Una Tarea
Helena siempre se había considerado en forma.
No era por una simple cuestión de estética, la agilidad y destreza que necesitaba en su día a día (que era bastante ya que era policía), le permitía cruzar sin dificultad cualquier tramo. Aunque a veces se le antojaba repetitivo el tener que realizar una y otra vez las repeticiones, en esos momentos en los que estaba a punto de dejarlo - y comerse un buen trozo de bizcocho- recordaba por qué era realmente necesario todo ese ejercicio.
Avanzó rápidamente, casi sin posar la desgastada goma de sus viejas zapatillas Converse.
La madera carcomida por el centro, después de 119 años de uso como mínimo, resuena bajo sus pies. Pero por suerte los tablones aún son firmes; y a distinción del resto del edificio, están pintados y barnizados.
Hay poca luz en los pasillos que deja atrás, bombillas fluorescentes de unos 30 W colgando del techo es lo único que puede divisar más allá de los escalones.
Por debajo de las puertas a medida de que va subiendo se escapan voces extranjeras en lo que ella percibe como sonidos inteligibles, música alta de alguna que otra puerta y un intenso olor a humedad y madera desgastada predomina en el ambiente.
Nada de eso le inquieta a Helena sobre el edificio, está acostumbrada a lidiar con olores fuertes y sitios descuidados (se encarga principalmente de casos de okupación) y a ciudadanos de procedencia dudosa y en una situación complicada (Trabajó un buen tiempo en aduanas).
Lo que le molesta realmente es tener que subir escaleras a las 4 de la mañana.
Quién me mandaría a mí a meterme en asuntos extraños por conseguir un ascenso, piensa Helena. Además de vuelta en casa podría estar durmiendo, y no buscando a una desconocida en un barrio de mala muerte. Esto en mi pueblo no pasaba.
No es que se arrepienta de haber salido de su pueblo, de hecho era un alivio para ella. Al menos podía mirar el lado más positivo, estaba ahorrándose ir al gimnasio aquella tarde. La inspectora (como le gusta que la llamen), tiene un cuerpo muy definido sobretodo los músculos traseros, ya sabéis que subir escaleras no es nunca solo un hobby.
Sobretodo para que no la molesten los demás, a cuenta de tener una apariencia muy del montón. Que un pueblo es un pueblo y los polis por muy polis que sean son igual de imbéciles que cualquier otro.La mayoría tienen la mentalidad más antigua que aquellas escaleras centenarias que Helena recorría a paso ligero.
Tampoco es que se considere fea, para ella lo que realmente sucede es que destaca poco, tenía unas facciones muy comunes en comparación a todas esas chicas que aparecían en las redes. Pelo castaño, liso y ojos marrones le atribuían ese aspecto tan común que ella poco aprecia.
La subida iba a merecer su sueldo, cuando llegó al sexto no le quedó otra que agradecer que hubiese llegado de una vez. En el fondo estaba deseando llegar de una vez pero su orgullo le haría decir otra cosa si le preguntan.
En ese descanso de toda la subida, una humilde tabla en la que apoyarse clavada al suelo con clavos oxidados, le pareció un oasis para sus piernas cansadas, de todos modos ya había llegado a su destino final. Se apoyó unos segundos para recuperar el aliento, pero principalmente para escoger sus palabras para la tan incómoda conversación que se vería obligada a tener en cuestión de minutos, se paró a reflexionar, cómo su vida había llegado a eso.
La respuesta, orgullo...Lo que la metió en ese lío.
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Diana Montero: 9/4
Mystery / ThrillerLa mentira y la verdad, dos términos que de buenas a primeras parecen opuestos. Pero ni la mentira se aleja tanto de la realidad, ni la verdad se acerca tanto a los hechos. Al menos no para ella. Diana Montero, no es detective ni policía. Pero ha re...