Chapter 1

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En el Orfanato Magnolia, había niños que se divertían jugando juntos, otros tenían su siesta, algunos almorzaban, a pesar de ser huérfanos, todos eran felices, a excepción de cierto niño de cabellera castaña.

A diferencia de los niños que se divertían, un par de niños de doce años de edad, peleaban entre ellos, eso se había vuelto costumbre.

— ¡¡Sensei!! ¡¡Nakahara y Dazai-kun están peleando otra vez!!—. Anunciaba Nami, de once años de edad que se hacía llamar la "novia de Dazai"  aunque el castaño no tenía ni el mínimo interés en ella.

La cuidadora encargada de esa área, había escuchado el llamado de Nami a lo lejos, y preparaba un nuevo castigo para ambos niños.

— ¡¡¿Por qué me llamaste "chibi" otra vez?!! ¡¡Estoy en crecimiento!!—. Se quejaba Chuuya. Estaba sobre el castaño, haciéndole nuevos arañazos en sus brazos y cuello.

— ¡¡Tienes mi edad y yo no soy tan enano!!—. Respondió Dazai entre gritos. Finalmente logró quitarse al pelirrojo de encima, y lo pasó a la parte de abajo, poniendo sus manos en el cuello de éste con intenciones de ahorcarlo y causarle la muerte.

— ¡¡¿Y eso a tí qué te importa?!!—. Gritó Chuuya. Las manos en su cuello le estaban quitando la respiración. 

— Me desagradan los enanos gritones—. Respondió sonriendo. Apretó más el cuello del pelirrojo, mirando su rostro algo pálido. — Te mataré.

— ¡¡¡Dazai-kun!!! ¡¡¿Otra vez tú?!!—. Lo jaló la cuidadora, separándolo de Chuuya.
— ¡Sí que das problemas niño! Por eso todas las familias te regresan cada vez que te adoptan. ¡Llevas doce devoluciones!—. Jaló uno de los brazos de Dazai y lo tiró al suelo bruscamente.

Chuuya tosía y era atendido por la enfermera del Orfanato. Recibía una mirada fulminante de parte del castaño, pero esa misma mirada él se la devolvería más tarde. Se odiaban a muerte. Sobretodo por el hecho en que Chuuya era el preferido de las y los cuidadores, y él, Dazai, siempre había sido el más odiado y único maltratado en el Orfanato. Las razones de su odio.

El castaño había sido trasladado a la habitación de castigo, donde su "cuidador" personal, lo haría "pagar" por lo que hizo a su compañero Chuuya hace unos minutos.
El hombre cerró la puerta con llave, despojó al niño de sus prendas, amarró sus manos, juntándolas y comenzó a golpearlo con un látigo, obligándolo a no moverse del lugar.

Dazai evitaba derramar lágrimas. Si algo tenía era no querer demostrar su sufrimiento frente a su agresor. Odiaba verse débil, y mucho más si estaba frente a los ojos de ese hombre. Sangraba de sus heridas, pero se mantenía firmemente observando con odio a "su cuidador".

— ¡¡Lo volviste a hacer, niño!!—. Regañaba, dando latigazos al menor.

— ¡También lo mataré! ¿La razón? Es una mala persona y además, no tiene cejas. Por eso lo odio—. Amenazó Dazai, sin sentir miedo.

— Parece que te gusta que te lastime, mocoso—. Dió un último golpe con el látigo, y se acercó morbosamente al niño, obligándolo a ceder a su último castigo.

— Es asqueroso—. Murmuró el castaño, aguantando todos los dolores del momento. Desgraciadamente ya estaba acostumbrado a "los castigos" de ese hombre, y sus dolores no eran los mismos que los primeros días. Tenía cientos de cicatrices tanto viejas como recientes, no veía la razón de seguir viviendo.

Minutos más tarde, Dazai se había vendado él mismo. Ocultaba los arañazos de Chuuya y las heridas provocadas por ese hombre.
Pensaba en la manera menos dolorosa y más adecuada para suicidarse; pero siempre que lo intentaba, era descubierto por Nami o por algún otro niño que lo acusaba con los cuidadores. Para su mala suerte, seguía vivo.

TIEMPO ACTUAL. (CINCO AÑOS DESPUÉS)

— Nakahara-kun, Dazai-kun, alisten sus cosas. Un hombre millonario ha pagado por ustedes una gran cantidad de dinero. Tiene que irse con él—. Avisó la directora del Orfanato.

Habían convocado a Chuuya y a Dazai para avisarles sobre su "adopción" que en realidad había sido una compra hacia su persona. Ambos se mudarían a la casa de ese hombre, Ōgai Mori, el jefe de la Port Mafia, la organización más temible en todo Yokohama y reconocida en todo Japón.
Mientras los chicos, de ahora diecisiete años conversaban con la directora, Mori miraba a los niños pequeños del Orfanato, de los cuales, uno había llamado su atención.

— Ustedes serán hermanos a partir de hoy, y ése hombre su padre—. Dijo. Señaló a Mori, que estaba a aproximadamente a diez metros de distancia.

— ¡¡¿Ahhh??!! ¡¡¿Usted cree que podré ser el hermano de este tipo, directora?!!—. Se quejó Chuuya, cruzó los brazos.

— ¡¡Oye, chibi!! ¡¡¿Acaso me ves feliz a mí por la nueva vida que tendremos como hermanos?!! ¡¡Será horrible tenerte como hermano!! ¡¡Desde luego que no nos parecemos en nada!!—. Añadió Dazai, a modo de queja.

Mientras tanto, Mori...

Estaba maravillado con los niños. Aunque le gustaban más las niñas, un pequeño niño de casi cinco años de edad, llamaba su atención. Era una criatura adorable, cabello negro y corto, con puntas de color blanco y flequillos laterales. Sus ojos eran de un tono gris oscuro, y su piel pálida, muy blanca.

— Pero que adorable niño. Dime, ¿cómo te llamas?—. Preguntó Mori. Se puso a la altura del niño y acarició su cabellera.

— Ryū. Ryūnosuke—. Respondió con timidez.

— Bien. Ven conmigo, también te compraré—. Tomó una de las manos e Ryūnosuke y lo acercó a la directora. — Me llevaré a este niño también—. Avisó.

— Muy bien—. Contestó la directora, añadiendo al valor que Mori estaba dispuesto a pagar por los tres jóvenes.

🖤🖤🖤

Minutos más tarde, llegaban al gran cuartel de la Port Mafia. Ninguno de los dos imaginaba siquiera lo que era la Port Mafia, y mucho menos, imaginaban lo que estaba por venir.

— ¡Bienvenidos! Este será su dormitorio—. Mostraba una habitación grande de dos camas, lo cual no agradaba mucho a Chuuya y Dazai, pues no querían compartir habitación con el otro.
— Los dejaré para que acomoden sus cosas—. Salió de la habitación.

— ¡Mira, hijo! ¡Que lugar tan espacioso!—. Decía el vendado con asombro. Caminaba por la habitación, explorando cada mueble, para luego empezar a acomodar sus cosas. — ¿Te gusta, Ryūnosuke?

— ¡Sí! ¡Nueva habitación!—. Dijo el niño con emoción, dejándose caer sobre la cama y lanzando su gatito de peluche.

— ¡Es perfecta para hacerle la vida imposible a Chuuya!—. Añadió. Chuuya gruñó.

— ¡¡¡Deja de darle ideas al mocoso, Dazai!!!—. Se quejó molesto. — ¡¡Yo me quedaré en esta cama, ustedes dos en aquella!! ¡¡Ni se les ocurra molestarme!!—. Amenazó, pues conocía a Dazai y sabía que incluso estaba dispuesto a usar a Ryūnosuke para molestarlo.

El vendado sonrió, lanzándose de espaldas a la cama, al lado del niño. Comenzó a hacer cosquillas a Ryūnosuke y éste a reír. Se divertían. Esa diversión era intolerable para el pelirrojo, quien usando su gravedad, bajó a Dazai de la cama sólo para callarlo y molestarlo.

ESCLAVOS DE LA PORT MAFIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora