Burlar la muerte

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- ¿Y si algo sale mal? - preguntó el, preocupado.

- Querido mío ¿Es que acaso no confías en mi? - Dijo con pícara sonrisa y maliciosa mirada, pero aún con un flaquear en su voz que demostraba la inseguridad de sus palabras

- No es que no confíe en ti, Shara, claro que lo hago, tan solo temo sentir dolor alguno.

El suelo estaba lejos, muy lejos, y el se preguntaba como tal cosa podía ser real, confiaba en su amor pues había estado enamorado de ella toda la vida, pero ¿Y si estaba loca? Un día escucho que había empezado a consumir drogas, no sabía si el rumor era cierto pero aún así... Y se volvió a preguntar ¿Qué tanto en ella habría de confiar? Al fin y al cabo, había desparecido por meses, y ahora que al fin llega a su reencuentro le sale con tal disparate.

Su padre, que lleva más de 20 minutos intentando dormir, va hacia el enojado ¿Cómo era posible que hubiera tanto bullicioso en tan altas horas de la noche? Se suponía que Alejandro yacía dormido hace más de una hora.

Cuando llegó al cuarto su puerta se hallaba bajo llave, ahí el padre se preocupó, pues la última vez que su hijo se encerró lo encontró casi muerto en el piso de su baño, lesionado e inducido en los tenaces efectos de la lisérgida, mientras balbuceba cosas casi incomprensibles, mencionando mucho a una tal Shara, lo cual era raro, pues así se llamaba su mejor amiga de la infancia, pero ésta había muerto a sus 10 años en la carretera de la viuda, vía Puerto Ordaz.

El padre acerca su oreja a las rendijas de la puerta, escuchando a su hijo hablar solo, con mal agüero y ya desesperado, sin tiempo de buscar las llaves opta por tumbar la puerta, entra al tiempo justo en que su hijo se monta en una silla al lado del balcón de su habitación, corre hacía el antes de que haga algo estúpido, pero ya es muy tarde.

- No dolerá, volveremos aquí antes de que siquiera toques el suelo.

- Realmente quiero seguir viviendo, pero junto a ti, solo si es junto a ti. - Siendo eso lo último que dijo, antes de que su padre llegara a el, salto de la silla hacía el vacío, 25 pisos abajo, perdiéndose en la densa oscuridad que le proporcionaba las altas horas de la madrugada.

El padre se desmoronó en el piso rompiendo en llanto, incapaz de acercarse al borde para sin siquiera intentar encontrar el cuerpo de su hijo a la distancia. Justo en ese momento escuchó unos pasos tras suyo, alguien entrando por la habitación, alguien en aquella desolada casa.

- Viejo ¿Qué hacés llorando? Ve la hora, pareces gata en celo con tanta pena, los niños se despertaron espantados, y sabes bien lo que me costó hacerlos dormir -.

Luis se levantó del balcón, confundido, ya no recordaba en que momento había llegado ahí, ni mucho menos porque sus ojos ardían inundados en el agua salada de sus lágrimas, recorrió el cuarto en el que se hallaba con inexplicable rareza, como si por primera vez observara todo, el color de las paredes, la cama ordenada, los retratos familiares en las dos mesitas de noche, con su hijo Alejandro, su nuera Shara y sus nietos, Isabella y John, -¿Desde cuándo había tanta luz en el lugar? ¿Qué hora era? ¿Por qué estaba ahí despierto?- Eran las preguntas que circundaban ahora en su cabeza, mientras pensaba en eso entro una mujer esbelta y hermosa al lugar, era su nuera.

- Mira Luis, me tenias preocupada así que te hice un té de manzanilla, espero pueda calmarte un poco

- Gracias Shara, no tuviste que

Al día siguiente, ese momento de la madrugada no se mencionó, dejándolo pasar por alto y así sin más había sido olvidado, la muerte había sido burlada y olvidada.

~~~

Era fuerte el sonido de la ambulancia acompañado del fuerte sonar de las campanas de los bomberos acercándose a través de la lejanía, esto despertó a Luis el cuál estaba en un profundo, extraño pero agradable sueño, su casa estaba en llamas, sus cortinas ardían en el fuego abriéndose paso hacia su cama, su cabeza dolía demasiado, era la resaca, anoche había dejado el fogón encendido después de llegar ebrio a su hogar, los bomberos ya estaban acercando la escalera a la ventana de su habitación, por suerte, la casa no valía mucho y además, vivía solo, era un vagabundo afortunado de vivir bajo techo.

Ecos VacíosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora