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Su olor es de los pocos que me desnuda el alma, abraza cada rincón oculto de mi cuerpo y me llena de calor desde los labios hasta las puntas de los pies. Me despierta con una sensación ardiente, amarga, tierna y sensual cuando deambulo entre el sueño y la realidad, creando un perfecto contraste que me hace cerrar los ojos para degustar su sabor en mi boca.

No me importa si amanece o anochece. Ni siquiera me interesa el lugar ni el tiempo. Si puedo, lo tomo; y si lo deseo hago todo lo posible para que sea mío. Aunque, si no lo obtengo... no puedo evitar que un sentimiento de insatisfacción y anhelo se apodere de mí. Es como si algo me faltara y siento que mi ansia se incrementa porque lo necesito conmigo. Es el precio que pagas por tener esa pequeña adicción que me conquistó desde el primer momento.

Respiro hondo y mi nariz se llena con el aroma tostado que todavía inunda la habitación a pesar de las horas transcurridas. Prefiero quedarme hasta tarde y terminar con las labores y con el cansancio del día, pero sin ese sabor en los labios que me llena de energía la pasión se apaga, las miradas no significan nada y ya no puedo justificar los toques insistentes para llamar la atención. Me siento incompleta y con la tristeza a cuestas, pesándome en los hombros que dejo caer con aplomo y resignación. Añoro el agrio sabor de esa semilla amarga que endulza mi paladar con un poco de leche y azúcar... Oh, mi amado café. Creo odas pensando en ti.

Creo que también estoy perdiendo la cabeza y poniéndome demasiado dramática. Quizás debería de dejar de leer citas de Paulo Coelho en el transporte público y pasarme a un escritor más deprimente y austero... como Akutagawa Ryūnosuke o Dazai Osamu.

Se supone que estoy trabajando... ¿qué hago pensando en tonterías?

Suspiro por tercera vez en menos de media hora, incapaz de concentrarme en los informes y registros policiales que llevo leyendo y releyendo toda la tarde hasta dejarme los ojos, la vida y la poca cordura que me queda. No me entran más datos en la cabeza ni soy capaz de hacer una conexión lógica sin imaginarme un mono chocando sus platillos o que mis siguientes palabras en voz alta sean "yo me llamo Ralph" al faltarme neuronas para realizar las funciones básicas. Aun así, me las arreglo para mantener la boca cerrada y no pedirle a mi compañero otra taza de café para que no me regañe.

No me molestan particularmente sus comentarios sagaces porque sé que tiene razón en que "tal vez" beba demasiado café. He tomado varios a lo largo de la tarde y si continuo a este ritmo pasaré la noche en vela, con mis nervios rogando por menos cafeína corriendo por mis venas. Pero es tal la saturación mental que tengo que he leído un mismo párrafo como seis veces y sigo sin recordar qué decía. Resulta estúpido, lo sé... Sobre todo, cuando no es la primera vez —ni será la última— que leo este expediente.

Ya está. Este es mi límite.

Me recuesto en mi asiento, fingiendo que cambio de postura para relajar la tensión de mi zona lumbar. En parte es cierto, pero mi verdadero propósito es acomodarme mejor para contemplar al atractivo rubio que hay al otro lado del escritorio. El teniente es toda una alegría para la vista y cuando está tan sumamente concentrado como en estos instantes me permito analizar sus facciones como si fuera una investigadora del departamento de psicología.

No mientas, perra. Lo que haces es revisar su figura y detallar lo bien que le queda la ropa, revela el lado honesto de mi cerebro.

Parece un maldito modelo de portada de revista y es injusto. Ni siquiera se está esforzando para que lo mire y ya tengo en mente la frase de Leo DiCaprio en Django que dice:"Antes contaba con mi curiosidad... ahora cuenta con mi atención".

Y mira esas largas y tupidas pestañas... Carajo. Daría lo que fuera por tenerlas igual y no usar rímel jamás.

Mis conversaciones internas serían dignas de estudio para un psiquiatra, pero si ya de por sí me es difícil concentrarme en la lectura... que haya terminado nuestro turno de trabajo y sigamos aquí todavía —rebuscando en carpetas y espolvoreando hojas de papel como si fuera confeti— me tiene agobiada. La estancia en la que nos encontramos tiene el ambiente cargado y hace calor, lo que me irrita un poco. No entiendo por qué a mis superiores les encanta tanto la calefacción en invierno... Puede que se deba a que Endeavor y Bakugō son hombres de sangre caliente, pero yo no tengo complejo de Charizard cuando me pongo a escupir fuego mientras doy órdenes.

TAINTED (Primer Spin-off): One Night Lover (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora