Capitulo 3.

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Capítulo 3.

"Tal vez no fue tan malo."

Hacia mas de 5 minutos que habían anunciado la segunda llamada, eso solo significaba que la tercera llamada, el comienzo del recital, no tardaba en ser anunciado.

Miguel se acomodó su corbatín de nuevo, sentía que ese ligero artefacto terminaría por asfixiarlo tarde o temprano.

Las luces del teatro se llevaron la débil iluminación que avivaba el lugar al mismo tiempo que desaparecía la escasa tranquilidad que Miguel conservaba. Realmente hacia bastante tiempo que no escuchaba ni veía algo con relación, por mas mínima que fuera, a la música.

Todos los futuros espectadores comenzaron a llenar el amplio lugar hasta reducir a cero los lugares bacantes, los edecanes pasaban de un pasillo a otro revisando que todo estuviera conforme a las reglas y se escuchaban pasos, voces y risas tras las rojas telas que impedían la vista al escenario. Sin saber porque, Miguel inicio una repetitiva serie de movimientos sobre su asiento en tercera fila. La ansiedad estaba acabando con él.

- Tranquilo - Dijo Iñaki deteniendo los repetitivos movimientos de su pierna - Todo estara bien, solo calma.

Miguel trago saliva sabiendo que su amigo no solo se refería a la ansiedad de que comenzara el espectáculo, mas bien se refería a los recuerdos enlazados a la danza que Miguel cargaba, inconscientemente, como enormes pesas.

- ¡Esta es la tercera llamada! - Anunciaron mientras las luces se apagaban por completo.

Unos débiles tintineos comenzaron a sonar matando los murmullos del publico. El escenario estaba decorado de una manera maravillosa, irreal, era como una fantasía vivida solo por los bailarines. Miguel e Iñaki se acomodaron en su asiento esperando a que un personaje saliera de algún lugar, pero nadie salía, solo se veía la fabulosa decoración del escenario y se oían los tintineos que poco a poco aumentaban de intensidad.

Cuando aquellos tintineos fueron los suficientemente potentes para resonar en los oídos de cada uno de los espectadores algo maravilloso pasó en el escenario. El suelo escupió, de forma delicada, a una bailarina que voló unos segundos en el aire y después cayó al suelo en una pose hermosa. Otro tintineo se escuchó y un hombre salió disparado volando unos instantes para enseguida caer en una pose que mostraba masculinidad. Ambos se observaron y después, como si un hilo los uniera, se acercaron. La mujer estiro la mano y el hombre la tomo atrayéndola hacia el, en unos segundos ambos se encontraban bailando de una forma que parecía que el otro era títere de su compañero.

Miguel quedó asombrado al entender lo que realmente sucedía, esos bailarines estaban haciendo el amor, no literalmente, estaban haciendo el amor por medio del baile. Era algo asombroso. En cuestión de segundos toda esa erótica escena se desvaneció guiada por la oscuridad, todo el escenario quedó completamente en negro, nada en el escenario se veía.

Una luz púrpura y débil salió de la parte trasera del teatro atinándole a la hermosa bailarina, esta comenzó a bailar cuando la preciosa música sonó, la bailarina se movía como si estuviese flotando, bailo un poco en su lugar y después tomo algo del suelo, dio una reverencia y se congelo. La luz púrpura aun brillaba sobre la congelada bailarina cuando otra luz, anaranjada esta vez, le atino al hombre, él practicó su propia rutina y terminó congelándose, ambos se quedaron como estatuas.

- ¡Wow! - exclamó Iñaki. Era realmente impresionante ver a esa pareja sin moverse. Parecían de esas pequeñas muñecas que vienen en las cajitas musicales, las que bailan cuando giras de una llave.

Los tambores de la orquesta callaron la dulce melodía dándole instrucciones a los bailarines que comenzaran a moverse; ellos se movían jalando cada vez mas de la cosa que tenían en las manos, parecía una tela. Jalaron y jalaron de ella al ritmo de los tambores. Los bailarines pronto empezaron a correr, pero aun así nunca perdían la gracia.

Los corazones de todos los espectadores estaban acelerados, presentían que algo saldría del oscuro centro, de donde salían las telas que los bailarines jalaban.

Los bailarines comenzaron a juntarse, bailaban y giraban para encontrarse con el otro. Cuando estuvieron juntos de nuevo, el hombre tomó de la mujer y bailo con ella como si fuera parte de su cuerpo. Ambos se fundieron en un abrazo y juntos jalaron de las telas dando como resultado algo que aun desconocían.

Una luz rosada alumbro ese bulto de telas que los bailarines habían sacado. Una débil tonada comenzó a sonar, era hermosa. El bulto de telas comenzó a moverse aun mas y, en cuestión de segundos, una pierna salió de ese bulto, tras esa pierna otra hizo acto de presencia, después unas frágiles manos tomaron un borde del bulto y empujaron hacia atrás para liberar al ser que estaba dentro del bulto.

- Ufff - Susurro Iñaki al ver a la persona que esa cárcel de telas había liberado. Miguel hubiera exclamado algo si no se le hubiera ido el aire.

Era la mujer mas hermosa que alguna vez vio en su vida. Pilar también era hermosa. Pero la belleza que esa bailarina tenia era única. Tenia el cabello largo hasta la cintura, por lo que alcanzaba a ver era de color castaño. Unos grandes ojos y unos labios perfectos.

El hombre se acerco a ella y tomo su mano. La bailarina se levanto y, tras unos pasos, practico una rutina preciosa. Miguel veía fascinado la manera en la que ella se movía, el rostro de ella al hacerlo y esos perfectos labios que curvaban un ligera sonrisa.

*

Iñaki miró a su amigo una vez mas. Definitivamente había quedado atontado con esa bailarina ya que, desde que salieron del teatro, sonreía de oreja a oreja.

- ¿Y ahora? ¿Por qué tan sonriente? - Preguntó Iñaki sabiendo la obvia respuesta.

- ¡Estuvo fantástica! - Exclamó el ojiverde.

- La verdad es que si - Aceptó Iñaki. Era verdad, esos bailarines representaron, de una manera maravillosa, la leyenda del Popocatepetl, fue algo completamente perfecto - aunque realmente no creo que sea ese el motivo de tu sonrisa.

- ¿De que estas hablando? - Preguntó Miguel esperando a que le entregaran su coche.

- Vamos, no lo niegues. Te encanto la bailarina que represento a Iztlaccihuatl.

- No se de que me estas hablando - Respondió Miguel negando con la cabeza.

- Claro que lo sabes - Contradijo el ruloso entrando a su auto - Pero bueno, si no lo quieres admitir es tu problema. Adiós, nos vemos cuando se te plazca.

Miguel permaneció en el mismo lugar con la mirada en la nada. Eso no era cierto, la bailarina solo le pareció hermosa, nada mas. No cabía otra mujer en su vida y no estaba dispuesto a permitirle pasar a nadie si no tenia cupo en su tiempo.

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Se que me tarde un poco en seguirla jejeje, espero les guste y bueno ¡Gracias por leerla!

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⏰ Última actualización: Dec 15, 2012 ⏰

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