Colucci

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Antes de apagar mi teléfono, intenté llamar a mi padre.

"Lo siento, el número que marcó está..."

Volví a intentarlo.

"Hola, soy Hans. Deje su mensaje."

—Hola, papá. Llámame solo si es necesario. Te quiero—dije antes de colgar.

Espero recibir una respuesta.

Escuché un golpe contra mi ventana. Resultó ser nada más que mi puerco favorito. Abrí la ventana y le permití entrar. No le resultó tan complicado, dado que mi habitación estaba en el primer piso.

—¿Por qué no tocaste simplemente la puerta?—pregunté entre risas.

—Quería crear un poco de drama, lo siento... y también te traje tu collar, el de tú mamá. Se te cayó en la casa de Claudia, y planeaba dártelo en la noche porque pensé que sería romántico acompañarte hasta tu casa, a pesar de que vivimos uno frente al otro... Pero las cosas se complicaron hace unas horas, y también se me olvidó—explicó.

Volvió a brotar una risa de mis labios mientras agradecía y guardaba el collar en mi tocador.

—¿Te encuentras bien después de lo que ocurrió hace un rato?—preguntó, sentándose en mi cama.

—Siendo sincera, no—admití al sentarme también. Reflexioné detenidamente sobre lo que diría a continuación. No pretendía sugerir que Kristy fuera egoísta ni mucho menos una hija inadecuada.— Valoraría enormemente tener no solo a una madre como Liz, sino también a un padre como Watson. —Ustedes gozan de la fortuna no solo de contar con una madre presente, sino también de ser agraciados por la vida con la oportunidad de tener un padre. Personalmente, daría cualquier cosa por experimentar la unidad y solidez familiar que ustedes disfrutan. La configuración de su familia es un anhelo profundo para mí, y estoy dispuesta a sacrificar considerablemente con el fin de experimentar esa conexión y estabilidad que emana de la dinámica familiar que ustedes comparten..—En ese momento, Sam se puso de pie y se acercó para abrazarme, posando sus labios con suavidad en mi coronilla.

Aquella ocasión marcó la primera vez que experimenté tal contacto con Sam. Resultaba peculiar, pero en el sentido más positivo. No generó ninguna incomodidad; por el contrario, disipó cualquier impulso de llorar, transmitiéndome una profunda sensación de serenidad y confianza.

El beso en mi frente persistió por unos instantes antes de que él se separara, envolviéndome luego en un abrazo que rodeaba mi cuello.

Un sereno silencio se instaló entre nosotros. No pronunciábamos palabra alguna, sin embargo, no percibía la necesidad de hacerlo. La quietud resultaba reconfortante y, sinceramente, no me afectaba en lo más mínimo.

—¿Te gustaría ver alguna serie?— pregunté.

—Nadie puede resistirse a ver The Walking Dead por quinta vez contigo—respondió riendo. Lo miré. Era cierto, Sam había visto la serie solo por mí, y eso me agradaba. Me encantaba que aceptara mi antojo de ver la serie una y otra vez.

Antes, solía soltar chistes o comentarios sobre la serie, y él no los entendía. Se dedicó a ver las diez temporadas solo para comprender mis chistes. Incluso hacía comentarios sobre Chandler Riggs interpretando a Carl Grimes.

Sí, Sam era especial en hacerme sentí de igual manera, y eso es algo que disfruto enormemente.

Vimos dos capítulos hasta que la fatiga empezó a apoderarse de mis ojos. Seguíamos abrazados. No puedo precisar cuándo, pero mis ojos decidieron cerrarse por sí mismos. El abrazo no fue efímero; ambos disfrutamos de la cercanía, y así fue como me sumí en el sueño. La última sensación que experimenté fue un beso en mi mejilla de parte de Sam. Acomodé mi posición y me sumergí completamente en el sueño.

𝑩𝑶𝒀𝑭𝑹𝑰𝑬𝑵𝑫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora