Podría darte mil razones. Pasarme horas y horas hablando. Jurarte que ya no, que ya no te busco. Que ya no te espero todas las noches en la cama medio llena y la boca medio vacía. Que ya he dejado de pensarte y que jamás volveré a imaginarme un domingo contigo. Que ya no es a ti a quien escribo. Podría decirte que anoche no me calé hasta los huesos en tu portal, juntando valor para tocar el timbre, y que no te llamé 27 veces al teléfono solo para escucharte decir "Dígame?" una vez más y colgar. Que no llevo tres semanas con las maletas hechas esperando a que vengas y me pidas que nos escapemos. Que por fin olvidé las ganas de sentir tu boca en mi cuello y esa extraña pareja perfecta que forma tu pelo en mis dedos. Que las 4 letras que escriben tu nombre se perdieron entre el gentío que abarrota Madrid estos días, y que tus ojos se fueron con el ultimo atardecer del otoño. Pero seamos sinceros, de que serviría mentirte?