Capitulo 5

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Una delgada capa de nieve cubría el pavimento y las ramas deshojadas de algunos árboles, Huening podía perfectamente imaginarse a sí mismo como un fotógrafo capturando el panorama para que después alguien colocara su toma en la carátula de una postal conmemorativa con una frase como "Feliz navidad y próspero año nuevo" o algo así.

Le dio un pequeño sorbo al chocolate caliente de su termo, dejando escapar un suspiro corto y esbozando una sonrisa fugaz, apenas visible, ante la idea, dicho gesto transformándose rápidamente en una mueca de disgusto tras recordarse a sí mismo el hecho de que sus dedos estarían congelados de no ser porque con ellos sostenía el envase tibio, y por un segundo maldijo a su mejor amigo por haber prometido llegar al punto de encuentro acordado a las 4:00 y aún tenerlo esperando en el frío a las 4:56.

[14 de diciembre de 1983]

Habría deseado que su corazón no se estrujara de aquella forma al oír por cuarta vez consecutiva la voz de la operadora diciendo que el número que había marcado estaba inhabilitado. Le habría encantado que en alguno de sus intentos el pitido se detuviera con el sonido tosco, sordo y distorsionado del teléfono siendo contestado y reemplazado inmediatamente con la voz de su hermana saludando alegremente, quizás también llorando un poco, después de tanto tiempo diciéndole lo mucho que lo había extrañado a él y a sus padres.

Él probablemente le hablaría del conejito y le contaría sobre toda la gente que había ido y venido en su ausencia, ella le hablaría sobre su matrimonio, su trabajo y lo difícil que era adaptarse a un nuevo idioma, reirían un poco y le preguntaría cuándo los visitaría de vuelta.

En sus deseos ella respondía y él tenía nuevamente la certeza de que su amor era incondicional y de que su hermana siempre sería su lugar seguro.

El ánimo de Soobin cayó en picada junto con sus esperanzas, e igual que todos los años desde hacía 5 diciembres, la decepción lo llevó con el ceño fruncido y las manos temblorosas a azotar la puerta de aquella cabina telefónica y encaminarse de vuelta a casa, sabiendo que su padre lo recibiría con un "Te lo dije" al ver sus ojos levemente cristalizados.

A lo lejos, la mirada de un chico castaño lo seguía con curiosidad, quizás también con un poco de lástima preguntándose qué podría ser tan malo para causar tal frustración en alguien cuyo rostro parecía tan amigable antes de entrar a aquella cabina. Y claro, él ni siquiera lo notó.

El rechinar de las llantas de un auto y el claxon tocado con molestia hizo a ambos perderse de sus propios pensamientos y voltearse a mirar a la calle, un chico de aproximadamente la misma edad que ellos, quizás solo uno o dos años mayor, acababa de cruzar la calle corriendo y un automovilista le lanzaba insultos por cruzarse en su camino sin tener precaución. El joven en cuestión realizó una reverencia a modo de disculpa y sin prestar atención a los gritos corrió hacia donde su amigo.

-Hey, Hueni... -Un manotazo sobre su cabeza le impidió terminar su frase.

-Eso es por hacerme esperar casi una hora solo en el frío.

-Pero... -Otro manotazo.

-Y eso es por cruzar la calle sin cuidado ¿Tienes idea de lo que te pudo haber pasado si ese conductor no hubiera frenado a tiempo?

Soobin no tenía la menor idea de qué clase de conversación pudiera estarse desarrollando entre los dos chicos que se hallaban de pie a metros de distancia suyo, mas le hizo gracia la forma en cómo aquel muchacho de labios similares a los de un patito parecía estar siendo reprendido por el otro joven.

Tokki DaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora