15. Kayla

9.9K 665 585
                                    

Mi corazón latía con fuerza. Respiraba profundo varias veces para poder calmar mis nervios.

Desenfunde mi espada al mismo tiempo que la bruja y noté sorpresa en su rostro. Miré mi espada con el ceño fruncido y también me sorprendí al ver que la hoja de esta era de cristal.

Bien, concentrate Kayla.

Miré a la bruja y me puse en posición. Soltó un grito y con mi espada detuve su ataque. La volví a bloquear, otra vez y otra. Eso le molestó.

-Pelea como una verdadera guerrera- gritó.  Le sonreí con cinismo y ataqué. La tomé por sorpresa y le lastime la mano.

Seguimos chocando nuestras espadas con furia y en un intento por decapitarme me agaché para esquivar su espada. Con mi espada hice que cayera y estando en el suelo, ella hizo lo mismo pero con su brazo y caí. Estando tan cerca, trató de clavarme su espada en el pecho, pero con mi mano hice una pared de fuego entre nosotras y logré que se alejara. Me levanté  y comencé a atacar, como pudo se puso de pie. De un momento a otro me lanzó una estalagmita con punta filosa, solté un pequeño grito cuando sentí que su hielo había rozado mi brazo, haciendo una leve herida. Su sonrisa se borró al ver que una bola de fuego iba directamente a su pecho pero logró esquivarla. Luego de unos minutos logré darle un golpe en el rostro con la empuñadura de mi espada. Con mis manos hice una especie de bloques de hielo en sus pies para que no pudiera moverse pero no duraron mucho porque ella los hizo explotar.

Se acercó rapido con la intención de apuñalarme con su espada, dejé que se acercara lo suficiente y cuando fue el momento me moví a la izquierda, haciendo que la espada se incrustara en el cristal, aproveché su confusión para darle una patada en la espalda y hacer que su rostro chocara con el cristal. Los narnianos y los reyes celebraron mi movimiento.

Miré a Edmund y me sonreía orgulloso, me guiñó el ojo y me sonroje un poco. Mire a mis jueces y sus rostros mostraban preocupación. Mi ceño se frunció.

La bruja soltó una risa burlona.

-No me digas que el rey Edmund te está cortejando- dijo mientras se reponía del golpe. No respondí. -Oh querida, no sabía que te gustaban las sobras de tu madre- sonrió e hizo un puchero. -Te diré algo; Edmund no es bueno para ti. A él le encanta el poder y la riqueza- yo sólo la miraba- es un muchachito que está dispuesto a traicionar a su familia con tal de ser venerado por todas las criaturas. 

Sus palabras causaban miedo dentro de mi. No podía evitarlo. Miré hacia donde Edmund se encontraba y su mirada cambió por completo.

-¡Kayla cuidado!- gritó.

Sentí que mi cabeza giraba con brusquedad y mi mejilla comenzó a arder. El golpe que recibí fue tan fuerte que caí al suelo lastimándome un brazo. Luego sentí que la bruja me daba patadas en el estómago, trataba de cubrirme pero no era suficiente. A lo lejos escuchaba las exclamaciones de los narnianos preocupados. Cuando las patadas terminaron, la bruja me tomó del cabello y estrelló mi cabeza contra el suelo. Quedé aturdida por el golpe y todo daba vueltas. Traté de tomarle el brazo para poder herirla con fuego pero se alejó.

Mi cabeza se llenaba de voces que gritaban mi nombre. Mi vista se estaba aclarando cuando sentí que Jadis colocaba su mano en mi cuello y comenzaba a ahorcarme. Con mis manos trataba de quitarla de encima pero no podía y comenzaba a desesperarme.

-Me aseguraré de que mueras lentamente- dijo entre dientes, aflojó su agarre y pude tomar un poco de aire. Se enfureció cuando le arañé el rostro y volvió a apretar su mano en mi cuello.

Con una fuerza increíble me levantó del suelo y me mostró a sus seguidores como si de un trofeo se tratara.

-Admiren todos- gritó. Sentía que el poco aire que me quedaba se iba terminando, golpeaba su brazo y comencé a patalear para lastimarla pero parecía que ya nada le afectaba. De nuevo mi vista se nublaba y las fuerzas me iban abandonando. -¡La princesa Kayla, el tesoro de Narnia, mi hija!- dicho esto me dejó caer.

El tesoro de Narnia [Edmund Pevensie]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora