Daryl se seca el sudor con una toalla y mueve los hombros para desentumecerlos. Le duele las costillas a rabiar, el imbécil del 'Gobernador' se ha ensañado bien con ellas.
Deja caer la cabeza hacia atrás hasta apoyarla en la pared y suspira agotado. No sabe en que momento se le ocurrió que eso era una forma fácil de ganar dinero. Ya ha perdido la cuenta de cuantos huesos le han roto.
—Buen combate —felicita Tara que retira la botella de agua del banco para sentarse a su lado.
—Podría haber ganado —gruñe entre dientes.—Ya, pero tenías que perder.
Daryl suspira, se endereza y toma el fajo de billetes que su amiga le ofrece. Apostar en combates es ilegal, pero no cuando el combate también lo es. Sin protección alguna, sin tiempo, sin licencia, sin un médico presente para atenderlos, sin sueldo... Ya está harto de todo ello, últimamente siente que se está dejando partir la cara gratis. El dinero de las apuestos sólo le da para pagar la asistencia sanitaria. Necesita encontrar un trabajo de verdad.
Tara toma sus manos y mira esos nudillos ensangrentados. Está segura de que algún día podrá ver el hueso.
—Te las curaré en casa —dice con una sonrisa.
Le da un par de palmadas sobre la espalda y se deja caer sobre su brazo para descansar. La tensión que siente viéndola pelear la deja agotada.
Daryl la observa. Ella es la única amiga que tiene actualmente. ¿Quién se lo iba a decir? El tío más popular del instituto que parecía que iba a comerse el mundo cuando saliese de ahí, que sería una estrella del deporte y que siempre estaría rodeado de admiradores ha acabado viviendo de ocupa en la casa de aquella alumna a la que él insultaba por lesbiana.
Las vueltas que da la vida.
—¿Vendrás a la reunión de antiguos alumnos? —pregunta.
Tara se encoge de hombros. Odia ver de nuevo a los idiotas que le amargaron esos años, pero Daryl la necesitará allí.
—Claro, ¿Si no quién va a consolarte cuando de nuevo ella no aparezca?
—Ya...
Daryl suspira y mira al frente como si eso le ayudase a ahondar en sus pensamientos. Sabe que no aparecerá, fue un capullo con ella ¿Para qué querría verle? ¿Para qué querría ver a la gente que la humilló durante años? Suena patético hacer una reunión de alumnos todos los años, pero es la única forma que se le ha ocurrido de contactar con ella, y quizás ahora que ha pasado una década al fin aparezca.
Tara mira a su amigo con cariño y frota su espalda en un intento de consuelo. Sabe lo que está pensando.
—¿Has hablado con su hermano?
Daryl bufa.
—¿Con Rick? ¿Tú qué crees? Yo no sé como no me ha detenido por acoso de la de veces que he ido a su casa. Sigue negándose a darme información sobre ella, pero lo entiendo, es normal que quiera protegerla del tío que tanto daño le hizo. Incluso dudo de que realmente le esté haciendo llegar la invitación a la reunión —dice con pesar —Yo sólo quiero pedirle perdón, nada más.
Rick nunca quiso que su hermana saliese con él, le ponía mala cara cada vez que aparecía en su puerta, nunca se fió de él. Y con razón.
—Ya verás como esta vez aparece, tengo un pálpito —dice Tara al tiempo que sus tripas gruñen —O quizás es hambre, vamos a comer.
Dejan ese viejo almacén transformado en un ring ilegal y marchan a gastar las ganancias en algún local de comida rápida que le ayude a reponer fuerzas para el próximo duelo.*****
Carol sostiene en sus manos la invitación a la reunión de antiguos alumnos sin saber muy bien qué hacer con ella. Podría tirarla como las otras nueve o quizás... quizás podría ir. Presentarse allí, demostrarles que a pesar de todo ha triunfado en la vida, que lo que le hicieron ha quedado atrás, que ya no se duerme llorando odiándose por haberse dejado engañar de esa forma.
Sonríe riéndose de ella misma ¿Cómo pudo ser tan idiota? ¿Cómo pudo pensar que Daryl Dixon estaba enamorado de ella? Todo el mundo lo veía, sus amigas la advirtieron, pero ella, ciega de amor, prefirió distanciarse de ellas y fiarse de ese guapísimo y popular chico que justo el día del baile decidió destapar toda la verdad, humillándola delante de todos. Se vio sola, quien pensaba que la amaba sólo estaba jugando con ella y hacía meses que había perdido el contacto con sus amigas.
Suspira.
Aún le duele, han pasado diez años pero se siente como si fuera ayer. Dios, estaba tan enamorada... él era tan atento, tan atractivo, tan dulce, tan perfecto que a día de hoy no ha encontrado a nadie como él. Claro que, él solo fingía. No era más que un actor interpretando el papel de príncipe azul poniendo sus expectativas demasiado altas, haciéndola querer que todos los hombres que pasan por su vida sean como él, pero ninguno lo es, y en el fondo sabe que ningún hombre le convence porque lo único que desea es que sea él.
Deja la invitación sobre la mesilla, apaga la luz y se acurruca en su cama esperando que el sueño llegue a por ella, ya mañana decidirá.
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Si fueras tú
FanfictionDaryl fue un chico popular en el instituto. Un deportista con un futuro prometedor. Por una apuesta fingió estar enamorado de una chica del grupo de los impopulares. Lo que jamás imaginó es que ese fingido amor acabaría siendo real y por miedo al r...