Vlad

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-¡Papi! Quiero helado.

Con una sola petición todo se le sería concedido a la pequeña que saltaba de un lado para el otro, sin soltar la mano de su padre. Alegre de que se estuvieran aproximando a la tienda de helados, empezó a nombrar uno tras otro, cada sabor que se le venía a la cabeza ya que estaba desesperada por una barquilla de 3 pisos y cobertura de chocolate con chispas de mentas.

Él hombre solo sonreía con genuino amor hacia su hija, ya que el hecho de verla feliz era más que suficiente para él.

Hicieron sonar el timbre de la puerta, avisando a la gente y/o empleados que estaban entrando, solo fue cuestión de soltar a la de ojos marinos para que fuese corriendo a la barra donde estaban todos los sabores disponibles. El mayor se aproximaba a un paso más lento, acostumbradose al bullicio que normalmente tenía ese tipo de tiendas, gracia a los niños o a los empleados atendiendo.

Esto último era mucho más relevante ya que al parecer las tres personas que se hayaban atendiendo el día de hoy estaban discutiendo del otro lado de la barra, capaz no se colocaban de acuerdo con algo; él restándole importancia aclaró su garganta simplemente para llamar la atención y que lo atendieran.

Un poco de la descripción de aquel hombre era su gran altura, su tez blanca sin llegar a ser pálido, su cabello platinado al igual que su barba, aún con el traje formal que cargaba de color negro se notaba, gracias a que era entallado, su cuerpo bien formado y musculatura trabajada. No aparentaba para nada la edad que debía tener, y él era feliz con eso. Ahora bien, con respecto de nuevo a su color de piel, cuando el muchacho encargado de las órdenes y él chocaron miradas, se volvió pálido como la nieve.

No podía creer lo que estaba observando, pensando que simplemente era un fantasma o alucinación que iba a desaparecen en cualquier momento.

-Buenas tardes, mi nombre es Daniel, y lo estaré atendiendo el día de- ¡Se pueden callar por un momento y simplemente servir las órdenes! -De estarle prestando atencion a Vlad, que tampoco era mucha, desvío nuevamente la mirada a los otros dos estudiantes que parecian simplemente jugar- Disculpe, ¿Cuál será su orden?

Todavía se hayaba pasmado en su lugar, aún cuando ya no se estaban mirando directamente podía sentir aún esa mirada que le quemó por dentro y lo hizo sentir un poco más vivo... Nuevamente.

—Un helado barquilla triple, mi hija elegirá los sabores. Gracias. —Y dió su tarjeta. Todo en un modo automático que ni él mismo entendía. Era extraño, todo lo que estaba recibiendo su cabeza de información. Entonces le devolvieron su forma de pago, así dando paso al siguiente de la fila.

Su hija se hayaba tan emocionada que tan vel no había notado nada, menos cuando solo gritaba los 3 sabores que quería. Estaba ensimismado, no entendía que era todo lo que estaba pasando y su cuerpo se estremecía cada 5 segundos.

—¿Ma'? —Escuchó a su pequeña, eso lo hizo volver y voltear a la dirección de la voz. El joven que antes lo había atendido en caja le estaba dando el helado a Daniela, pero ella solo estaba paralizada sin recibirlo. Había visto lo mismo que el hombre mayor.

Este solo se apresuró a recibir el helado en sus manos dando las gracias para poder arrastrar de ahí a la de cabellos azabaches.

Al estar fuera, escuchó los hipidos de la pobre niña, haciendo que el adulto se inclinara y recibiera un fuerte abrazo.

—Esa era... Era mamá. —Afirmó, entre pequeños lloriqueos mientras tomaba el helado que el mayor le afrecia.

—Se parecía mucho ¿No? —No quería confirmarle a la pequeña sus sospechas pero eso era verdad... Ese chico de ahí, era su esposa. Su difunta, esposa.

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Hey ¿Me extrañaron así sea un poco?
No revisé el capítulo, luego hago más debidas correcciones.

Toys and Children [DP: Pompous Pep]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora