La advertencia de Dobby

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—Espera ¿que?—Preguntaron James y Lily preocupados.


—¿Quién mas podría estar con ellos?— Preguntó Marlene igual de preocupada.
Flitwick paso el libro a Eva, que empezó a leer casi de inmediato.
—La advertencia de Dobby.
Nadie dijo nada, todos estaban deseosos de saber quien era ese tal Dobby.

Harry no gritó, pero estuvo a punto. La pequeña criatura que yacía en la cama tenía unas grandes orejas, parecidas a las de un murciélago, y unos ojos verdes y saltones del tamaño de pelotas de tenis.
—¿Es un Elfo Domestico?—Preguntó Frank.
—¿Y qué iba a hacer un Elfo Domestico en un barrio muggle? —inquirió McGonagall, con escepticismo.
 En aquel mismo instante, Harry tuvo la certeza de que aquella cosa era lo que le había estado vigilando por la mañana desde el seto del jardín. La criatura y él se quedaron mirando uno al otro, y Harry oyó la voz de Dudley proveniente del recibidor.
—¿Me permiten sus abrigos, señor y señora Mason?
Muchos pusieron los ojos en blanco.
Aquel pequeño ser se levantó de la cama e hizo una reverencia tan profunda que tocó la alfombra con la punta de su larga y afilada nariz. Harry se dio cuenta de que iba vestido con lo que parecía un almohadón viejo con agujeros para sacar los brazos y las piernas.
—Esto..., hola —saludó Harry, azorado. Ami que se encontraba en la cama con los ojos cerrados lo miró extrañada y reparó por primera vez en la criatura, dio un respingo y casi dejó escapar un grito pero Harry tapó su boca tiempo. 
—Harry y Amarilis Potter —dijo la criatura con una voz tan aguda que Harry estaba seguro de que se había oído en el piso de abajo—, hace mucho tiempo que Dobby quería conocerles, señor, señora... Es un gran honor...
—Gra-gracias —respondieron, a la vez que avanzando pegado a la pared Harry alcanzó la silla del escritorio y se sentó. A su lado estaba Hedwig, dormida en su gran jaula. Quiso preguntarle «¿Qué es usted?», pero pensó que sonaría demasiado grosero.
—¿Quién es usted?—Se adelantó Ami que se encontraba sentada en la orilla de la cama.
 —Dobby, señora. Dobby a secas. Dobby, el elfo doméstico —contestó la criatura.
—Ya sabemos quién es Dobby—comentó Sirius.

—Creo que eso era evidente—se burló James.

—¿De verdad? —dijo Harry—. Bueno, no quisiera ser descortés, pero no nos conviene precisamente ahora recibir en nuestro dormitorio a un elfo doméstico.
—Pues no, la verdad que no os viene precisamente bien— Dijo Alice algo preocupada.
De la sala de estar llegaban las risitas falsas de tía Petunia. El elfo bajó la cabeza.
—Estoy encantado de conocerlo —se apresuró a añadir Harry—. Pero, en fin, ¿ha venido por algún motivo en especial?
—Sí, señor —contestó Dobby con franqueza—. Dobby ha venido a decirles, señor..., no es fácil, señor... Dobby se pregunta por dónde empezar...
—Siéntese —dijo Harry educadamente, señalando la cama. Para consternación suya, el elfo rompió a llorar, y además, ruidosamente.
Muchos estaban muy desconcertados. ¿Qué le había sucedido al elfo para reaccionar así?
—¡Sen-sentarme! —gimió—. Nunca, nunca en mi vida...
A los hermanos les pareció oír que en el piso de abajo hablaban entrecortadamente.
—Lo siente mucho —murmuró Ami con rapidez.
—Si, no quise ofenderle.
—¡Ofender a Dobby! —repuso el elfo con voz disgustada—. A Dobby ningún mago le había pedido nunca que se sentara..., como si fuera un igual.
Lily frunció el ceño ese pequeño ser sin duda pertenecía a una familia de magos nada agradable.
Harry, procurando hacer «¡chss!» sin dejar de parecer hospitalario, indicó a Dobby un lugar en la cama, y el elfo se sentó hipando. Parecía un muñeco grande y muy feo. Por fin consiguió reprimirse y se quedó con los ojos fijos en Harry, mirándole con devoción.
—Se ve que no ha conocido a muchos magos educados —dijo Ami, intentando animarle. Dobby negó con la cabeza. A continuación, sin previo aviso, se levantó y se puso a darse golpes con la cabeza contra la ventana, gritando: «¡Dobby malo! ¡Dobby malo!»
—Pero ...¿Qué hace?—Preguntó una chica de Hufflepuff.
Adhara no pudo evitar sentirse triste por el pobre Dobby, deseaba poder haber protegido al pobre elfo de su padre.
—No..., ¿Qué está haciendo? —Harry dio un bufido, se acercó al elfo de un salto y tiró de él hasta devolverlo a la cama. Hedwig y Star se acababan de despertar dando un fortísimo chillido y se pusieron a batir las alas furiosamente contra las barras de la jaula.
—Dobby tenía que castigarse, señores —explicó el elfo, que se había quedado un poco bizco—. Dobby ha estado a punto de hablar mal de su familia, señor.
—¿Su familia?
—La familia de magos a la que sirve Dobby, señor. Dobby es un elfo doméstico, destinado a servir en una casa y a una familia para siempre.
—¿Y saben que está aquí? —preguntó Ami con curiosidad. Dobby se estremeció.
—No, no, señora, no... Dobby tendría que castigarse muy severamente por haber venido a verle, señor. Tendría que pillarse las orejas en la puerta del horno, si llegaran a enterarse.
—Pero ¿no advertirán que se ha pillado las orejas en la puerta del horno?
—Dobby lo duda, señora. Dobby siempre se está castigando por algún motivo, señor. Lo dejan de mi cuenta, señora. A veces me recuerdan que tengo que someterme a algún castigo adicional.
—Pobrecito—se apiadó Alice—Sus amos deben de tratarlo realmente mal.
—Pero ¿por qué no los abandona? ¿Por qué no huye?—Preguntó Harry que no entendía realmente porque seguía con unas personas así. 
—Un elfo doméstico sólo puede ser libertado por su familia, señor. Y la familia nunca pondrá en libertad a Dobby... Dobby servirá a la familia hasta el día que muera, señor.

Los hermanos Potter y la cámara de los secretos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora