La Boda de Rachel

Día dos: Vestidos, patines y besos

2- "Día dos: Vestidos, patines y besos"

- Pero esto es demasiado bonito...-murmuró Rachel posando su pequeña mano con delicadeza, sobre uno de los cristales- es precioso Quinn- dijo mirando a la rubia que la observaba satisfecha unos metros atrás.

- Bueno sí, tiene calefacción también, aunque supongo que hay que limpiarlo un poco y traer mesas y...

Rachel negó con la cabeza.

- Es perfecto, me encanta.

Dio una vuelta sobre sí misma para observar el lugar. Un invernadero antiguo, acristalado y enorme en el que cabrían perfectamente todos los invitados, los músicos y el altar. Al fondo había una especie de casita que según había dicho Quinn había pertenecido al encargado de los jardines y de la casa, una mansión de estilo rígido que se alzaba solemne unos cien metros detrás.

- Pero no puedo casarme aquí- dijo Rachel entonces frunciendo el ceño y desilusionada- Esta casa tiene que ser de alguien, no creo que me la alquile para una boda.

- Por eso no hay problema, estará encantado de dejarte celebrarlo aquí. Incluso me atrevería a jurar de que pondrá la casa a tu disposición.

- ¡Ni hablar! Bastante haría con alquilarme esto por un día- dijo señalando el invernadero y sonriendo- La verdad es que es una pasada... ¿Cuándo puedo hablar con el dueño, Quinn?

La chica sonrió y se acercó hasta ella.

- Te presento a Quinn Fabray, propietaria de la casa- dijo tendiendole la mano.

Rachel ahogó un grito de entusiasmo con la mano.

- ¡No me digas que esta casa es tuya! ¡Es una preciosidad!

La chica asintió complacida.

- Era la casa de mis abuelos, luego fue de mis padres y ahora es mía- explicó.

- ¿Pero no me dijiste que vivías en Lima? ¡Estamos en Manhattan!- preguntó Rachel mientras Quinn la guiaba fuera del invernadero, hacia la casa.

- Y vivo en Lima. Me gustan las pequeñas ciudades.

Rachel le miró sorprendida.

- Pues a mí me parece una maravilla. Te lo digo en serio, ¿Cuánto quieres de alquiler? Te prometo dejarlo todo como estaba...

Quinn negó con la cabeza.

- Me ofendes Rachel- dijo en plan de broma- No quiero que me des ni un dólar... así al menos tú seguirás la tradición familiar... aunque no seas de la familia- dijo con una sonrisa.

Salieron del jardín por una puerta lateral.

- ¿Qué tradición?- preguntó la morena mientras caminaba calle arriba, bajo el sol resplandeciente de diciembre sobre la nieve.

- Tres generaciones de Fabray se han casado en ese jardín- explicó Quinn- Antes de que hubiera una casa, incluso.

- Entonces yo no me puedo casar aquí Quinn- dijo Rachel con determinación- Eso tiene que estar reservado a tu familia.

Quinn sonrió y le dio un golpe cariñoso en la mejilla.

- No pasa nada porque yo no voy a cumplir la tradición de todos modos. Kitty no quiere casarse aquí. Su sueño es una ceremonia exclusiva en una casa de Miami al lado de la playa, así que no digas tonterías...

Rachel frunció el ceño. No entendía como la novia de Quinn le podía hacer romper una tradición tan bonita como esa. El sitio era fantástico... teniendo ese precioso jardín, ¿Quién podría preferir una boda en la playa, al estilo de las estrellas cutres de Hollywood?