"48 horas antes de la boda"

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6- "48 horas antes de la boda"

Patear las piedras del parque no estaba sirviendo para mucho, a parte de para fastidiar sus finos zapatos italianos, regalo de Finn. Metida en sus tristes cavilaciones y angustiada había deambulado por la ciudad hasta los jardines, donde había "salido" con Quinn por primera vez. Maldijo a su subconsciente por jugarle esas malas pasadas

Se sentó en uno de los bancos de madera barnizada, al lado de un caminito. Hacía frío pero era soportable, además le despejaba la cabeza. Un reloj de una iglesia cercana dio las doce de la mañana con campanadas nítidas que retumbaron en sus oídos.

Quinn...

Se podía ser tonta, muy tonta, rematadamente tonta y finalmente se podía ser Rachel Berry, pensó la morena cerrando los ojos y echando la cabeza hacia atrás. Parecía una niña mimada y consentida y no la mujer segura de sí misma que había creído ser siempre. Ahora ya no se quería casar, quería volver con Quinn... justo cuando Quinn había vuelto con Kitty. Suspiró. Lo suyo era el oportunismo, estaba claro.

¿Y ahora qué iba a hacer? No se sentía con el derecho de volverle a pedir una oportunidad a la rubia, no podía desmontarle la vida cuando le diera la gana simplemente porque ella y su única neurona operativa no se aclaraban.

.- Hace un buen día para tomar el sol

Rachel se giró y abrió los ojos para descubrir sentada a su lado una anciana de mirada acuosa pero amable, con el pelo totalmente blanco y el semblante surcado de arrugas.

.- Sí...- contestó Rachel con una sonrisa débil sin muchas ganas de hablar, pero no queriendo ser descortés.

.- Estos días han sido bonitos para pasear... ¿Ha paseado usted?

Rachel suspiró internamente. No estaba de humor para ser amable, pero la mujer sólo quería hablar. Si se ponía pesada siempre podía marcharse con cualquier excusa.

.- Sí, la ciudad está bonita por estas fechas- contestó la morena.

La anciana sonrió.

.- Supongo que la habrá acompañado un joven galán...- Rachel miró a la mujer, que ahora sonreía, un poco ruborizada- Oh, no quería ser indiscreta señorita... pero cuando yo era joven raramente iba a pasear sola...- añadió alzando las cejas

La mujer rió y Rachel se añadió de buena gana.

.- Me acompañaba un muy buena amiga- contestó un poco ausente, sin mirar directamente a su interlocutora

.- ¿Hoy no ha podido venir?- se interesó la mujer

Rachel suspiró y negó con la cabeza

.- Digamos que la fastidié y ya no me acompaña a mí- no tenía porqué mentir a esa señora que no conocía de nada, además se sentía bien compartiendo sus frustraciones.

.- Ya veo...- dijo la mujer alzando las cejas comprensiva- Es una lástima, si era tan amiga suya... Pero siempre puede disculparse.

Rachel volvió a negar de nuevo

.- Me temo que ya es demasiado tarde...

.- Oh, nada es definitivo hasta que no dejas este mundo- dijo la señora con una sonrisa- incluso seguro que después también se pueden cambiar las cosas.

La morena sonrió, en parte aliviada por las palabras de la mujer.

.- ¿Quieres que te lea las líneas de la mano, querida?

Rachel miró sorprendida a la amable ancianita. Nunca había creído demasiado en las Artes Adivinatorias. Pero no quería ofender a la mujer, así que le tendió las manos, que la señora cogió entre las suyas, rechonchas y menudas.

La Boda de RachelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora