Segunda parte

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Tenía frío.

No estaba seguro de cuánto tiempo llevaba afuera, pero no sé atrevía a entrar de nuevo, ni siquiera para tomar un abrigo, sin tener que verse al espejo sabía que su rostro delataba que había llorado y no estaba de ánimos de dañar la imágen pública de "Crimson Riot" y convertirlo en la de un bebé llorón.

-Kirishima... -escuchó débilmente detrás de él, al no poder identificar la voz, volteó a ver quién era y se encontró con Kaminari y su extraña botarga de conejo.

-Deberías de dejar de ponerte detrás de las personas, bro, -dijo con una sonrisa incómoda y sujetando su pecho del susto, todavía no se acostumbraba a esa botarga-. Le provocarás un infarto a alguien.

-Estás llorando. -concluyó Kaminari, la botarga distorsionaba su voz, impidiendo a Kirishima discernir su voz y su tono. La música filtrándose por la puerta tampoco ayudaba a tener una buena conversación.

-Losiento... no pude hacerlo... -murmuró Kirishima con voz entrecortada, quería decirle muchas cosas, explicarle con calma pero apenas abrió la boca rompió en llanto de nuevo-. No pude confesarme a Bakugou...

El conejo se quedó estático al no saber cómo responder en está situación, tenía una pata alzada a medio camino de posarse en la espalda de Kirishima pero ya no se atrevió a patearlo. Al ver eso, se rió un poco e intentó tranquilizarse pero las palabras seguían brotando de su lengua alcoholizada sin poder -ni querer- detenerlas.

-Soy un estupido... ví señales dónde no había y ahora sufro como un idiota por ello. -declaró con voz ronca, sorbiendo patéticamente sus mocos y limpiando bruscamente las lágrimas de sus ojos-. C-creí que esas llamada-as que teníamos todas las noches e-eran... eran especiales... pero solo quería pensar eso porque me parecía lindo que no quisiera colgar aunque se tuviera quedando dormido y arrastrando las palabras. -sonrió ante ese recuerdo con un deje de tristeza-. En esas llamadas, aunque estuviera a cientos de kilómetros de distancia, lo sentía tan cerca de mí, tan sincero, tan... Tan vulnerable. Su compañía siempre me ha hecho sentir bien pero ahora, el solo escuchar su voz llenaba mi pecho de calidez y cuando él reía, aunque fuera una risa fea y villanesca sentía mi corazón estallar de alegría... pero ahora veo que sólo yo me sentí así... que no es recíproco...

Quería gritar, golpearse la cara en la pared, cavar un agujero y borarse en él o beber todo el alcohol de la fiesta hasta tener un coma etílico... cualquier cosa que acabará con este sufrimiento alojado en su pecho y que le permitiera saludar a Bakugou con naturalidad mañana sin romper en llanto como María Magdalena.

-Como lo sabés... -escuchó débilmente. Kirishima podía ver la inquietante cabeza de conejo hiperrealista decaída con los hombros de Kaminari temblar violentamente bajo el disfraz -llorando, de seguro porque cuando Kaminari tomaba mucho se ponía sensible y lloraba hasta por que las serpientes no tenían manos, le sorprendería más que no estuviera llorando a mares con él-. ¿Cómo sabés que él no siente lo mismo? -murmuró Kaminari de forma ronca e irreconocibleapenas y podía escucharse a través de todo el ruido de fondo.

'¿Qué cómo lo sé?' Pensó Kirishima con amargura y al instante su cerebro desenvolvió la imágen de Bakugou y Uraraka charlando tan íntimamente, jugueteando y viéndose como la pareja perfecta...
Porqué él nunca me ha sonreído tan amorosamente a mí. -respondió con un nudo en la garganta.

El conejo tomó la mano con la que estaba limpiandose torpemente las lágrimas y lo jaló fuera del balcón, Kirishima intentó zafarse del agarré de él pero sorprendentemente Kaminari se había vuelto más fuerte a sus días de preparatoria.

Por suerte cuando entraron a la fiesta, Kirishima encontró unos lentes oscuros en forma de corazón olvidados en una mesita, no sabía de quien era pero le serviría para ocultar un poco que había llorado a sus amigos que todavía estubieran lo suficientemente consientes o sobrios para notar -a pesar de la poca iluminación- sus ojos hinchados.

Dulce o beso.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora