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Me levanté rodeando las 7 de la mañana cuando escuché a Buenos Aires y Córdoba llegar. Hace algunos meses que ellos están más tensos que tartamudo pidiendo fiado mientras vemos como enfrentar la crisis que tenemos desde hace más de un siglo. ¿Yo? Yo simplemente tengo hambre.

Que ganas de una milanesa napolitana con empanadas y papas fritas con queso chedar y después unos matardos con medialunas rellenas.

Escucho unos pasos presentes que bajaban de la escalera, Rusia tenía una mano frotando su frente y soltando leves quejidos, parecía tener una resaca como la que debe tener Maradona después de enterarse que en el cielo no hay falopa.

— Buenas tardes...— Le digo exagerando el horario sabiendo que eran las 8am.

— Oh, hmm hola...Lo siento, no quise ser una molestia ayer. Imagino que abré echo el ridículo.— Exclama seriamente, volviendo a ser el país ejemplar.

— No te hagas drama. Bueno, estabas mas duro que turrón de navidad pero no me molestó... Me hiciste reír bastante.

Rusia suspira.— Bajo ningún concepto espero que tu me humilles u hables de esto frente a los demás, Argentina.

— No soy tan bosta... Soy buena gente. Vení mirá, te hice un cafecito con leche.

El de ushanka pareció considerarlo como si fuera una guerra. Pero optó por obedecerme y se sentó a mi lado mientras yo tomo los mates típicos de mi rutina diaria. Se llevó el líquido a la boca y soltó el hálito de vapor, por su rostro pasó un gesto de liviandad y calma que hasta me dió ternura.

Se veía más cansado que grafitero de la muralla china, y las enormes ojeras que tenía se debatían entre drogas y falta de sueño. Capaz suene exagerado hablar de más al decir que se veía hermoso con esa pinta de chico más malo que diarrea con tos. Me imagino todo el estrés que debe acumular trabajando para una nación tan grande como la suya. Espera... Eso sonó raro.

Me imagino el estrés que debe acumular trabajando para una nación tan potencial y millonaria como su país. Eso sonó mejor.

— Che, rucu. ¿Vos haces la de Vladimir?.

— ¿Qué?, ¿Vladimir?.

Inflo mis cachetes aguantando las risas.— ¿Entonces sí la haces?.

— Sí, todos los días. Maneja muy bien mi economía.

Asiento reteniendo la risa y me tomo el mate de un sorbo, quemandome un poco la lengua. Me cebo otro mate y miro como Rusia se termina su café. Cuando lo hace se pone de pie y me mira seriamente.

— ¿Me acompañas a la salida?.

— ¿Te vas ya?.

— No, mañana. Claro que sí, olvidé la reunión que tengo con Alemania.

Levanto mis brazos.— Ey, bajame un cambio o no te dejo ir.

Rusia suspira.— Lo siento. ¿Puedes acompañarme a la salida, por favor?.

— Ahí ta' capo, no te costaba nada ser amable. Dale vení.

Cuando lo acompañé hasta la salida se quedó estático en la entrada de la puerta, y se gira hacia mí para verse algo avergonzado. Carraspea y se endereza nervioso.

— Yo... Uhm, no traje mi auto.

Suelto una risita por lo bajo y entro a mi casa a buscar las llaves. Salgo haciéndole señas para que venga conmigo y subimos al auto mientras manejo por la ciudad. Entro al barrio privado de Alemania y estaciono frente a su casa. De pura casualidad estaba parado frente a su casa mirando su reloj con cara de orto. Parecía querer encajarle una ñapi al ruso. Cuando nos ve se nos acerca al auto, y baja la ventanilla.

— ¿No viste la hora?.

Rusia traiga saliva.— Yo...

— Te dije a las 7 am. Son las 9, ¿qué hacías?.

Me reí agitando mis manos.— Pará pedazo de tóxica, ¿Cuando se casaron?.

— No estamos casados, como mi mejor amigo era su deber venir a las 7.—Ale suspira.— ¿Te importaría quedarte, Argentina? No quiero cometer homicidio.

Sin siquiera esperar respuesta, Alemania abre la puerta y me baja a jalones del auto, arrastrandome como si fuera oruga hasta entrar a su casa, nos sentamos en la sala y él no dudó ni un segundo en poner la cerveza en la mesa casi de golpe acompañada con maní salado.

Un par de bebidas después.

Solo unos pares de minutos mientras hablábamos cagadas ya estábamos en pedo. Tanto así que ya estábamos planeando ir a robar un elefante de un circo.

— Entonces la besé y...

Lo interrumpo riendo.— Alemania sos menos creíble que submarino boliviano.

— ¿No me crees en serio?.

Niego con la cabeza sin parar de reír.— Ladra que perro no muerde.

Alemania y yo reímos más de lo normal antes mi comentario, Rusia suspira pasándose las manos por el rostro. Parecía cansado así que me acerqué a él.

— ¿Qué te pasa, Poste?.

— ¿No crees que debería llevarte a casa?.

— Si me das un beso, no voy.

Alemania salta sobre la mesa.— Yo si te puedo dar un beso.

— No, vos salí que estas más feo aborto de bruja.

Alemania frunce su ceño, claramente enojado. Se me acerca levantándome el mentón y me planta un beso en la boca sin mi consentimiento. Me quedé estático sin que saber que hacer, y solo cerré mis ojos, nervioso.

Siento que Rusia me jala atrayendome hacia él y...

Tambien me besó.

Provocando una pelea de inválidos.

Una porque Alemania empezó a largar piñas por todos lados estando más borracho que chileno en terremoto con náuseas, y otra porque Rusia se tropezó con una planta y quedó cojo.

Ay la puta madre...

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QEPD el S10 de la Argentina.
F por mi chiste.

Detrás de la apariencia.- ArgFicDonde viven las historias. Descúbrelo ahora