Sexto: La mujer solo pertenece a un único dueño. Cualquier transacción femenina debe ser aprobada por el Hokage.
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Desde el día en que se llevaron a sus padres por ser líderes de un grupo en contra de la esclavitud de las mujeres, él ha tenido que ser todo para su hermana. Ella al ser tan pequeña no recordaba nada de ese día; para Sakura siempre habían sido solo los dos. Él recordaba cada segundo de lo que había vivido aquel momento, en aquel lugar; cada noche al dormir.
—¡Hermano! —Sakura tiró la manga de la ropa de su hermano mayor y puso su mejor sonrisa al ver que él le dedicaba atención —¡Juguemos! —Chilló poniéndose delante del chico y dando saltitos frente a el.
El adolescente sonrió con su entusiasmo, sin demasiado esfuerzo la tomó en sus brazos y la subió a su espalda. Eran huérfanos, como muchos otros. No tenían más familia que ellos mismos y por eso, la pequeña de cabello rosado era la adoración de su hermano.
Ese día en especial era uno de los tantos en los que se encontraba pensando y maldiciendo a cada uno de los hombres de Konoha. Hasta el tranquilo pueblo de Oto habían llegado los comentarios de las atrocidades que ellos hacían a las mujeres que nacieron y nacerían.
—Se escucharon rumores, de que... Se implementaría aquí —Frunció su ceño e hizo una mueca apretando sus brazos en torno al cuerpo de su hermana, que sonreía en su espalda —¿Dónde se supone que vayamos? ¿Se robarían a mi hermanita? ¿La esclavizaran? Si algún bastardo la toca lo matare. Por favor, que solo sean rumores.
Su mirada era muy lejos de ser la que un niño, casi adolescente debería tener. Aunque eso no era de sorprenderse; la sangre, el odio, todo lo que llevara consigo la muerte y desgracia, quitaba la inocencia de los niños. Los seres más puros eran corrompidos por la mano del hombre.
Los días en Oto se transformaban lentamente en un suplicio para todos sus tranquilos habitantes. No tenían comida y ver a los ninjas portando la insignia de Konoha en sus frentes merodeando por las calles, los tenía nerviosos. Las mujeres no salían de sus casas, las niñas habían sido ocultadas de las miradas carroñeras de aquellos ninjas que cotizaban sus nuevas presas. Era la paz antes de una tormenta que amenzaba con destruir todo lo que conocían.
El hermano mayor de Sakura, ya se lo veía venir. Era imposible que no lo hiciese, sus sentidos estaban agudizados y su cerebro trabajaba ante el más mínimo cambio en su alrededor, el peligro se sentía en el aire.
Sakura fue llevada a una cueva a las afueras de la ciudad, no quedaba lugar seguro que estuviera cerca en aquellos momentos. Y con la escasez de comida, los pronósticos no eran para nada alentadores. En el día, la dejaba en el escondite jugando con unos pocos juguetes viejos que su padre había fabricado y le prohibía dejar la cueva por nada.
Escuchaba como el estómago de su hermana y el suyo propio sonaba exigiendo comida. Contando aquel día, ya eran cerca de tres días que no comían nada. Estaba desesperado, había buscado alguna forma de conseguir comida, pero, la suerte no había estado de su lado. No había trabajo para un niño en aquel pequeño pueblo. La caza estaba descartada, porque los ninjas tenían el lugar completamente rodeado con sus campamentos.
Al salir de aquella cueva donde su hermana dormitaba con una de sus pequeñas manos en su estómago, él lo decidió. No importaba la manera, él le daría de comer.
Para un niño de 13 años y con una hermanita pequeña las cosas no son nada sencillas. Para ningún niño, lo era en aquellas circunstancias.
Su nombre era Retsu.
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Propiedad de Uchiha Sasuke
FanficSummary Todas las mujeres en Konoha tienen una educación diferente a la de los hombres. No es por que se les considere débiles. No es porque se les considere más fuertes, ni más delicadas. Lo que realmente sucede es que no se les considera alguien...