Capítulo/8

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El automóvil negro estaba estacionado minutos antes de que el rubio llegará corriendo.

—P-perdon... De nuevo...te hice... esperar —

—Acabo de llegar, tranquilo — dukua levantó la mirada y se encontró con una imagen impresionante.

—Me sorprendes niño bonito, creí que nunca te vería con algo que no fueran trajes— Danilo sonrió, fue difícil decidirse, pero al final optó por un jeans azul marino oscuro, una camisa negra con las mangas subidas hasta el codo, y una gorra negra con víscera.
Todo lo había escogido por la ocasión, pero la gorra era específicamente para ocultar su rostro, era conocido en todo el país y aún más, su compromiso con Hana.
No quería ocultarse por el rubio, simplemente no quería espectáculos, mucho menos que Dukua saliera perjudicado por sus acciones.
Debía decirle la verdad al rubio, su vida, aclararle todo lo que le había ocultado y explicarle.
No soportaría ser odiado por el menor si llegará a enterarse de todo, y pensará que lo utilizaba por pura diversión.
Pero no era el momento.

Dukua llevaba pantalones cortos, una playera blanca que resaltaba su piel, blanca, tersa como la piel de un bebé, su cabello alborotado por la carrera que habia tenido.

El pelinegro estaba a punto de regresar al menor a su departamento, no quería que lo vieron, que otros vieran su rostro sudoroso, sus piernas descubiertas, pero no podía hacerlo, y lo había invitado a salir tenía que cumplir.

—¿A donde quieres ir?—

—Mm...no lo sé, ¿algunas opciones? — Danilo río, y asintió.

—La playa, a comer, una caminata al bosque, el parque de diversiones —

—Parque —

—Bueno, entonces abrochate el cinturón y pronto estaremos ahí —
 
Fueron varios minutos de camino hasta que Dukua pudo visualizar la gran entrada al parque de diversiones, después de estacionar el auto y pagar entradas, ambos caminaban mientras hablaban de lo grandes, peligrosos y divertidos que parecían ser los juegos mecánicos.

—¿Que te parece ése? — El pelinegro señaló una montaña de hierro con asientos de colores.

—No... Absolutamente no... Es moustroso—

—Pero yo quiero subirme a ése —

—No, y mira... Hay personas esperando a subirse—

—Entonces vamos a ése —

—¿Que dominios es eso?—

—Nido de serpientes... Así se llama —

—sabes niño bonito... Creo que tienes una obsesión con algunas cosas mortales y terroríficas —

—Te propongo algo... Tú subes con migo a eso... Y después yo subo con tigo al que quieras —

—Está bien... Acepto — 

Después de media hora, les había llegado el turno de subir, era un verdadero nido, grande, en alto, muchos túneles.

El recorrido había finalizado, ambos se encontraban buscando algo al que subirse.

—¿Ese?— el pelinegro señaló con un dedo mientras el rubio negaba.

—¿Canguros saltarines? Claro que no... Quiero ir al zoológico —

—¿Zoologico? —

—Si niño bonito, zoológico—

—Entonces salgamos de aquí ahora—

—¿Porqué? —

—El tráfico... cerrarán si no llegamos a tiempo — Dukua carcajeó ganándose una mirada incrédula de Danilo.

—No creo que nos moleste el tráfico, caminemos por aquí y justo al otro lado está el zoológico—

—¿Hay un zoológico aquí? ... ¿Con animales vivos?—

—Por supuesto, no pueden estar muertos para poder verlos, ¿No lo sabias? —

—Solo recuerdo haber ido a un parque de diversiones cuando tenía 10 años, quizá 11... Fue una excursión del colegio... Mi padre nunca tuvo tiempo de traerme, y mi madre lo apoyaba con el trabajo, después fue mi turno de darles apoyo—

—Entiendo... Ami tampoco me traían mis padres, yo solía venir con mi mejor amigo, sus padres solían traerlo y él les pedía traerme—

Ambos conversaban mientras caminaban hacia un callejón donde ya podían verse aves picoteando el césped.

—¡Son Hermosos!— El pelinegro asintió viendo a los monos en el árbol que se alzaba sobre ellos.—¡Mira Mira! —

—Ami también siempre me han gustado los cisnes... Mira ese, la cacatúa es muy interesante de ver—

—¡Danilo Mira! ... Mira las plumas del pavo real, sabes... Me gustan los dos, pero las plumas del macho son más hermosas—

—Lo son... ¿Que es eso? ¿Una piscina de piedras? —

—¿Son nutrías? ¡Son nutrias! —

—¡No te acerques tanto!... Puedes caerte — El pelinegro había agarrado a Dukua por la cintura sujetándolo contra su propio cuerpo.

—¿Donde están? ... ¿Porque se escondieron? —

—Ahí, Mira, en el agua hay uno... Se habrán asustado... Ver a personas desde arriba que los observan, seguramente no se sentirá genial—

—Quiero ver a los leones —

—¿Estan por éste rumbo? —

—Si, Los felinos siempre están en otro sitio asegurado para ellos... Mira ahí, ese es un león muy grande ¿Que tiene ahí? —

—Creo que eso fue la cadera de algo —

—Yo creo que es un cráneo —

—¿Cráneo? ... Que cráneo tan extraño, Un hueso con partes cuadradas no creo que sea un cráneo—

—¿ Ese hueso es lo que quedó de su presa?... ¿Crees que le haya dolido cuando el león se lo comió? —

Danilo estaba apunto de responder cuando el león les había rugido plantándose frente a ellos. Dukua retrocedió dos pasos ocultándose tras la espalda del mayor.

Era la primera vez que esa sensación se apoderaba de él, el pensamiento de poder protegerlo, de que el rubio se sintiera seguro tras su cuerpo, en sus brazos, bajo su mirada.

Danilo había tomado una decisión, quizá el rubio lo odiaría inmediatamente, podría recibir una bofetada, quizá un puñetazo
o quizá tendría una oportunidad.

Giró su cuerpo, tomando el rostro del menor en su mano capturando sus labios, posando suavemente la otra en la cintura del menor, como lo imaginaba, sus labios eran suaves, cálidos.

Dukua había abierto los ojos, lo único que podía ver, era un hermoso rostro con los ojos cerrados, sentía su mano en su rostro, la otra en su cintura con un leve apretón,
su aliento y sus labios moviéndose sobre los suyos.

Podría ser una broma, un arrebato, algo que el pelinegro hacia sin pensarlo... Pero la realidad era que el rubio lo deseaba.
Ya tendría tiempo de maldecirse si lo estaba tomando demasiado encerio, si se hacía ideas ilusamente.

Cuando el pelinegro no recibió respuesta, estaba a punto de detener su acto... Dukua había sentido su afloje y decidió corresponder el beso, movió sus labios sobré los del mayor, levantando sus brazos pasándolo sobre los hombros del pelinegro, sintiendo un agarre más fuerte del brazo que se envolvía celosamente tras su pequeño cuerpo.

Era como si el tiempo se detuviera por ellos, lo único que podían escuchar era el latido de sus corazones, el chasquido de sus labios.

Dukua se separó ruborizado, sonriente bajó la mirada.

—Quiero que nos conozcamos más Dukua...Dejame conocerte,
Dejame demostrarte el hombre que soy— El rubio asintió con una sonrisa y los labios rojos, ambos continuaron su caminata...

La única diferencia era que Danilo sujetaban al rubio con uno de sus brazos la cintura del menor.

Gracias por leer💄🌈
       

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⏰ Última actualización: Jan 05, 2021 ⏰

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