Dolía, aún dolía.
Tirada sobre mi cama pensaba en como me habría visto en ese momento, avergonzada, molesta, incómoda, celosa, triste o decepcionada tal vez, eran tantas las alternativas que con solo imaginar mi rostro con una expresión indiferente hacían temblar mis manos.
Ya eran aproximadamente las siete de la noche y aún no había comido nada desde el desayuno, así que mi estómago no estaba tranquilo.
Me dirigí a la salida de la habitación y giré la perilla de la puerta para ir a la cocina; y una vez allí me encontré a Konan, quien al parecer arreglaba su cabello.
-Ya llegaron. --- Comenté
-Sí justo hace unos minutos. --- Afirmó a la vez que se cepillaba su cabello púrpura.
-Ya veo.
-¿Me das un poco también?
-Sí, ¿Nagato y Yahiko? --- Pregunté por ambos varones tratando de no sonar tan interesada en el peli naranja, pero por dentro me moría de las ganas de saber como estaba.
-Llegamos juntos, pero nos separamos en la entrada, supongo que en sus habitaciones.
-Sí. --- musité un poco desanimada en mis adentros.
-____, sobre lo que viste la otra vez.
Ay no eso era lo que menos quería hablar, por qué.
-Konan, no... --- Pero era de esperarse, no me dejó terminar.
-Yahiko y yo no tenemos nada, por el momento no.
Por el momento no.
-Entonces tú... ¿A ti te gusta?
-Sí, pero no es el momento.
Cuándo sería el momento
Duele
-Entiendo, pero no debiste. --- Traté de volver a reprochar.
-Eres mi amiga, ____ .
Yo soy su amiga.
-Gracias. Gracias por tu confianza.
Tome las dos tazas de té verde y le entregué una cuando llegué a su lado.
Sin embargo, las malditas ganas de comer había desaparecido.
-Iré a mi habitación nos vemos mañana. --- Hablé regalándole una pequeña sonrisa sincera a mi compañera.
A mi amiga.
-Descansa. --- Contestó imitando mi acción anterior.
Una vez en mi cuarto coloqué mi taza en la mesita de noche y me tumbe a mi cama boca abajo tratando de asimilar todo lo sucedido hace unos minutos.