Nunca había corrido tanto en su vida. Le dolían las piernas y el corazón latía al mismo ritmo que el ruido de la suela al golpear el piso. Pum, pum, pum. Miró atrás, cada vez estaban más cerca; no corrían, pero se desplazaban increíblemente rápido. El olor a carne putrefacta y a magia negra saturaba sus sentidos; sintió una arcada.
―¡Corre más rápido, Reg! ―le gritó Sirius, su hermano, que iba a penas unos pasos adelante de él.
―¡Es lo más rápido que puedo! ―respondió. Sentía los pulmones como si le fueran a explotar y tenía un dolor agudo entre las costillas. Pero debía seguir, era la única opción.
―¡¿Falta mucho?! ―esta vez el grito de Sirius fue para James que corría más adelante tomado de la mano de Lily.
―Es ahí ―contestó James señalando uno de los edificios que tenían al frente. El saber que estaban cerca le infundió energía y aceleró el paso, sabiendo que podía gastar el resto de sus fuerzas. Pronto estarían a salvo.
Remus y Sirius azotaron la puerta de metal en cuanto hubo pasado. Tres segundos después escuchó el golpe de los monstruos que se impactaban contra ella.
―Rápido, por aquí ―los instó James. Los siguieron por unas escaleras y finalmente llegaron a una habitación. Los golpes contra el metal seguían sonando. En la pared frente a la puerta había un enorme grafiti de un fénix, en la pared de a un lado había. Estaba completamente vacía, a excepción de dos escobas. Lily se mordió el labio.
―No son suficientes ―la pelirroja dijo lo que todos estaban pensando―, podemos ir de a dos en las escobas, pero no sé si nos aguante tres.
―Váyanse ustedes ―dijo Regulus mirando a su hermano―; pueden ir Potter y Evans en una escoba ―-los señaló con la mano―, y tú y Lupin en la otra.
―¡NO! ―dijo Sirius―, no vamos a discutirlo, nos vamos todos.
―No hay otra manera, Sirius ―Regulus encogió los hombros―. De cualquier forma, es mi culpa que ellos estén aquí.
Técnicamente no era su culpa. Los inferi habían sido creados por Lord Voldemort, un mago malvado que quería hacerse con el control del mundo mágico y muggle. Pero Regulus los había liberado y, aunque lo había hecho por accidente, se sentía responsable.
Cinco meses antes había decidido traicionar a Voldemort. Después de que en su primera misión viera a los Lestrange y a Crouch torturar y matar a niños sólo porque la madre era muggle decidió que no quería saber nada de la supremacía de sangre y todas esas mentiras con las que lo habían criado. Había recurrido a Sirius, pues era la única persona que quizás podría perdonarlo y ayudarle a escapar.
Al principio no le había creído, pero con el tiempo ―y gracias a la interferencia de sus amigos― había empezado a confiar en él. Y justo cuando parecía que todo iba a salir bien, Regulus se enteró del horrorcrux. Cuando supo de tal artefacto creyó que había encontrado la forma de derrotar a Voldemort.
Acompañado de Sirius, Benjy Fenwick y de su elfo Kreacher fueron a la cueva en la playa donde se ocultaba. Fue gracias al elfo que sabían del horocrux. La primera parte fue fácil: encontraron una barca, atravesaron el mar y llegaron a la pileta. Regulus se ofreció a beberlo a sabiendas de que podía ser veneno. Pero era algo mucho peor. Apenas dio el primer trago fue como si lo quemaran por dentro. Regulus había sido receptor de múltiples crucios, pero no llegaban ni a la mitad a lo que sintió en ese momento. Y aún peor que el dolor físico eran los recuerdos. Fenwick siguió obligándolo a beber y cada trago era como morir. Cuando dejó de sostenerlo y obligarlo a beber supo que había acabado dejándolo aturdido, adolorido y sediento. Sobre todo sediento.
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Hasta el final
FanfictionAntes creían que era únicamente un mago el que los podía crear, pero descubrieron que, si un inferius te mataba, al poco tiempo te transformabas en uno de ellos. Regulus lucha por sobrevivir. Le queda claro que si James y Lily lo cuidan es únicament...