Entrada al Infierno.

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Es bueno saber que has vuelto amigo mío, en el capítulo anterior vimos como Ansel se encontró con un sueño bastante extraño y al parecer premonitorio. Por otro lado, se sabe que los señores del silencio planean llevar al infierno a nuestros protagonistas y al elfo debilucho, no es de asombrarse que un plan como este no termine de convencer a algunos miembros de la orden de los hermanos del silencio debido a que, de fallar en algo, Sög, Ansel e Isildalf estarían condenando las tierras de Aldrem a ser consumidas por las oscuridades demoniacas.

Mientras tanto pasando de una vez al tema que nos reúne, Ansel despertó después de ver a aquel monstruo de aspecto taurino en su sueño, pasó alrededor de media hora y el padre Serrata soltó a los tres individuos antes mencionados y al ver como Isildalf se aprovechaba de que Sög tuviese las manos atadas el padre Serrata golpeó en el estómago al elfo, los chirridos de dolor que soltaba el elfo le parecían graciosos a Sög, apenas se le pasó un poco el dolor a Isildalf el padre Serrata de mala gana ayudó al elfo a levantarse para que se pudieran ir rápido, la razón de tanta prisa era porque tenían que hablar con el consejo inmediatamente.

En el camino se dieron cuenta de que conforme más se acercaban a su destino se sentía un aura de tristeza, preocupación y miedo, ellos no sabían que estaba pasando, apenas salieron de la puerta de las mazmorras el padre les advirtió que cuando entren a la catedral deberán de guardar silencio pues se encontraban en una reunión muy seria que podría cambiar el rumbo de todo el mundo.

Apenas dentro de la catedral las oraciones a Grendel finalizaron para dar comienzo a los preparativos del descenso, pero antes los miembros de la orden debían de decirles a los tres condenados de que consistía el plan del descenso y como se debe de llevar acabo.

El padre Serrata llevo los tres protagonistas de este lío al altar de la catedral y comenzó así a hablar con los miembros del consejo.

-Hermanos aquí yacen los hombres que al inframundo descenderán con la intención de sus pecados lograr purgar y detener la invasión que lentamente está empezando a consumir estas tierras. –En todo el interior de la catedral se escuchó el eco de la voz del padre, Ansel apenas podía creer lo que los hermanos del silencio pensaban hacer con ellos, Sög empezó encolerizarse pero intentaba mantener la paz aunque en esta situación le costaba bastante esfuerzo el no ponerse a romperle la cabeza a los hermanos del silencio presentes, en cuanto a Isildalf no le impresionaba la idea de ir al infierno, pues según él así sus dioses atestiguarían el sacrificio que pensaba pasar como accidente y que tomaría la vida del orco y del muchacho.

- ¡Esto no es justo, este castigo no es está justificado!, ¡¿Cómo se atreven a hacernos esto Sög y yo somos inocentes y podemos demostrarlo, acaso no leyeron nuestras crónicas?! –Preguntó lleno de ira Ansel pues no concebía la idea de que los señores del silencio los mandaran al mismísimo infierno y aparte desconociendo que no los iban a enviar como castigo si no para expiar sus pecados en un intento de cortar la fuente de la invasión desde la raíz como ya bastante expliqué.

-No consideren esto como un castigo, pues en realidad me temo que ustedes son parte de una profecía. –Comentó el padre Serrata.

-Una profecía no me dará de comer Padre, si alguien será enviado al infierno es el maldito elfo que nos metió en este problema. –Comento Sög al padre Serrata intentando no caer en la furia, pues de hacerlo a Ansel y a él los matarían pensó Sög.

- ¿Es acaso el dinero lo que quieres?, pues dinero te daremos hijo mío, pero con una condición.

-Dígame padre. –comentó Sög de mala gana esperando que no sea alguna estafa o alguna petición extraña como la que hacen únicamente los señores de silencio.

El orco comerciante.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora