Introducción

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Algo Inesperado

La rutina pacífica de Diana Montero cada día se desarrolla milimétricamente igual.

Para cualquier otra persona una diferencia de 2 minutos no es nada, más para Diana esos escasos minutos son un mundo desperdiciado.

Podemos asegurar que Diana es distinta, un tanto única o quizás solo rara.

Su mente aguda y certera como una flecha, precisa de ese momento de paz en el que sabe qué va a pasar y cuando. Esta rutina le da un cierto sentido de poder sobre su vida.

El resto del tiempo su mente es una jungla, a toda velocidad y llena de alimañas chillando y golpeteandole las sienes. Estas se balancean de un lado a otro sembrando caos y recogiendo datos, demasiado rápido normalmente para atenderlos. Pero Diana no es cualquier persona, por más que los escurridizos habitantes de su cabeza muestren los dientes, Diana siempre se sobrepone en su rato de paz calculada.

Por eso en ese tiempo- recién levantada y con su característico malhumor mañanero- es capaz de calcular:

- Hasta que punto afectará a su rutina ese enorme desbarajuste horario, además de como solucionarlo.

- La cantidad de Tostadas y en que ángulos saltarán una vez estén preparadas, de la manera óptima para su apretada agenda usualmente.

-El tiempo y la temperatura a la que debe estar en la ducha para sentirse lo suficientemente energizada para salir a trabajar.

Planea cada segundo de su día como puedes comprobar. Planea que pan se tostará más rápido (aunque se conforma con el Bimbo) y sabe que gel le ayudará a concentrarse más en los eventos que se desarrollarán en las próximas horas.

Sobre que ropa ponerse prefiere no pararse a pensar mucho, ya que puede que el estrés y las prisas diarias hayan hecho que se descuide un poco.

Su planificación mañanera es vital para Diana, es su vida, sus planes, sus horarios.
Son sagrados.
Son lo que en parte la mantienen cuerda.
Por esto no le agrada en lo más mínimo cuando unos pasos que no había escuchado antes (los recordaría siendo Diana) reverberan por el hueco de la escalera en dirección al piso en el que se encuentra ella.
No puede ser ningún vecino, ya que la mayoría siguen dormidos a esas horas.
Tampoco cabe la posibilidad de que sea un repartidor o alguien de correos, empiezan a repartir sobre las 6.

Le roba una mirada al reloj momentanea.

Las 4.30 A.M.

Sea quien sea, Diana puede asegurar de que viene a buscarla a ella. Y eso le agrada todavía menos.

Diana Montero: 9/4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora