Steven se encontraba sentado ocupando un escritorio frente a una ventana de un hotel. Miraba con una expresión seria un álbum de fotos, pasaba de hoja en hoja a la par de que rascaba su barba de varios días. Era de tarde, faltaba poco para que oscureciera y aún desde la mañana, tenía la pijama puesta todavía.
El cuarto de hotel en donde llevaba viviendo más de tres meses, estaba hecho un completo desastre; había maletas entre abiertas con ropas que salían de ellas y paraban al suelo alfombrado blanco. Envoltorios de dulces y frituras, junto a un par de botellas de vino vacías varadas en los muebles negros modernos. La cama yacía completamente desarreglada, y se encontraban alrededor de la habitación, libros y discos regados por todas partes.
Un silencio constante se gesta, que por momentos, era perpetrado por los sonidos que se colaban del exterior por una de las ventanas.
Todo era una completa y solitaria tranquilidad para Steven, pero aún tenía muchas cosas en la cabeza. Mucho que pensar, considerar y reflexionar.
El timbrar del teléfono de repente lo saco de su concentración. Volteó hacia el mueble junto a la cama donde se encontraba el parlante. Dejo el álbum después de los centros de mesa, en la parte, en la que había fotografías de él en traje y una mujer morena con vestido blanco, posaban en locaciones decoradas de manera elegante a la vez de que parecían muy enamorados.
Se levantó de la silla, se dirigió al mueble donde él teléfono se hallaba, contesto, se sentó en la cama y se quedó mirando en dirección a la alfombra.
—¿Hola?
—Hola.
Steven levantó la mirada.
—Voy camino para allá, los de la recepción no me quieren dar el número de tu habitación.
Steven no dijo nada.
—¿Cuál es el número de tu habitación?
—307.
—Te veré ahí.
—Espera un momento.
—¿Si?
—¿Donde estas?
—Cerca.
—No te invite a venir.
—¿Puedo ir... ?
Steven tomó un silencio corto.
—Esta bien.
—Bien.
Steven se quedó donde mismo, mirando hacia al frente. Hasta que colgó el teléfono a la par de que se levantaba de la cama. Camino hacia las maletas que se encontraban en el suelo, y guardó la ropa que salía de ella para después acomodarlas. Rejunto la basura y las botellas, tendió la cama y el álbum de fotos lo guardo en un cajón.
Fue al baño y puso a llenar la tina mientras vertía jabones en esta. Busco en uno de los armarios ropa y comenzó a buscarse un conjunto, y terminó por sacar unas bocinas y poner algo de música.
No tardo mucho en que se oyera como tocaban la puerta de su habitación. Él se levantó rápidamente, camino hasta la entrada y la abrió encontrándose con una mujer de cabello castaño con un abrigó gris. Tenía un ramo de flores en una de su mano izquierda, y en su derecha, un teléfono. Los dos se miraron.
—¿Y esa música? —preguntó ella, pero no hubo respuesta.
Steven desvió la mirada y Lapis entró. Ella se acercó a él y trató de darle un beso, él se lo negó y movió su cabeza. Solo se abrazaron al final, ella le entregó el ramo y él lo tomó y cerró la puerta.
—¿Cómo me encontraste?
—No fue realmente difícil, ¿sabes?
Lapis le sonrió y comenzó a caminar a través de la habitación. Observó los muebles, las maletas de Steven, los discos, los libros y terminó en el baño. Miró la tina con burbujas y lo volteó a ver a él.
—¿Te vas a dar un baño?
—Era para ti.
Ella volteó con él, luego abandonaron el baño y terminaron por sentarse en la cama del cuarto mientras una distancia considerable los separaba.
—¿Qué es todo esto? ¿Cuanto tiempo llevas aquí?
—No lo sé.
—¿Más de una semana?
—Más de una semana.
—¿Más de un mes?
—¿Más de un mes.
—¿No piensas regresar?
—No lo sé.
-¿Cuanto tiempo estarás aquí?
—¿Tu cuanto tiempo estarás aquí?
—Mañana en la mañana me iré.
Tocaron a la puerta. Lapis y Steven miraron hacia la entrada a la vez. Este último se levantó, fue hasta la puerta y la abrió. Un botones le entregaba un carrito con un platillo, dos copas y una botella de vino.
Steven lo tomo e intercambio unas cuantas palabras con aquel. Tomó el carrito y lo dirigió hasta la cama, firmó algo y una vez el botones salió y se cerró la puerta de nuevo, Lapis se acercó a Steven, y los dos después de verse en silencio, pegaste y estrujarse, comenzaron a besarse.
Los dos se dirigieron a la cama sin despegar sus labios. "Qué barbara", "Qué bárbaro", dirían las parientes mojigatas de él. Lapis hizo que Steven se sentara en la cama, y después se separaron. Ella se quitó el abrigó, él la tomó de la cintura, y con sus manos, quito la falda que tenía dejando solo la ropa interior.
Levantó un poco su blusa, cerró los ojos y beso su vientre mientras ella lo observaba claramente abochornada. Bajo hasta su ropa interior, beso sus muslos a la par de que abrazaba sus piernas, para después abrir sus ojos y acariciar una de ellas.
Toco su piel y solo se detuvo al ver un moretón en el muslo izquierdo de ella. En ese punto se alejó de ella.
Miró hacia arriba y los dos se miraron. Ella le sonrió, y él desvió la mirada.
Lapis en el momento agarro su rostro y lo beso. Después se tumbo a la cama con él. Se sentó arriba suyo, se quitó la blusa y el sujetador, y Steven se quedó mirando su desnudez.
Había más marcas de golpes en sus brazos.
—Tienes moretones por todo el cuerpo.
Lapis alzó un poco los hombros, bajo con el y volvieron a besarse. Ella se separó, y los dos se miraron a los ojos.
—Te amo... Nunca te lastimaría a propósito, lo sabes, ¿no?
—Sí, lo sé. Ni yo a ti.
Ella sonrió y acostó en su pecho. Ocultó su cara e hizo círculos con el dedo por donde el corazón late.
—Eres un tonto Steven.
—¿Lo soy?
—Sí, pero eres lindo en cierta forma —dice y levanta la mirada para verle. Un rubor se le escapa en las mejillas.
—No soy lindo.
—Sí, lo eres —remarca y le hecha una mirada recta y altanera —Dime, —dice y se puso a un lado suyo —¿ya visitaste la ciudad?
—Aún no. No he tenido tiempo.
—¿Vamos?
—Claro, solo déjame guardar unas cosas —dijo y se movió un poco.
—Espera.
—¿Qué pasa?
—Hay que quedarnos un más rato así.
No falto el "sí", y se acurrucaron un rato más.
-Vats
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One-Shots Lapiven
FanfictionLibro de OneShots Lapiven, para amantes del bello ship. Autores variados.