1980

Me senté en la parte trasera del salón, definitivamente hoy no era mi día. El primer día de clases como estudiante permanente pensé que sería más divertido, pero todos los chicos parecen tan superficiales y llenos de hormonas que no me interesa el siquiera socializar. Prefería París, llevaba casi un siglo de ser parisina y vivir al lado del Sena y aunque entiendo perfectamente el porqué nos fuimos y jamás dejaría de apoyar a Dominic por lo que pasó, no me gusta Estados Unidos, de alguna manera creí que seria más interesante.

La clase de Ciencias Políticas termina y salgo como una bala a buscar a Dominic, lo encuentro en uno de los tantos pasillos del colegio, él está hablando con un chico, lo cual no me sorprende, el siempre ha sido más amable y sociable que yo.

Me acerco a ellos mientras observo al chico con el que está platicando, es lindo, tiene el cabello castaño claro y unos ojos verdes muy bonitos, las hormonas de adolescente que por desgracia todavía me persiguen se alborotan al ver la sonrisa tan coqueta de aquel tipo así que intento arreglarme un poco el cabello y esbozo una sonrisa.

-Bianca, hola linda- dice Dom cuando llegó con ellos, me da un beso bastante cerca de la boca y sé que se dio cuenta de mi intento fallido de coqueteo- él es Mauricie Black, un compañero de clase.

Mauricie me saluda y yo le doy una sonrisa más genuina, mientras siento los ojos de Dom clavándose en mi espalda. Pasamos el resto del día juntos los tres, conocimos todo el colegio, comimos juntos y resulta que compartí un par de clases con Mauricie, es más amigable de lo que creí, nos hacía reír y por un instante creí que Dominic era el de antes.

Los días pasaron y sentí que la vida últimamente no podía ser tan mala, sin pensar en el futuro o lo efímero que podría ser mi felicidad, simplemente quise disfrutar de la compañía e imaginar que era una adolescente normal viviendo los mejores años, haciendo recuerdos para la vejez.

Maurice me cautivó como hace bastante tiempo nadie lo hacía, no era un sentimiento de amor o algo profundo, sencillamente sentía que había una razón por la que nos conocimos y que estaba bien tenerlo en mi vida, las cosas dejaron de ser tan aburridas y meternos en problemas por tonterías resultó ser más divertido de lo que esperaba

-¡Corran chicos!- les grite mientras íbamos a toda velocidad por los pasillos de la academia, no me siento muy orgullosa de lo que hice, pero necesitaba más adrenalina en mi vida.
Detrás mío van Mauricie y Dom quienes no dejan de reír, nos escondemos en un sotano de la escuela y es ahí donde estallamos a carcajadas, con ellos parecía que la vida era más simple y en mi situación eso ya era una ganancia.

-¿Qué es este lugar? -dijo Dominic después de un rato- parece que nadie a entrado aquí en años.
-Parece una bodega- contestó Mauricie quien enciende un cigarro y con el encendedor trata de iluminar el lugar, sus verdes ojos parecen los de un felino alumbrado por la tenue luz del encendedor- se supone que la academia tiene partes abandonadas, tal vez aquí era una bodega, pero la desocuparon y nadie volvió a entrar.
-Deberíamos remodelar, tal vez si pedimos un permiso con la directiva nos dejen tener una mini sala, ya saben, como la de los chicos de ajedrez.- Dijo Dominic mientras prende una linterna que por alguna razón traía en su mochila, hombre preparado, me agrada la idea de mi amigo, un espacio solamente para nosotros seria muy útil.
-Sergeev- dice Mauricie llamando por su apellido a Dominic - cuando usas la cabeza no pareces tan idiota- los tres nos reímos, Mauricie y yo lo apoyamos.

A las semanas después de hablar con el director y estar de acuerdo con nuestro "ático" (en sus propias palabras "somos libres de hacer y deshacer cuánto queramos en la academia") no faltó mucho para que remodelaramos y el lugar se vuelva un refugio para nosotros.

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