientada en los años 20, me dijo que eligió este lugar por la clase de historia, se dio cuenta que me había gustado. "Algún día llevaré a Dominic aquí" pienso, pues a él también lo marcó demasiado esa época y al ver el gran librero, los ventanales sorprendentemente grandes para el pequeño local y la ambientación musical, no me imagino a mi amigo en otro lugar.
-Voy a querer un capuchino con una dona de fresa por favor-dice Jonas a la camarera. - Yo un afogatto- le digo a la chica que de inmediato se va a la cocina.
Por unos instantes hay un silencio incómodo, Jonas contesta un mensaje en su celular y yo contemplo el lugar.
-Entonces Bianca, ¿De dónde eres? - me pregunta Jonas- yo soy de California, pero me mudé con mi familia a Seattle por el trabajo de mis padres.
-Soy de Italia- le respondo y él sonríe alentándome a contar más- de Sicilia, realmente, pero me cansé de siempre comer mariscos y me mudé para aquí.-el sonríe a mi comentario y me escucha atentamente, sé que tengo que contarle sobre mi vida y darle un contexto aunque sea mentira de mi situación actual- la verdad es que siempre he querido viajar y conocer el mundo, entonces cuando cumplí 16 mi papá me dejó mudarme a los estados unidos con la condicion de que llevara a Dominic, quien es hijo de su mejor amigo, obviamente accedí pues siempre ha sido un plus para mí poder viajar con él.

Llegó la camarera y la atención de Jonas se centro en su capuchino satisfecho con mi historia de vida.

Obviamente no puedo ser sincera con él, no al cien por ciento o como una persona normal lo sería, la única persona que sabe mi historia como es sin tapujos ni enredos es Dominic, probablemente sepa más de mí que yo misma, a veces me da gracia pensar en todo lo que he olvidado de mí misma pero que él tiene tan presente como si hubiera sucedido hace un par de días. Aun así, lo que le dije a Jonas es verdad, soy de una ciudad al sur de Italia, Siracusa para ser más precisa, aunque en ese tiempo ni siquiera podría llamarse Italia al lugar de donde vengo, simplemente es un pueblo costero que tenía un problema con el Dios del tiempo y se les hizo fácil entregarme a mí y a otro pequeñín como arlequines de ese Dios, en cambio la ciudad prosperó y por muchísimo tiempo los pobladores se llenaron de riquezas y avance, y la ciudad de Siracusa a la fecha sigue en pie resplandeciente y bella como solía ser en el principio, en cambio Dominic y yo seguimos rondando por el planeta como distracción, juego o burla de ese tal Dios, realmente ya estoy cansada de buscar una solución o un porqué a mi condición o la de Dominic, solo sé que desde ese entonces he vivido y que la vida sigue su camino olvidándose de mí.

La tarde transcurrió muy tranquila y amena, Jonas si me había sorprendido, era amable y humilde. Se preocupaba por los demás y tenía lindas cualidades, estoy segura de que hará muy feliz a una mujer en un futuro. Al cabo de unas horas me llevó a una biblioteca donde jura hay libros de colección.
-Entonces Bianca, tu amigo del otro día es... - Me dice esperando una respuesta, supongo que ha pensado demasiado en mi amigo desde que le conté mi historia.
-Tú lo dijiste, un amigo, Dominic es mi... Mejor amigo supongo, lo conozco desde hace tanto tiempo que no recuerdo un momento de mi vida sin él. - 
-Entonces llevan años de amistad- sonrío y en mi mente aparecen millones de recuerdos.
-Ni te imaginas- le respondo entrando al local.
Es un pequeño lugar muy iluminado para estar tan escondido, me sorprende ver tantos libros apilados como torres, parece que estan remodelando.
- ¡Jonas!- grita una mujer cuando nos ve entrar y se acerca cálidamente. - Mauricie ven acá, tu hijo está en la tienda-Me voltea a ver- ¡Y trae una chica!

Jonas no podría estar más nervioso de lo que está ahora, se nota en su cara rojiza que no esperaba una reacción así.
Acomódense- nos dice- traeré té y unas galletas-Dice la regordeta mujer y sale disparada hacia el fondo del local.
-Lo siento... Otra vez- dice mi amigo y sé que no puede estar más apenado. - Son mis abuelos y se supone que hoy no estarían aquí em... hace unos meses después de mudarnos mis padres sufrieron un accidente de auto y... - calla al ver que ha dicho de más, no me incomoda, pero es extraño ver a la gente abrirse tan rápido a alguien- mis abuelos se han encargado de mí, no está mal, son buenas personas después de todo.

Es lindo de tu parte contarme esto- le digo y agarro su mano en forma de apoyo- si necesitas hablar, aquí me tienes.
Entiendo el duelo por el que paso, mis padres, amigos, familia y personas importantes han muerto de poco en poco, no es fácil para nadie, pero afortunadamente yo cuento con Dom, él me ha apoyado en cada situación como yo a él.
-Te dije que no grites mujer- habla un señor canoso, saliendo de un montón de libros y atrás la abuela de Jonas con un par de tazas de té.
-Querida, te presento a Maurice - dice la señora con una amplia sonrisa- Yo soy Jane, un gusto conocerte linda.
De inmediato me alarmo, sé que he visto la cara del hombre antes, y el nombre me es familiar, mis manos empiezan a temblar, espero que no me reconozca...
-Ella es Bianca D'angelo, una amiga de la academia- dice Jonas, a lo que el hombre me ve y parece que ha visto un fantasma bueno, es algo parecido.
- ¿Bianca D'angelo?- pregunta Maurice y eso confirma mis sospechas.
Es Maurice Black, ex estudiante de la academia de Seattle, mejor amigo de Jane Carrington, yo era su amor en ese entonces.
- ¡No es posible! ¡No es posible! -empieza a gritar el hombre y todo se vuelve una escena digna de película, grita y corre por todo el lugar mientras me señala, Jane intenta calmarlo pero está tan confundida por el repentino cambio de situación al igual que Jonas que simplemente no entiende nada pero puedo ver en su mirada lo preocupado que está por su abuelo, Maurice de repente se cansa de correr se me queda viendo con una expresión de absoluto terror y cae al piso desmayandose.

Inmortal.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora