Beso a las rocas

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¡Adivinen quién les trae un pequeño capítulo!
Bueno, espero que les guste.
Realmente había planeado algo, pero salió otra cosa y me gustó mucho. Así que aquí esta.
Ya saben comentarios, correcciones de ortografía, dudas y estrellitas son bienvenidas siempre que nos tratemos con respeto.
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¿Cómo poder hacer que se calle? ¿Cómo hacer que esos hermosos labios dejen de hablar y mejor se dediquen a darle sabroso besos? ¿Cómo cruzar esa línea que separa la amistad de algo más? Y peor aún ¿Cómo convencer a Madara para ser algo más? Una cosa era que ambos se amaran, pero el Uchiha siempre había sido terco y aunque lo negara. Si le importaba la opinión pública y tenía una aversión a verse débil.

Si tuviera una pareja, sería un signo de vulnerabilidad o algo así le había confesado en una de sus muchas borracheras.Por si fuera poco, gracias a la aldea se había corrido el rumor (por algunas chicas y chicos que se habían casado con un Uchiha), de que por muy duros que se vieran por fuera, en la intimidad del hogar y lejos de las miradas, los miembros del clan del abanico eran extremadamente melosos y sedientos de amor.

La gente no se creería esos rumores si no fuera porque 1° los Uchiha parecían ser muy fértiles (su padre siempre se quejaba de eso),entre más parecía quererse una pareja, más hijos tenían; 2° los vínculos entre los hermanos de ese clan eran muy profundos. Era fácil ver cómo los hermanos mayores eran sobreportectores y amorosos con sus hermanitos y los menores siempre estaban presumiendo a sus hermanos y apenas se despegaban de su lado.
Por eso le encantaba ver a Madara y su hermano...Si sólo Tobi fuera así.
Lo malo de eso, era lo fácil que su amor podía volverse en odio, dependiendo de la intensidad de sus sentimientos.

Parecían estoicos pero eran muy volátiles, según lo que le contó una recién casada, eran tan apasionados en la cama como enojones. Y Madara era de mecha corta, muy corta.

Sería una delicia: recién casados, Madara sonrojado en su traje de bodas blanco, su cabello desperdigado en la almohada, sus ojos entrecerrados, ¡uy! Si activará su sharingan estaría bien, si el tuvieran también esa habilidad también grabaría en su cerebro su noche de bodas...No es cómo si fuera a olvidarla, eso jamás... Es solo que...

...

¡Oh,no! Madara tiene esa cara de pocos amigos. De nuevo le preguntó algo ¿verdad?.
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Hacer que Madara regresará al local fue agotador, sobretodo después de arrojar su dinero en la mesa e irse a toda prisa a penas pudo dejar algo de propina y salir a buscarlo.

No era su culpa que el alcohol lo pusiera un poco cariñoso...Tal vez siempre se ponía a dar abrazos a todo mundo, pero con Madara era diferente.
Había cierta complicidad cuándo estaba ebrios; abrían sus corazones y pasaban a tener charlas profundas y casi filosóficas a solo pasar un buen rato.

En cuanto Madara llegaba, él dejaba a cualquiera con quién estuviera y se centraba solo en él y en su copa, verificando que nunca estuviera vacía.
Solo se alejaba de él cuándo sentía que el alcohol lo estaba animando a hacer algo más: cuándo se daba cuenta que estaba apunto de pasar de verlo con una sonrisa boba a los ojos a acercarse para besarlo; o cuándo su mano casi se posaba sobre la de él; cuándo había pasado mucho tiempo abrazadandolo , el suficiente para que ya no se viera inocente sino desesperado o cuándo estaba a punto de quedarse dormido sobre su regazo.

Siempre mantuvo su distancia porqué pensó que no era correspondido. Pero ahora que sabía que Madara también lo amaba y sería un verdadero estúpido si desaprovechaba su oportunidad.

Sólo que el alcohol y la idea de confesarse por fin, lo están poniendo un poco...Un poco cachondo. Sería difícil pero sumamente satisfactorio. Al final, convencer a Madara siempre valía la pena. Era grandioso verlo ceder ante sus más locas ideas, sobretodo sí este se había resistido al principio. Y ceder ante Madara era aún mejor.
Él era como un zorro astuto. Siempre tenía ideas increíbles,.Y cuándo tiene la razón es irrefutable. Eso hace que pelear contra él fuera una experiencia maravillosa. No solo por la fuerza, sino también por su increíble habilidad para crear planes complicados y sofisticados. Era brillante, lo cual lo hace tan sensual y elegante, además si le sumaba a eso su presencia y la forma en que hace sus entradas cómo si se tratara de un ser poderoso y enigmático. ¿Cómo no iba a enamorarse de él?

Té de HashiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora