Capítulo 2

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El sonido del timbre interrumpió nuestra conversación. Acordamos hablarlo en otro momento. Mi próxima clase era Literatura, llegué con minutos de sobra y revisé mi mochila para asegurarme de que había traído lo necesario. No encontré por ningún lado el estúpido libro de la clase. Caminé con cansancio hasta mi casillero, lo tomé y procedí a cerrar, en el acto me topé con alguien más

—Pero si es Maeve Cardenas —anunció una voz masculina a mi lado. Sonreí instintivamente, me dispuse a verlo y acerté, cada vez se ponía más bueno.

—¿Cómo te va? —pregunté recostando mi espalda en la taquilla.

Lo atrapé haciéndome lo mismo que yo había hecho: detallarlo de pies a cabeza.

Ryver sabía muy bien que muchas babeaban por él y eso lo hacía confiado, no era tan fácil de manipular, pero sí de provocar.

—Ahora que estoy contigo, mejor —¿Se suponía que era una indirecta? Aun así, yo sonreí como una tonta, no porque lo fuera sino porque quería intentar algo.

Era de intercambio y había llegado el año pasado. Aunque teníamos un coqueteo bastante intenso nunca se había dado nada. Muchos otros estaban igual o mejores que él, créanme cuando les digo que había hecho de todo para encontrar a alguien que tuviera un poco de cerebro, pero qué jodido se vuelve eso hoy en día.

Fijé mis ojos en él, y como lo supuse, escapó de mi mirada. Decidí marcharme de ahí, no sin antes aproximarme a él, muy cerca de su rostro. Pareció anonadado por un momento, pero luego recuperó su seguridad, acortó aún más el espacio entre nosotros. Tenía unos encantadores ojos verdes. Nuestras narices rozaban y nuestras respiraciones se mezclaban. Tenía la intención de hacerlo, sonreí abiertamente y él me imitó. Justo cuando estaba a punto de juntar mis labios con los suyos.

—Adiós —Me alejé perdiendo todo contacto y dejándolo solo en medio del pasillo.

¿De verdad creyeron que lo iba a besar? Tal vez sí, pero no ahora.

Llegué otra vez al aula y el profesor ya estaba a punto de cerrar. Apresuré el paso y le agradecí por dejarme entrar, al fijarme nuevamente me di cuenta de dos cosas: la primera es que el aula ya se había llenado, la segunda y más importante, ¡por fin tenía el paradero del chico del evento! Estaba sentado en la última mesa.

El maestro dudó un momento y añadió:

—Creo que las mesas ya están completas, pero puedes sentarte... —Yo también visualicé la misma opción— Hay un espacio en el fondo.

Señaló el lugar vacío al lado del chico.

«Como diría Danna Alquati: Shot por conveniencia»

Pasé por las otras mesas y tomé mi asiento hasta atrás. Él por su parte, ni siquiera se inmutó o le importó, mantuvo su vista al frente todo el tiempo con una actitud cansada e impasible. Así que yo hice lo mismo y desvié mi vista a la pizarra, pero no pude evitar lanzar miradas furtivas en su dirección. Algo era seguro y es de recordar haberlo visto antes. Necesitaría las habilidades de Emma para indagar más en su vida, lo sé, tener amigas chismosas no es tan malo.

Me sentía impaciente estando en esa situación, la pregunta era por qué. En una de las tantas veces que lo examiné, él me sorprendió viéndolo de reojo, y me sentí tan estúpida que me obligué a buscar algo más que me llamara la atención.

«Vamos Maeve, critica a alguien, busca quién no se ha sacado las cejas o quién no se peinó, pero no lo veas por favor»

El profesor habló sin parar durante toda una hora en la que no pude concentrarme un solo segundo. Agradecí mentalmente cuando sonó la campana, hasta ahora solo logré ver su perfil y quería tener una imagen más completa. Todos nos levantamos de nuestras sillas, él fue el primero que se precipitó en salir. Intenté seguirlo, cosa que se me dificultó debido a la cantidad de chicos que también se iban del salón y justo antes de pasar por el umbral de la puerta alguien me interceptó.

EL JUEGO: INICIANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora