➳ ❝Traición❞

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―Gracias por la comida ―le dio una sonrisa cuadrada, de esas que no regalaba hace ya mucho tiempo.

―Ya te dije, no hay de que, chico misterioso ― río, puesto que el aún no sabía su nombre.

―Oh, soy Kim TaeHyung, pequeño ángel ―estrecho su mano con lentitud.

Le agradaba de sobre manera robarle sonrojos al ángel.

―Ahorrate lo de pequeño, Kim ―respondió con un tono desafiante.

Le pareció interesante ese lado arisco que apenas estaba conociendo. Una nueva ráfaga de recuerdos azotó su mente.

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Le gustaba que Jungkook fuera tan terco, caprichoso y que siempre tuviera algo por lo que protestar, le parecía sumamente divertido vivir aquellas situaciones con él, o cuando se decían algo tonto y a los segundos reían por ello.

Su loco amor fue correspondido, con un beso furtivo que robo mil suspiros de sus labios, aquellos belfos daban caricias lentas, placenteras y dulces, una combinación irresistible, pero Tae siempre ponía un alto cuando se trataba de pasar a otro plano de la relación.

Jungkook juro respeto una vez, prometió esperar todo lo que el mayor quisiera, pero, los hombres no son de madera, y menos cuando las tentaciones rondan cerca.

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Un año transcurrió desde que salían, y aún TaeHyung quería esperar, no se sentia lindo, no conseguía sentirse digno de ser amado. Distinto a él, JiMin dejo de lado su virginidad hacia ya bastante tiempo, asegurandole que no se arrepentiria de hacerlo, y diciendo además, "Si no te apresuras Jungkook podría encontrar a alguien más dispuesto"

Declaración que lo dejo pensativo, más de lo que le hubiese gustado claro, ¿Qué debía hacer? ¿Entregarse ignorando sus propios deseos era lo mejor? No tenía idea, así tampoco quería perder a su amor.

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1° de septiembre, año 2018.

TaeHyung hizo su elección, aquello por lo que tanto había pedido esperar sería el regalo de cumpleaños para Jeon.

Decisión que lo tenía sumamente nervioso, y acudiendo a la hiperventilacion. Un baño de agua tibia le ayudo a apaciguar sus miles de emociones encontradas. Se miro al espejo checando su outfit, jeans un poco holgados, camiseta color crema, un chaleco marrón claro, y una boina negra con detalles en color crema.

Esa noche decidio usar unos tenis muy bonitos que le había enviado su abuela, diciendo que eran para una ocasión especial. TaeHyung creía que no había momento más especial que este. No fue buena idea pensar así.

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JiMin se le había adelantado para ayudar a su amigo con los preparativos, eso fue lo que le informó por mensaje de texto. Él no veía problemas, los nervios abundaban en su mente, impidiendole pensar otra cosa.

Al llegar hacia la residencia tocó el timbre. Nadie atendía, cosa algo extraña, creía que por la hora deberían haber unos cuantos invitados. Tocó una vez más, y nada sucedió.

Optó por tomar las llaves de emergencia debajo de la alfombra, abrió la puerta para si mismo e ingreso.

Sus ojos se abrieron enormemente al descubrir que el living era un desastre de ropas, playeras que decía haber visto antes, en cuerpos que el ya conocía.

Ruidos extraños venían de alguna parte, no sabía donde, los latidos frenéticos de su corazón interrumpían toda percepción existente en el. Los ojos picaban, quería llorar, aunque aún no sabía bien el porque.

Se dejó guiar por los sonidos guturales, voces agudas y graves complementadas. Cada paso lo acercaba a la respuesta, una amarga resolución que hubiera deseado no encontrar.

Su mejor amigo, y su novio, chocando pieles como animales, desnudos en la cama donde tantas veces Jungkook le juro que lo esperaría mientras le dejaba caricias en el cabello.

Un grito contenido escapo de su garganta, quemando como el fuego y el mismo ácido combinados, incinerando cada pedazo de inocencia dentro de él.

―¡SON UNOS MALDITOS!

Un grito de tantos que se escucharon esa noche. Donde los amantes casuales miraron con pesar a TaeHyung, atinando a cubrirse y dar excusas por demás innecesarias.

Lo último que recuerda de esa noche es el llanto de JiMin y los gritos de Jungkook, mientras su sueños se desplomaban justo frente a su rostro colerico e incrédulo.

Perdió todo contacto con aquellos dos desde entonces, se mantuvo recluido y alejado, no quería saber si estaban juntos, tampoco quería escuchar que sólo fue un polvo. Simplemente los había eliminado de los escombros de su vida.
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Nuevas lágrimas rodaron por sus mejillas, siendo detenidas por una mano cálida que las secaba.

―¿Por qué lloras? ―el ángel seguía ahí, a su lado, cosa que le parecía increíble.

―Malos recuerdos ―lo aparto con amabilidad y terminó secando sus lágrimas con el antebrazo.

―Tranquilo, ya viene el tren.

Tren a Daegu |Mini Fic| ~vminkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora