Capítulo 2

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Disclaimer: Los personajes pertenecen a Kishimoto-sensei.

Historia de Sherryl Woods esta es una adaptación de "La Gran Sorpresa"

¡A disfrutar de la lectura!

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Nadie en el país del Viento habría dicho que Temari era una chica sencilla si la hubiesen visto aquella noche, pensó Shikamaru mientras sus caricias hacían que se le sonrojasen las mejillas y le ardiese la mirada. Él siempre había pensado que era preciosa, pero esa noche estaba seguro de que nunca había visto a una mujer igual.

Tomó su rostro con ambas manos y la miró a los ojos.

- ¿Estás segura? - le preguntó - Nos habíamos prometido que no volveríamos a hacer esto. Me dijiste, acordamos, que sólo serviría para complicar las cosas.

- Hace mucho tiempo que no he tenido ninguna complicación en mi vida. Creo que voy a correr el riesgo - contestó ella sin bajar la vista - Por favor, Shikamaru, quiero que vuelvas a hacerme el amor. He echado de menos estar entre tus brazos. He echado de menos el modo en que me siento cuando me tocas.

- ¿Así? - le preguntó él, acariciándola - ¿Y así?

Bajó la mano hasta llegar al dobladillo de la falda y le acarició el interior de los muslos por encima de las sensuales medias negras que llevaba puestas.

Ella respondió con su característico gemido de placer. Poco a poco, Shikamaru se fue acercando a la parte más íntima de su cuerpo, sin tocarla, hasta que Temari empezó a arquearse contra su mano, pidiéndole más. En la cama, su timidez natural siempre se desvanecía. Le hacía saber lo que necesitaba, lo provocaba para que se lo diese, y compartía todo su placer con él. En esos momentos, ya lo estaba haciendo.

A Shikamaru también se le había acelerado el corazón, estaba excitado, pero seguía concentrado en ella. La llevó al límite, luego retrocedió, hasta que la tuvo jadeando y rogándole que la penetrase.

Él quería hacerlo. Claro que quería. Pero no había ido preparado. No había imaginado que terminarían la noche haciendo el amor, porque ambos habían decidido que su relación había terminado para siempre. Había pensado que, como mucho, conseguiría robarle el beso que había estado deseando darle desde que la había visto aparecer en su despacho esa tarde.

- Shikamaru, por favor - le susurró Temari al oído.

Metió la mano entre ambos y acarició su erección, haciéndolo casi saltar de la cama.

- No podemos. No he traído nada - contestó él, lamentándolo mucho.

- No pasa nada - insistió ella, arqueándose contra su cuerpo.

Shikamaru la miró sin convicción. Nunca se habían arriesgado antes.

- ¿Estás segura?

Temari le apartó la ropa y lo besó en el vientre, y fue bajando.

- Estoy segura - le dijo antes de llevar la punta de la lengua a su erección - Estoy muy segura.

Y él no volvió a cuestionarse su sinceridad. Era la primera mujer a la que había amado, la mujer cuyo cuerpo y cuyas respuestas conocía tan bien como las suyas propias. El deseo le impidió pensar de manera racional y empezó a quitarse la ropa, luego, siguió con la de ella. La piel de Temari estaba caliente y húmeda cuando por fin se colocó encima. Muy despacio, saboreando cada dulce sensación, la penetró, revistiéndose de su aterciopelado calor.

La gran problemática sorpresaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora