Fuego. Fuego por todas partes. Llamaradas de lava que le recorren las entrañas. Sangre ardiente que viaja por su cuerpo incendiándolo todo a su paso. Calor. Mucho calor.
Una lengua le recorre la nuca. Muerde, lame, succiona. Atrapa su carne entre los dientes hasta que le roba jadeos de lo más profundo del alma, luego, curativo, calma la piel con más saliva.
Agitado, sonrojos que abandonan ya el cerco de sus mejillas y ocupan toda su piel. Labios entreabiertos emitiendo sonidos animales que hace ya tiempo ha dejado de escuchar. Todo es sentir.
Y siente. Siente como las manos contrarias agarran su piel a manotazos, como intentando abarcar todo a su paso. Una, en la parte delantera de su cuello. No aprieta, pero sujeta. Le alza el mentón de tal manera que toda su piel queda sometida al castigo de los gruesos labios. La otra sobre su vientre, manteniéndole erguido aunque su cuerpo no haga más que querer vencerse hacia delante.
La respiración contraria en su oído, el cuerpo del moreno que le acompaña entre gemidos pegado completamente a su espalda, cuatro rodillas intentando mantener el equilibrio sobre el colchón y un miembro bien certero que le nubla el pensamiento en cada penetración.
Y placer. ¡Cuánto placer! Viaja por sus arterias como olas en mar embravecido. Le hunde y le salva del ahogamiento con cada embestida. Hace tiempo que dejó de saber cómo se llama. Sin embargo, el nombre del contrario parece haberse quedado a vivir en sus cuerdas vocales.
- ¡Agoney! - Grita tras una penetración profunda y rápida. - Más, más...
Y el contrario obedece. Porque, ¿cómo no hacerlo si se lo pide entre jadeos tan entrecortados que casi hacen indistinguibles sus palabras? Se aferra a su vientre, manteniéndole pegado a su cuerpo, mientras le penetra más rápido. Y con el aumento de ritmo también lo hace de forma proporcional el placer.
>> Joder, justo ahí... ¡Más! - No sabe lo que dice pero hace tiempo que dejó de importarle.
Sudor. Sudor por todas partes. Sus pieles resbalan y se pegan sin sentido ni razón. Todo es húmedo, muy húmedo. El sonido de sus cuerpos al chocar también lo es. Sabor a melocotón ya pegajoso entre las nalgas que facilita cada movimiento.
Ninguno de los dos sabe ya cómo han llegado allí. Poco importa el pasado si el presente se siente así. Veloz y profundo, suave y certero. Cada embestida les hace tocar el cielo con los dedos, acariciar la piel contraria como si fueran las nubes.
Y él no sabe dónde colocar las manos así que simplemente sujeta las contrarias contra su cuerpo para que no se separe, por si acaso se le cruza esa idea por la cabeza. Pero, ¿cómo hacerlo?
Y el baile sigue y cada vez es más pegajoso y más sucio.
- ¿Bien? - Oye como le susurran al oído entre jadeos.
- Sí, sí, sigue... - Y como si esas palabras le dieran fuerza... - ¡Agoney!
Le empuja contra la cama suavemente, haciéndole caer desmadejado sobre las sudadas sábanas. Cambio de ángulo, cambio de postura. Esta vez el pálido cuerpo completamente tumbado sobre la cama, con él contrario como un manto sobre él.
Con las pocas fuerzas que le quedan, intenta encorvar la espalda y sacar culo para darle mejor acceso y parece que lo consigue porque acierta cada vez.
Sin dejar de sacar gemidos de los labios gruesos del rubio, el otro se recoloca: de rodillas, piernas a cada lado de las caderas contrarias, cerrando los muslos contrarios con sus tobillos. Nota como se estrecha, le aprieta y le consume. Y grita en su oído como respuesta automática mientras atrapa los brazos contrarios tras su espalda, agarrando ambas muñecas del rubio con una de sus manos.
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EQUUS
FanfictionDos almas se reencuentran entre cascos y crines, entre arena y alfalfa, entre risas y confesiones. ¡¡¡ Esto es ficción, sólo ficción y nada más que ficción !!! ¡Ojo! Contenido adulto. Si no te sientes a gusto con ello no sigas leyendo.