Capítulo 3

17 0 0
                                    

Abrí los ojos instantáneamente y pensé que no era un.  día soleado, me asomé a la ventana y las nubes parecían furiosas estaban casi negras. Entonces, el día será igual que el de ayer, lluvioso, no interesante, la única diferencia es que mamá no estará reprendiendo a Kendra por llegar borracha, no me adelantare a los hechos, puede ser que pase. De igual manera sonreí y cerré la cortina, cambié de tenis blancos a negros, recogí mi cabello y tomé todo lo necesario para el día de hoy y lo metí en mi mochila. Sólo me faltaba hacerle el favor a mi hermana y despertarla. Me senté a su lado y la llamé varias veces, pero fue inútil así que opté por algo más tradicional. Tomé una almohada y la golpeé mientras la llamaba.

— ¿¡Qué fue!? — gritó al levantarse de repente y automáticamente salió corriendo y se metió al baño. Mi método funciona, no es muy normal, pero funciona.

¡Buenos días!
Hoy tengo muchas cosas que hacer a pesar de que no voy a trabajar, así que tampoco podré llevarlas hoy, tomen dinero, desayunan como puedan y juiciosas, en especial Kendra.

Sin cariño: mamá.
Ok, con un poco.

Luego de leer la nota, tomé el dinero que había dejado y lo metí en mi mochila, esperé a Kendra sentada en la sala hasta que por fin bajó, creí que la espera sería eterna, le mostré la nota y al terminar de leerla dijo:

—En marcha hermanita. — Dijo mientras me daba un abrigo que había bajado para mí. Se quedó mirándome un rato. Se dio cuenta que llevaba su ropa. — ¿Qué haces con mi ropa? — Preguntó indignada.

—La estoy usando. —Respondí de manera cínica.

—No te mataré por la sencilla razón de que te queda bien. — Agregó como la total diva que es, yo sonreí y ella sonrió de vuelta, fuimos a la entrada, tomamos un paraguas cada una y salimos a la calle. Aprovechamos y tomamos un taxi que pasaba por allí el cual nos llevó a la escuela en aproximadamente diez minutos. A veces me pongo a pensar que mi vida es como una repetición del mismo día una vez tras otra, como si fuera un títere y alguien más decidiera lo que pasa conmigo.

Corrimos al interior del recinto educativo porque la lluvia había enfurecido de un momento a otro, nos sorprendimos al no ver ni un alma en los pasillos, creímos que era tarde y literalmente volamos a nuestras respectivas aulas. Al llegar a mi aula de inglés no vi a nadie y por ende miré el reloj que marcaba (7:17am) entendí que no habíamos llegado tarde si no muy temprano, salí de aquel salón y caminé por los solitarios, poco iluminados y tenebrosos pasillos. La escuela era más agradable sin estudiantes invadiendo los pasillos, aproveché el paso por mi casillero para tomar algunas cosas, poner otras y después me dediqué a buscar a Kendra, pero no la encontré a ella sino a otra persona que al verme aceleró el paso y lo perdí. Decidí renunciar a la búsqueda de mi hermana y mejor volver a mi aula donde me senté en mi clásico lugar a lado de la ventana.

Mientras la hora pasaba los estudiantes empezaron a llegar., algunos preocupados porque no estudiaron, los que vienen a estudiar en la escuela, los que no sabían de la existencia de un examen final, los cerebritos que siguen demostrando todo lo que saben expresándolo en la pizarra y los que son como yo que estudiaron, pero no lo alardean.

Ahora lo que resta es esperar que llegue la maestra, yo tenía una buena forma de espera.... Observar por la ventana. ¡Ah! Eso lo hago inclusive cuando ella está.

—¡Good morning guys! —En ese momento que escuché esa voz la adrenalina recorrió todo mi cuerpo y me sentía más segura que nunca. —Vamos a empezar todo rápido para terminar rápido.
Dicho esto, la profesora empezó a repartir los exámenes, estaba ansiosa porque me entregaran el mío y ese momento llegó, estaba tan fácil que reí varias veces lo que generó la atención de la maestra y solo me observa por si acaso tenía algún truco, pero no era así.
Tardé exactamente quince minutos en llenar mi examen, al entregárselo a la maestra le dediqué una esplendorosa sonrisa de satisfacción y salí de aquella aula viendo como otros se ahogaban en el océano que para mí era un vaso de agua.

Vi a Joseph en el pasillo. Estaba parado en un lado, mirando al techo, como si me esperara hace un rato.

Miro hacia a mí, como si supiera que lo observaba y en el justo lugar en el que estaba ubicada, me dedicó una sonrisa y yo caminé hacia él en medio de la multitud de estudiantes.

Se veía realmente atractivo, su vestuario era simple, unos jeans y un suéter color vino, tenis como siempre, su cabello muy en orden peinado hacia atrás, así era mejor porque me dejaba ver más su rostro. Se acercó a mí y me dio un cálido abrazo que si fuera blanca ya estuviera sonrojada tipo tomate.

—Por tu sonrisa no hace falta preguntar cómo te fue. —Dijo mientras aún me abrazaba.

—Me fue excelente, creo. ¿Y a ti?

—Bien también, supongo. —Dijo antes de lamentablemente soltarme y mirarme a los ojos cosa que me puso nerviosa y eso que generalmente nunca lo hago.

—¿Cómo que "supongo"? —Hice comillas con los dedos porque obviamente si a mí me fue bien, ¿Cómo le irá a Joseph si es su lengua materna? — Veremos que tan bien te va en español.

—Me irá bien, porque me vas a ayudar. — Arqueé una ceja y me crucé de brazos para mirarlo.

—No estés tan seguro. — Le respondí antes de continuar caminando a través del pasillo.
Me di la vuelta y vi que aún estaba ahí, a unos pasos de mí.

—¿Me acompañas? —Le pregunté.

—¿A dónde? —Preguntó.

—A Esperar a mi hermana. — Contesté casi en tono de pregunta.

—Bien. — respondió rápidamente.

—Entonces... Vamos. — Dije naturalmente.

Salimos y fuimos hasta la entrada. Había mucha gente. Algunos hablando de los temas del famoso examen. En una esquina estaban los amigos de Joseph y nos acercamos a ellos que al parecer discutían sobre el examen y no notaron nuestra llegada.

—La respuesta del tema cinco, ¿era a o b? — Preguntó Andrés.

—Yo seleccioné la E. — Contestó Miles.

—¿Qué? —preguntaron todos al unísono.

—¿Por qué se sorprenden? — Interrogó Miles mirando ingenuidad.

—No había ninguna "E"— Explicó Ramsés mientras miraba a Miles extrañado.

—¡No puede ser! —Exclamó Miles y golpeó su frente con su mano. Todos rieron inclusive yo.

—Hola Joseph y... Kira. — Musitó Andrés insinuante al darse cuenta de nuestra presencia.

—Hola. — Contesté rápidamente.

—¿Dónde estaban? tórtolos. — Preguntó Edward con los ojos entrecerrados que dirigió hasta nuestras manos entrelazadas. ¡Ups! Pensé. Había olvidado ese detalle y de inmediato soltamos nuestras manos. — Veo que se quedan callados.

—No estábamos en ningún lado. — dijo Joseph con dureza.

—¡Kira! — Escuché gritar a mi Hermana.

—Bueno chicos, no fue un placer...Adiós. — Me despedí e hice un ademán con la mano.

—¡Ve! Joseph acompaña a tu novia y a tu cuñada. — Expuso Andrés.
Giré los ojos y caminé hacia mi hermana, me sorprendió que Joseph le hizo caso a el comentario de Andrés y nos llevó a casa.

Veinte minutos más tarde...

— De verdad gracias por traernos Joseph. — Expresó mi hermana antes de bajar del asiento trasero del auto. Ni siquiera me esperó, gran hermana la que tengo. Pensé.

— Gracias Joseph, adiós. — Dije rápidamente para salir del auto. Pero Joseph me detuvo agarrando mi brazo.

—Espera, Kira. — Dijo y yo me volví al asiento. — Debo decirte algo. — Musitó. Después fijó su vista al frente, no sé qué miraba exactamente.

—¿Sí? —Pregunté esperando que me diría.

— Yo... — dijo y se quedó en silencio como si pensara si decirme o no.

— ¿Tu qué? — Pregunté un poco nerviosa.

—Tú me gustas Kira... siempre me has gustado. —Respondió finalmente.

No le conteste nada, solo me mirando al infinito en silencio.

— ¿Por qué no hablas? — Me preguntó.

— Estoy pensando. —respondí con firmeza. — ¿Ahora qué se supone que quieres que haga? —Pregunté mirándolo a los ojos.

—Si también te gusto solo tienes que decirlo. — Justo cuando le preguntaría que debía hacer, me besó sin avisar provocando en mí una indescriptible mezcla de emociones que jamás nunca había sentido. Aun así, decidí terminar el beso.

— Necesito pensar. — Le dije antes de prácticamente salir huyendo de su auto, fue muy dramático.

Al entrar a mi casa, puse el paraguas junto con los de más y automáticamente subí a mi habitación preguntándome: ¿Qué fue todo eso? Es un poco raro para mí, pero no deja de ser genial. Sonreí por mis pensamientos y subí corriendo las escaleras, al entrar a mi cuarto lo vi un poco diferente porque ya no estaba la cama se Kendra y en su lugar había un camarote.
—¿¡Qué es esto!? — Le pregunté a mi hermana con cierta sorpresa.
Ella contestó poniendo una nota en mis manos que tal parece era de mi madre.

¡Hola chicas...!
Supongo que ya vieron algunos cambios... Espero que les gusten. ¡Ah! Luego de hacer algunas cosas, buscaré a sus primos en el aeropuerto.
Pd: hay lasaña en el microondas.
— Mamá.

— ¿A qué cambios se refiere, si yo solo veo uno? — Pregunté viendo toda la habitación.

—Se refiere a el que debía ser tu cuarto. —Respondió Kendra con amargura. —Mi cama está en tu habitación que será desde ahora en adelante para el querido Ethan.

— Desgraciados. —Dije en voz baja con un poco de rabia. Pero eso sí, tenemos que darle su merecida bienvenida. — pensé.

—¿Kira, ¿qué te dijo Joseph? — De repente preguntó mi hermana.

Los pensamientos sobre el volvieron como una bofetada de novela inesperada, sigo pensando que debo dejar de reír cuando pienso, pero sin embargo no lo hago.

— Ha de ser algo muy largo e interesante lo que dijo. — Expuso Kendra insinuante.

— No te voy a decir. —
Siempre me ha gustado atormentar un poco a Kendra a pesar de que obviamente le diré.

—Por favor, no me dejes con la curiosidad. — Suplicó.

—Bien, resulta que... No te voy decir. — Estúpida hermana curiosa.

— Si no me dices no te digo lo que me contaron que pasó después de que nos fuimos de la fiesta. — agregó Kendra en un tono retador.

— Bien, Joseph me dijo que le gustaba.

— ¡Ah! ¿Eso fue todo? — Preguntó nada sorprendida — Ya eso todos lo sabíamos.

Pues yo no estaba enterada.
— También me besó. ¿Eso lo sabías?

— ¿Qué? Eso sí no lo sabía, y...

— ¿Y qué?

— ¿Eres su novia o qué?
— ¡No! Claro que no
— Pero lo besaste.

— No lo besé, él me besó.

— Sí. — Contestó burlonamente.
—Hasta salí corriendo. — Dije entre risas. — Es que no sé si quiera un novio.

— Cuando te decidas me cuentas, mientras tanto según mis fuentes luego que nos fuimos de fiesta.... Andrés llevó a Danna a su casa.

— ¿A qué casa, la de ella o la del?

— Pues, a la de ella, tarada.
— No creo que Danna haya aceptado voluntariamente, tal vez estaba bajo la influencia del alcohol... Igual que tú. — Recordé a Kendra borracha, era tan chistosa. —— Me voy a casar con Shawn aunque sea lo último que haga. — La imite con su voz de borracha.

— ¡Te voy a matar! — gritó furiosa.

— No lo hagas borrachita, ¡por favor! — Agregué burlonamente.

— No me voy a rebajar peleando con algo tan desagradable como tú.

— Mi vida, mi amor, todos en esta vida alguna vez nos rebajamos.

— Siendo así... Te mataré en este momento.

— Menos palabrería, más acción, ven... Muestra lo que tienes. — Tome una almohada y ella por ende también tomó una, cuando nos disponíamos a empezar nuestra batalla, alguien en la pieza de abajo gritó:

— ¿Kira, Kendra, ya llegaron?

— Es mamá. — Dije naturalmente, tiré mi almohada en la cama.

— ¿Habrá llegado con los plebeyos?— preguntó con los ojos entrecerrados.
— No lo sabremos hasta que... bajemos. — Respondí y me adelanté en abrir la puerta.

— Ahí vamos. — agregó mi hermana. Bajamos las escaleras sigilosamente, caminamos hasta la sala, pero allí solo estaba mamá así que sentí una alegría efervescente que luego se desvaneció al ver a dos especímenes salir de la cocina.

— ¡Hola chicas! — Dijo Ethan a quien la pubertad le ha sentado muy bien, ya no tiene frenos y está bastante alto lo que pude ver por una enérgica sonrisa que nos regaló cuando corrió a abrazarnos. No muy a gusto lo abracé cosa que Kendra no pudo hacer porque no lo soportaba.

— No me gustan los abrazos, soy asocial. — Le explicó Kendra a Ethan cuando él se disponía a abrazarla, ella puso ambas manos al frente en señal de stop.

— Ok, está bien. — respondió tímido retrocediendo dos pasos.
Yo estaba a punto de reír y es que Kendra es más afectuosa que yo.

Por otro lado, estaba Sheid, ella se veía tímida como siempre, con su cara de yo no fui, si tan solo supieran que es una perra disfrazada de oveja.

— Hola. — Dijo natural dando su mano, pero yo la ignoré totalmente y preferí hacer un ademán con la mano.

— Ethan, ¿podrías ayudar a llevar sus cosas hacia arriba? — preguntó mi madre en un tono calmando.

— Por supuesto tía Lilya.

— Kira, lleva a Ethan a su habitación y tu Kendra a Sheid.

— ¿Quién es Kira y quien es Kendra? La verdad que no recuerdo. — Preguntó Sheid con un toque de ingenuidad que me molestaba y no pude evitar decir: — ¡Ay primis, a mí me pasó igual! No sabía si eras Sheid o la mascota de Ethan. — Mostré la sonrisa más falsa que tenía y subí las escaleras con Ethan.

Unos minutos más tarde en la mesa...
— Chicos, lamento no poder compartir más con ustedes porque mañana ya tengo que irme como ya les conté del trabajo, etcétera, etcétera. Confío en que se portarán bien y que cuidarán la casa.

— Mami. — intervine — Sabes que de parte mía y de Kendra no tendrás ningún inconveniente.

— Tampoco de nuestra parte tía. — Agregó Sheid.

— Como me encanta oír eso. — Contestó mi madre un poco calmada. Fue una de las comidas más raras de la historia, sólo el ruido de los cubiertos contra los platos, intercambio de miradas con odio y demás cosas de una cena familiar.

9

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Nov 12, 2020 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

KiraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora