Capítulo 2

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La oficina de los S.T.A.R.S. está bastante animada. Ahora que el capitán Wesker está con los novatos y el cabronazo de Irons, podemos tomarnos un respiro. Llevamos sólo desde las ocho de la mañana aquí, pero parece que han pasado muchas horas.

Mi mesa está frente a la de Barry, y ambos nos estamos tomando un café para reponer fuerzas. Llevamos una semana bastante movida, y en lo que a mí respecta, apenas he podido pegar ojo. Una fuente fiable nos ha dado un soplo sobre un grupo que está vendiendo drogas a escondidas.

Por más que les seguimos la pista, siempre acabamos perdidos. El R.P.D., hartos de esta situación, nos ha pedido ayuda, y como el capullo de Irons considera que este caso tiene prioridad máxima, nos ha metido a todos en el ajo.

Echo en falta algo de acción de vez en cuando. Últimamente pasamos demasiado tiempo sentados en nuestro despacho leyendo y rellenando absurdos y aburridos papeles condenados a apilarse en un estante para que cojan polvo. Pero no me quejo en absoluto de mi trabajo. Lo adoro.

Debo dar las gracias al hombre que me metió en esto: Barry Burton, un viejo amigo desde hace un año aproximadamente. Lo conocí en una mercería en New York. Él trabajaba para los S.W.A.T.S., pero iba a dejar la unidad para trasladarse a Raccoon City y formar parte de una pequeña escuadra que iba a formarse para apoyar al cuerpo de policía.

Desde el primer momento me interesó el puesto. Estaba en el paro, y necesitaba ganarme la vida de alguna forma. Mis ahorros se estaban agotando, y no creo que hubiera aguantado muchos meses más. Así que me alisté, superé el entrenamiento básico... y aquí estoy. Llevo más de un año sirviendo a esta unidad, y cada día me gusta más mi trabajo. Es muy diferente al ejército.

Desde que abandoné el instituto por decisión propia decidí probar suerte en el ejército del aire. Me apasionan los aviones, y me considero capaz de pilotar cualquier cacharro que me pongan por delante. Incluso he llegado a manejar el helicóptero de los S.T.A.R.S. en un par de ocasiones.

Vickers es el piloto oficial, pero tiene un gran problema. Y es que, en los momentos claves, se viene abajo. Todos nos burlamos de una forma u otra de él, y a pesar de que siento algo de compasión, es un chiste con patas.

Aunque no tanto como Irons.

Sonrío al pensarlo. El muy cabrón siempre se las ingenia para mosquearme de una manera u otra. Sé que no le caigo bien. El sentimiento es mutuo, y ya se lo he dejado claro en muchas ocasiones. Si por él fuera, ni siquiera me hubiera contratado, pero fue la insistencia de Wesker la que finalmente inclinó la balanza a mi favor.

Echo un vistazo al fondo de la sala, donde los miembros del equipo Bravo charlan animadamente a la espera de la llegada de nuestros nuevos compañeros. Siento curiosidad por saber quiénes serán. Por lo poco que nos ha contado Wesker, habrá un miembro para cada equipo.

Me gusta observar que esta "pequeña familia" va creciendo de forma escalonada. Los S.T.A.R.S. se formaron hace poco más de un año, y cada mes se crea una unidad nueva en diferentes puntos de los Estados Unidos. Pero a mí sólo me preocupa lo nuestro.

Todos mis compañeros han demostrado ser merecedores de este puesto. Bueno, salvo tal vez Brad Vickers... Aún no nos explicamos cómo ha podido entrar, y que esté ubicado en el equipo Alpha, donde están los mejores. Tal vez por su habilidad para pilotar, pero para eso estoy yo.

Comparto una sonrisa con Forest Speyer, uno de mis mejores amigos. Juntos compartimos muchas aficiones, sobre todo las prácticas de tiro. Somos asiduos todas las semanas al campo de tiro, y nos picamos por ver quién lo hace mejor. Nos divertimos mucho.

Todo o nadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora